El mundo escolar intenta recuperar el tiempo perdido por la pandemia

Estudiante en una clase en Codogno, Italia. Foto: AP.

Mayor deserción escolar, baja en resultados académicos y problemas de salud mental son patrones que se repiten a nivel global. Por lo mismo, distintos países han puesto en marcha una serie de medidas para mejorar el nivel de sus alumnos, como clases los sábados, cambios en el calendario y reforzamientos fuera de la escuela.


A poco más de un mes de que la OMS decretara el fin de la emergencia internacional por el Covid-19, llegó la hora de los balances educativos, aunque con noticias poco alentadoras: en general, no solo hay una baja en los resultados académicos -visible a través de pruebas-, sino que también problemas de socialización y salud mental. En 2021, la Unicef calculó una deserción escolar que afectó a casi 700 mil alumnos a nivel planetario, lo que afectó particularmente a las poblaciones de menos recursos.

La pandemia, según un informe preparado por la Unesco, golpeó sobre todo a los más pequeños. “Los escolares más jóvenes tuvieron menos acceso al aprendizaje a distancia y se vieron más afectados por la pérdida de aprendizaje que los alumnos de más edad, especialmente entre los niños en edad preescolar en etapas fundamentales de aprendizaje y desarrollo”, advirtió el documento.

Sin ir más lejos, la semana pasada el Mineduc y la Agencia de Calidad de la Educación entregaron los resultados del Simce 2022 con noticias más bien negativas: en matemáticas se observó la mayor baja de los resultados para ambos niveles (4° básico y II medio) respecto a la medición de 2018, en el peor resultado en más de 10 años.

Estudiantes en la región autónoma del Tíbet, China. Foto: Reuters.

A nivel global, el Banco Mundial, la Unesco y Unicef ya pusieron números por los retrocesos académicos a causa de la pandemia: la actual generación de estudiantes podría llegar a perder US$ 17 billones del total de ingresos que percibirán durante toda su vida, como consecuencia del cierre de las escuelas. Los niños perdieron alrededor del 35% del aprendizaje de un año escolar normal durante la pandemia, sugirió un estudio de Nature Human Behaviour.

Ante tan catastrófico resultado, los países, gobiernos y escuelas han buscado con diferentes métodos el poder volver a los resultados prepandémicos. En algunos casos, se decidió alargar el año, mientras que en otros recurrieron a clases los sábados.

Cambio de calendario en EE.UU.

En el estado de Virginia, la ciudad de Richmond se transformó en un icono de una crisis educativa que golpea a buena parte de Estados Unidos. Un estudio de Harvard y Stanford realizado en esta urbe dio cuenta de los conocimientos perdidos por los estudiantes de primaria: los alumnos quedaron con un retraso de dos años en matemáticas, y un año y medio en lectura. De paso, se detectó una dificultad poco habitual en interacciones básicas debido a los dos años de socialización que se perdieron, especialmente entre los menores de 12 años.

Los investigadores han dado una serie de motivos, incluyendo el trauma vivido por los niños que perdieron a sus familiares por el Covid, aunque el dato más certero es que el descenso en el rendimiento académico fue más pronunciado en los distritos que fueron más lentos a la hora de reabrir los colegios.

“Esta cohorte de estudiantes será castigada durante toda su vida”, aseguró a The New Yorker, Eric Hanushek, economista de Stanford. Según las investigaciones que menciona, las consecuencias económicas de la pérdida de aprendizaje por la pandemia podría ser peor, incluso, a lo experimentado durante la Gran Recesión de 1929.

Clase de primer grado en Massachussets. Foto: Reuters.

Para atacar esto, tanto en Richmond como en Hopewell, una ciudad cercana, se propuso algo impensado en la prepandemia: agregar un semestre al año, y tener un calendario académico que terminara en diciembre, cosa poco habitual en el hemisferio norte, acostumbrado a las clases de septiembre a mayo. Y mientras la primera ciudad, más grande, rechazó la idea, Hopewell la abrazó. Poco después, el estado de Washington instó a sus colegios a hacer lo mismo.

El cambio funcionó así: en vez de las vacaciones de verano completas, hasta septiembre, se acortaron a cuatro semanas entre junio y julio. De ahí se agregaron tres “quiebres” de semestre, cada uno de dos semanas, en los cuales se les daba la opción a los estudiantes de ir a otro tipo de clases.

Uno de los profesores en Hopewell, John Johnson, comentó a The New Yorker que este calendario le terminó pareciendo mejor que la tradicional maratón entre años: “Ahora siento que siempre viene un quiebre, y eso es relajante”.

Un estudiante levanta la mano en la escuela Gustav Falke, de Berlin. Foto: Reuters.

Herramienta digital en Alemania

Uno de los países que más tardó en abolir las mascarillas en el transporte público fue Alemania, junto con España, en enero de 2023. Lo mismo ocurrió con las clases presenciales, que se suspendieron en bloque y que se reiniciaron más tarde que sus vecinos europeos.

El resultado de esto es que la Federación de Profesores Alemanes calculó que para el año escolar 2020-2021, la mitad de los cursos habían sido anulados para los 11 millones de estudiantes primarios y secundarios del país. Dependiendo de la región, señaló el presidente del gremio, Heinz-Peter Meidinger, la pérdida por alumno oscilaba entre las 350 y las 800 horas, con un récord de 900 horas en Hamburgo, casi tres cuartos de lo que corresponde a un año escolar.

