“Persiste una cultura machista”, “no hay respeto por los demás”: apoderadas del San Ignacio El Bosque abordan la denuncia por presunto abuso sexual

Las madres de un alumno y un exalumno dicen que la transición de colegio monogenérico a mixto ha costado, pese a los esfuerzos que se han canalizado desde la dirección. "Estos problemas vienen desde las familias", dicen.


La denuncia que investiga la Fiscalía Oriente, a través de su oficina de Género, por la presunta participación de 50 alumnos de primer y segundo medio por actos de connotación sexual en contra de una veintena de niñas de séptimo y octavo básico en el Colegio San Ignacio El Bosque, ha causado conmoción dentro del establecimiento educacional y la comunidad que lo rodea.

El caso dejó de ser un problema interno -el lunes se suspendieron las clases- y se transformó en uno con implicancias judiciales a raíz de los hechos que las estudiantes detallaron como una especie de “encerrona” donde las tocaron y manosearon. Además, la trascendencia de los hechos llevó a la Superintendencia de Educación a iniciar una fiscalización para constatar si es que el establecimiento cuenta o no con los protocolos de prevención necesarios frente a estos casos. Es más, luego de que el caso viese la luz pública, el establecimiento realizó una jornada de reflexión, mientras que este martes y miércoles las actividades se extenderán solamente hasta las 13:00 horas. Junto a esto, la directora del recinto, Luz María Acle, y el capellán Rodrigo Poblete confirmaron que se contrató una “asesoría externa permanente de un equipo de expertas en prevención de abusos y buen trato para orientar las próximas acciones y medidas que disponga el colegio, entre ellas ajustar el trabajo formativo con las y los apoderados, potenciar las horas de orientación y formación de los estudiantes”.

“No somos indiferentes a estos hechos, por lo que seguiremos trabajando con determinación para erradicar cualquier acto de abuso y promover una cultura de respeto”, indicaron desde el establecimiento ubicado en Providencia.

Si bien desde la institución ya se han informado los procedimientos que se tomarán al respecto, parte de la comunidad de padres y apoderados del colegio acusan de que estas no han sido “suficientes”. Y es que si bien el colegio ha transitado desde 2014 hacia una institución mixta (ya que históricamente aceptó a hombres) “este mantiene su ambiente machista que permite que situaciones de abuso y violencia como estas puedan desarrollarse”, dicen actores de la educación que ahí se imparte.

La transición hacia un espacio mixto

Fue en marzo de 2014 cuando las primeras alumnas ingresaron al colegio San Ignacio El Bosque al curso de prekínder, que en 2019 ya sumaba más de 423 alumnas dentro de una matrícula total de 1.800 estudiantes.

El entonces director, Jorge Radic, precisaba que en los cursos que tienen mujeres la matrícula estaba dividida en partes iguales y proyectaba que, en el futuro, cuando egresara la última generación del modelo monogenérico, la matrícula del San Ignacio El Bosque sería 50% para varones y 50% para mujeres. “Todavía hay una historia que recorrer. Estamos muy contentos con el paso que ha dado el colegio. Mi impresión es que va floreciendo lo mejor de los hombres y mujeres”, añadía Radic en conversación con La Tercera en abril de 2019, enfatizando así en la importancia, en este tipo de transición, de las capacitaciones y el trabajo diario.

“Este es un tema que hay que trabajar con los estudiantes, las familias y los educadores. No es un hito que se agota en el inicio: creo que es un tema permanente. Nosotros mantenemos un un plan de trabajo anual de coeducación que contempla la formación de educadores”, señalaba.

María Isabel recuerda esa época muy bien. Y es que como apoderada del establecimiento vivió la transición de colegio a un estudiantado mixto cuando en 2014 su hijo cursaba cuarto medio. En ese entonces, la mujer recuerda que la noticia fue recibida positivamente por todo el alumnado y apoderados del recinto.

“Nosotros estábamos contentos porque nuestros hijos, por primera vez, iban a tratar con niñas dentro del ámbito escolar. Eso ayuda mucho a la formación de los hombres, porque hay otra visión cuando se trata y crece con niñas. Nosotros lo sabíamos de primera fuente, porque mi marido fue alumno del colegio, entonces lo tomamos como una experiencia positiva para toda la comunidad”, expresó la apoderada.

Luego del anuncio de la transición, la exapoderada comenta que el proceso marchó bien: el establecimiento implementó encuestas, planes de trabajo, equipamiento del recinto para ambos sexos y capacitaciones para los profesores y funcionarios del recinto. Eso sí, recuerda que el trabajo se enfocó mucho en los primeros niveles de básica y se dejó de lado el apoyo transicional para los alumnos desde séptimo a cuarto medio.

“Ahí es cuando comenzamos a ver problemas en la convivencia de los estudiantes. Los niños mayores estaban un pocos desorientados de convivir con mujeres en un espacio que siempre fue masculino; que fue más bruto, porque le llegas a cambiar todo su ecosistema de estudio y desarrollo. Se notaba mucho que las familias tampoco sabían apoyar a los estudiantes al respecto, porque siempre ha sido una cultura muy cerrada y machista. Por eso no me sorprende que casos de abuso como estos se presenten hoy. Yo creo que estos problemas vienen de la familia, el colegio puede hacer muchos esfuerzos, pero si la familia no se pone por detrás de un respeto por las niñas y hacer entender que son sus compañeras, pasan cosas como estas”, recalca.

Esperanza, apoderada de un alumno de octavo básico, concuerda, pues ha acompañado a su hijo desde prekínder y es enfática en recalcar que esta situación de violencia “se veía venir, pero no de una forma tan grave”.

La apoderada basa su postura en que históricamente los alumnos del colegio han “tenido encontrones de palabras o empujones, pero nada más allá. Eran cosas que se podían resolver en un día para que así no escalara la situación”. Pero, desde su opinión, hoy el colegio ha cambiado el ambiente y su tónica, sobre todo “por las nuevas familias que llevan a sus hijos a estudiar al establecimiento”.

“Ya no existe una cultura de respeto. Y eso parte por casa. Hoy el San Ignacio tiene apoderados que no son para el colegio. Llevo muchos años en el establecimiento y notamos cómo ahora las familias son más liberales, no comparten la fe, el respeto por los demás y tienen otro pensamiento. Por eso no podemos echarle toda la culpa al colegio, porque estos problemas vienen de las casas. Los papás son culpables de que no exista respeto por las mujeres ni por las compañeras de clases, y eso es algo en lo que debemos puntualizar”, expresó.

Protocolos de prevención

Según lo que indica el sitio web del colegio, en 2022 el establecimiento implementó un Protocolo de prevención y acción frente al abuso sexual contra niños niñas y adolescentes que se “presenta con la intención de precisar diferentes medidas, que van más allá de acciones reactivas frente a un hecho concreto, sino que buscan instalar procedimientos transparentes y concretos que favorezcan ambientes sanos y seguros”.

En el documento se describen las definiciones pertinentes, los principales signos e indicadores de abuso. Existe un encargado de Prevención de Abusos, quien realiza la activación del protocolo. En el caso de ser notificado por alguien de la comunidad y el encargado decide no avanzar en el reglamento, éste debe ser justificado.

En las situaciones de esta envergadura entre alumnos, “se adoptarán las medidas de acompañamiento (pastoral y psicológico) del acusado, así como también de resguardo a la supuesta víctima”. El reglamento a seguir es el de constatación de lesiones, denuncia, derivación, seguimiento y medidas pedagógicas, y por último la presentación de antecedentes ante la Superintendencia de Educación.

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