Rusia intenta lidiar con la desconfianza ciudadana por la vacuna Sputnik V

Un miembro del servicio del Ejército ruso recibe una inyección con la vacuna Sputnik V, en una clínica en la ciudad de Rostov-On-Don, Rusia, el 22 de diciembre de 2020.

Desde que Moscú abrió los primeros 70 centros de vacunación hace dos semanas, solo se han inoculado 15.000 personas. Los propios médicos y funcionarios de la salud no se sienten seguros de la vacuna.


Con las vacunas contra el Covid-19 ya siendo aplicadas para la población de riesgo y equipos médicos en varios países del mundo, también han surgido los escépticos que desconfían de la seguridad y eficacia de éstas. Pero en Rusia la situación sería muy particular y preocupante, puesto que los propios doctores y enfermeras estarían desconfiando de la vacuna rusa Sputnik V.

Una encuesta realizada a fines de octubre por el Centro Levada encontró que el 59% de los rusos encuestados no quieren vacunarse si la vacuna es gratuita y voluntaria, un aumento del 4% con respecto al mismo sondeo realizado en agosto. Otra encuesta hecha pública por el partido gobernante Rusia Unida en octubre encontró que el 73% de las personas encuestadas no planeaban vacunarse, informó la agencia de noticias estatal rusa RIA Novosti.

CNN reportó que la mayoría de los médicos rusos con quienes consultó sobre la vacuna expresaron su desconfianza y sus preocupaciones “con respecto al proceso de registro apresurado para el uso de vacunas y que les gustaría ver más datos antes de recibir la vacuna”. “En Rusia, las mismas personas que podrían persuadir al público en general para que se inyectaran difícilmente están a bordo, y muchos trabajadores de la salud desconfían de la droga”, sostiene el medio estadounidense.

Una enfermera prepara la vacuna Sputnik-V de Rusia para inocularla en una etapa de pruebas en una clínica en Moscú, el 17 de septiembre.

¿Carrera política?

“En esta etapa, no estoy lista para vacunarme, ya que la vacuna rusa no es transparente y su efectividad no ha sido probada”, dijo a la cadena Viktoria Alexandrova, médica de cabecera en San Petersburgo. “Y todo eso por esta absurda carrera política sobre quién va a recibir la vacuna más rápido”, agregó.

Es que desde la noticia de la aprobación del Sputnik V en agosto, antes de los ensayos de Fase 3 a gran escala necesarios para probar su seguridad y eficacia, se han producido fuertes críticas en los círculos científicos y médicos. La preocupación se basa en que Rusia habría acortando un proceso establecido para desarrollar vacunas seguras con el objetivo de obtener ganancias políticas y de relaciones públicas, y que podría tratarse de un esfuerzo por mantenerse al día con los anuncios de otros productores de vacunas que estaban más adelantados en los ensayos, como el laboratorio estadounidense-alemán Pfizer/BioNTech.

La entidad del gobierno ruso que fabricó la vacuna dice que su producto tiene una efectividad del 95%, pero los escépticos tienen sus dudas. Según The New York Times, para algunos el nombre de la vacuna, Sputnik V, sugiere que el Kremlin ve la vacuna como parte de su competencia con Occidente, puesto que el Sputnik fue el primer satélite lanzado por la Unión Soviética en 1957, un logro clave para Moscú durante la Guerra Fría.

El Presidente de Rusia, Vladimir Putin, preside una reunión conjunta del Consejo de Estado del país y el Consejo de Desarrollo Estratégico y Proyectos Nacionales a través de una videoconferencia en su residencia estatal de Novo-Ogaryovo en las afueras de Moscú, el 23 de diciembre.

Una encuesta Ipsos publicada a fines de agosto, reveló que los rusos eran más escépticos sobre una vacuna contra el coronavirus que el público en cualquier otro lugar de los 27 países encuestados.

La desconfianza se demuestra por sí sola. Desde que Moscú abrió los primeros 70 centros de vacunación hace dos semanas, ofreciendo a los trabajadores de la salud y otros grupos cruciales una inyección de la vacuna Sputnik V, solo se han vacunado 15.000 personas, según el alcalde de Moscú, Sergei Sobyanin. Eso significa que, en promedio, cada clínica inoculaba a unas 15 personas al día. A modo de comparación, en Estados Unidos, se vacunaron al menos 271.000 personas de los grupos prioritarios en la primera semana del plan de vacunación.

Sobran las horas libres para acudir a vacunarse a estos centros. Esto posa un problema, puesto que un vial de Sputnik V contiene cinco dosis y tarda media hora en descongelarse. Después de eso, no se puede volver a congelar y debe desecharse si no se usa, por lo que las clínicas tienen como objetivo administrar la vacuna a un grupo de cinco a la vez, de acuerdo con las instrucciones del empaque. Sin embargo, aquello no estaría ocurriendo, puesto que difícilmente se están vacunando a cinco personas por vez, según reportan los medios.

Tampoco ha ayudado a la situación que el Presidente ruso, Vladimir Putin, no se haya vacunado todavía pese a que ha insistido en que la vacuna es eficaz y segura. Putin se justificó diciendo que Sputnik V no se recomienda a personas mayores de 60 años. Para vacunar eficazmente a su población, Rusia necesita inocular entre el 60% y el 70% de sus aproximadamente 146 millones de habitantes, según el ministro de Salud del país.

Sputnik V en Argentina

Fuera de Rusia, Argentina se ha comprometido a contar con las primeras dosis de la vacuna rusa para Nochebuena. El martes 22 de diciembre a las 19:30 despegó un avión de Aerolíneas Argentinas desde el Aeropuerto de Ezeiza con destino a Moscú, para cargar las primeras 300.000 dosis que deberán arribar mañana 24 de diciembre.

Según Infobae, desde la llegada de la Sputnik V a Argentina -la primera vacuna que llegará al país- se necesitarían entre tres y cuatro días para avanzar en el reparto de las dosis y coordinar la etapa final del plan de logística. Así, se podría empezar a vacunar antes del 31 de diciembre, tal como prometió el Presidente Alberto Fernández. En enero se contempla la llegada de 5 millones de vacunas rusas y en febrero otra cantidad similar.

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