La hora de los balances sobre qué se hizo mal, en general, condujo a la misma respuesta: los cierres de colegios y centros de cuidado. El ministro de Salud alemán, Karl Lauterbach, señaló por televisión: “En retrospectiva fue un error, pero era lo que recomendaban los científicos que asesoraban al gobierno. En ese entonces, se afirmaba que los colegios debían cerrarse, porque si no habría transmisión del virus, pero el nivel de conocimiento que se tenía entonces no era lo suficientemente bueno”.

Ahora, el gobierno federal anunció la entrega de 2.000 millones de euros para cursos de recuperación y ayuda psicológica, pero, según el medio Mediapart, no se sabe cuándo ni cómo esos financiamientos se harán efectivos. “Y considerando la escasez de profesores, no sabemos de dónde vendrá el personal suplementario”, precisó Meidinger.

Una de las soluciones que se vio fue la de estirar de momento la semana escolar. Heike Gabriel, codirectora de la Wolfgang Amadeus Mozart Schule, señaló que “fuimos los primeros en Berlín en proponer cursos de recuperación los sábados, a una cincuentena de alumnos. Y eso nos ha dado buenos resultados”.

Otros proyectos que tomaron vuelo en la pandemia y se mantienen son las herramientas digitales para la educación. Este es el caso de “Corona School”, una plataforma que terminó rebautizándose “Lern-Fair”, creada por tres estudiantes de Bonn, y que conecta alumnos en busca de ayuda con profesores u otros estudiantes. Al día de hoy, cerca de 23 mil alumnos y 15 mil profesores forman parte de la red.

Profesora recibe una clase en Roma. Foto: AP.

Profesores de calle en Italia

En Italia, los confinamientos sucesivos no hicieron sino empeorar una situación que ya era difícil: se trata del país europeo con mayor deserción escolar. En 2019, el 14,5% de los italianos entre 18 y 24 años había desertado del liceo después del colegio, pero ese fenómeno se concentra más al sur de la península, que es más pobre. En Campania, la deserción había llegado al 30% de los alumnos.

Cesare Moreno, un profesor de Nápoles, fundó la asociación Maestri di Strada (profesores de calle, en italiano), para luchar contra el abandono escolar. Un enfoque que resume bien la apuesta de los Maestri di Strada sería la de “proponer una pedagogía del hacer”, volviendo a los jóvenes activos y no receptores pasivos de los contenidos.

Desde la creación de bolsos y manualidades, pasando por la música y la poesía, la pandemia coincidió con el crecimiento de la asociación: si antes de la crisis había entre 50 y 60 alumnos, luego de esta ya iban por los 200. De paso, la mayoría de los profesores está normalmente durante las mañanas en los colegios del barrio, lo que los deja en una posición privilegiada para motivar a los alumnos para seguir los talleres durante la tarde.

Para Moreno, el líder de Maestri di Strada, una cosa central para evitar la deserción es recentrar la escuela alrededor del lazo social que esta permite: “Durante este período, hemos multiplicado los contactos humanos en vez de limitarlos, y ha funcionado bien. Ahora queda ver si los alumnos eligen estar replegados en ellos mismos o, al contrario, porque lo extrañan, el cultivar su vida social y sus interacciones”.

Una profesora dando clases en una escuela de Saint Sebastien sur Loire, Francia. Foto: Reuters.

Pasantías en Francia

La comprensión lectora en Francia se mantuvo, a pesar de la crisis del Covid, pero sigue siendo una de las más bajas de Europa. Un estudio llevado a cabo en 57 países le dio un puntaje de 514, por encima del promedio mundial de 500, pero bajo el promedio europeo de 527.

Habiendo sido de los países de la OCDE que menos tiempo cerraron sus escuelas durante la pandemia, Francia evitó una baja importante en su puntaje, mientras que la mayoría de los países europeos registraron una baja de 11 puntos comparado con 2016. El estudio, llamado PIRLS (Progress in International Reading Literacy Study), realizado cada cinco años, pone a Singapur como el país con mejor comprensión lectora.

En Francia, en marzo de 2020, cada escuela tuvo que introducir un plan de continuidad educativa para garantizar la continuación del aprendizaje. Este plan retomó las hipótesis “híbridas” y “remotas”. articulando varias dimensiones.

Además, durante las vacaciones de verano de 2020 y 2021 se puso en marcha el programa “Vacaciones de aprendizaje” para apoyar a los alumnos que pudieran haberse visto especialmente afectados por las consecuencias de la crisis del Covid. La iniciativa habría beneficiado a un millón de niños.

Otra parte de esta iniciativa del programa de recuperación se denominó “Pasantía para el éxito”. Se ofreció a los alumnos durante el verano de 2020 y en 2021 (agosto y octubre). Fue diseñado para ayudar a los alumnos a ponerse al día y llenar los vacíos a través del trabajo en pequeños grupos.

Clases los sábados en Argentina

En la ciudad de Buenos Aires, con miras a poder recuperar los contenidos que no se pasaron en la pandemia, se estableció el programa “Más Acompañamiento a las Trayectorias y la Revinculación” (ATR), entre cuyas medidas más vistosas estuvieron las clases de refuerzo los sábados. El programa benefició a más de 11 mil alumnos de todos los niveles, y se realizó durante el fin de la pandemia, donde la enseñanza se dividió en tres módulos: Prácticas del Lenguaje, Matemática y Ciencia.

La idea, de todos modos, no es poner a los mismos profesores a dar clases los sábados. “El gobierno bonaerense viene haciendo una inversión importante en este programa, que es específico, para que los chicos y chicas puedan recuperar contenidos. El programa contempla nuevos cargos, no son los docentes que están al frente del aula, sino que se toman nuevos docentes que van a complementar el trabajo realizado en todo el año”, señaló Roberto Baradel, presidente del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires, al diario Página/12

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