Columna de Javier Sajuria: Neocolonialismo político


Hace unas semanas, el ex vicepresidente del gobierno español, Pablo Iglesias, visitó Chile dando su opinión sobre el proceso constituyente. A los pocos días, otro prominente político de la izquierda española, Íñigo Errejón, emitió opiniones sobre la Convención Constitucional. El último capítulo de esta saga lo componen las declaraciones dadas por la Marquesa de Casa Fuerte, la política de derecha española Cayetana Álvarez de Toledo. Más allá del contenido de las declaraciones de cada uno de estos actores, lo interesante es constatar el fenómeno –o la necesidad– que lleva a políticos españoles a opinar, en medios masivos, sobre el proceso político chileno.

La noción de colonialismo intelectual suele estar delimitada al ámbito educacional. Las instituciones educacionales se rigen por patrones, rankings y conductas que vienen dictadas desde un grupo selecto de países, casi todos con un pasado imperial. Pero esa misma dimensión del colonialismo está presente en el afán constante de actores de los poderes coloniales en influir en los procesos políticos de otros países que no están en su mismo club.

El caso español con respecto a América Latina es bastante claro. Numerosas organizaciones destinan recursos a estudiar y apoyar iniciativas en la región. Muchas de esas veces se realizan con buenas intenciones, con un afán claro de apoyar los procesos de sus ex colonias. Pero esconden, en su seno, una noción de nuestra cultura como heredera –o incluso dependiente– de la suya.

Asimismo, al entrar a opinar sobre nuestro proceso constituyente, los líderes de opinión españoles han trasplantado sus propios conflictos internos a nuestro país. Es sabida la disputa intelectual y política entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón. Por eso mismo, no extrañó que mientras el primero se paseó por medios chilenos alabando nuestro proceso, el segundo respondió llamando a que la Constitución no fuese “sólo de las izquierdas”. Por la derecha, en cambio, viene una de las caras más relevantes del Partido Popular, que también tuvo sus propios líos con Iglesias. Su opinión, de forma esperable, es que el proceso constituyente está dividiendo a nuestro país.

El intelectual boliviano Franz Tamayo decía que el problema “no radica con las ideas y principios básicos de la episteme europea, sino el modo en que se los adopta en países como el nuestro: de la boca para afuera, de modo sumiso y reverencial.” Tal como quedó registrado en el trabajo editado por Manuel Alcántara y José Manuel Rivas, la historia política de Podemos, creado en su momento por Iglesias y Errejón, rescata y aprende de los procesos políticos latinoamericanos. Es por ello que se hace aún más contradictorio su afán por venir a aconsejar e influir, algo alejado de ese mismo aprendizaje humilde de sus primeros años. Muy a su pesar, esto es una forma más, nueva o no, de colonialismo intelectual. Y la culpa es tanto nuestra como de vosotros.

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