Heraldo Muñoz: “La democracia está bajo ataque en América Latina”

Heraldo Muñoz, ex presidente del PPD y ex canciller de Michelle Bachelet. Foto: Luis Enrique Sevilla

En un nuevo libro que lleva por título "Democracias en peligro", el excanciller aborda un fenómeno de alcance global y cuyo impacto comienza a sentirse en todo el continente, de Chile a Estados Unidos. “Incluso países con democracias plenas han visto disminuir la calidad de sus democracias con medidas que restringen instituciones o libertades”, apunta.


Ni siquiera en la década del 2000, cuando varios presidentes del continente modificaron mañosamente las reglas constitucionales para poder reelegirse una y otra vez, la democracia corrió tanto peligro como ahora, alerta Heraldo Muñoz, exministro de Relaciones Exterior de Chile (2014-2018) durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet. “La democracia está bajo ataque en América Latina y en varios otros lugares del mundo. A mi juicio, el gran debate global, más que entre izquierda y derecha, será entre quienes apoyan la democracia y quienes desean subvertirla de diferentes maneras”, explica.

Aunque la tesis no es nueva, Muñoz aborda en un nuevo libro, Democracias en peligro: regresión democrática en Latinoamérica y propuestas de futuro (Catalonia), los temores respecto al continuo deterioro democrático, con una mirada sudamericana y con foco en esta parte del planeta. “Este es un libro indispensable para estar al día de lo que sucede en la región y los cambios en el escenario internacional”, escribe Ricardo Lagos en el prólogo de la obra.

El texto tiene un enfoque académico y político, y está sustentado en encuestas y rankings sobre democracia, además de una revisión de distintas reflexiones sobre la democracia en el siglo XXI, análisis cualitativos y la propia experiencia de Muñoz en la región. Además de canciller, el ex-PPD fue subsecretario de Relaciones Exteriores (2000-2002), exsubsecretario general de Naciones Unidas y director regional del PNUD para América Latina y el Caribe.

“Hoy día casi todas las democracias son más frágiles. Si uno mira hacia atrás en América Latina, si uno mira hacia la década de los 90, hemos retrocedido más de una década”, indica Muñoz. La tendencia es clara y los datos contundentes, como da cuenta el excanciller en su libro. En el informe sobre el estado mundial de la democracia en 2022, IDEA Internacional constató que la mitad de los gobiernos del mundo estaban en declive.

Presos son sentados uno junto a otro, mientras son custodiados durante una operación en la prisión de Turi para recuperar el control de la prisión, en Cuenca, Ecuador, el 14 de enero de 2024. Foto: Reuters

Pero hay más registros a la mano: según el informe de 2023 Varieties of Democracy, de la Universidad de Gotemburgo, el 72% de la población mundial estaba bajo el yugo de regímenes autoritarios. También, el Índice de Democracia 2021 de The Economist indicó que 59 países se encontraban bajo tutela autoritaria y solo el 12,6% (21 naciones) vivía en democracias plenas.

¿Cuál fue su principal motivación para elaborar este libro?

Creo que ha habido un proceso de degradación democrática, que comienza con un proceso discursivo violento y moralizante, generalmente en contra de los políticos, y va acompañado de la espectacularización de las denuncias sobre corrupción y abusos de poder, la construcción de enemistades, y el cultivo del desprecio por lo divergente. La amistad cívica se esfuma, como ya sucede en distintos países. La radicalización de los conservadores polariza la política, estrecha las opciones de centro y pone en agenda temas extremos de “guerra cultural”. Y la izquierda moralizante e identitaria también reduce el espacio de la centroizquierda. Hoy casi todas las democracias son más frágiles que hace una década. El poder presidencial se desvanece rápido y las lunas de miel de los gobiernos recién asumidos son cada vez más cortas.

¿Por qué a su juicio las democracias estarían en peligro?

Los datos son claros. Diversos estudios muestran que América Latina sigue cayendo en los rankings de democracia, retrocedido más de una década en calidad de las democracias. Un informe reciente de Reporteros sin Fronteras reveló que en 2021 se registró un récord en la cifra de periodistas encarcelados en diversos países, y los asesinatos de periodistas se han extendido, siendo México un caso crítico al respecto. Estamos viviendo tiempos especialmente difíciles. El precio de vivir juntos en comunidad y en paz requiere límites y decisiones que pueden incrementar el descontento; más aun cuando la gobernabilidad se ha tornado más compleja en tiempos de estrecheces económicas, globalización, el impacto de conflictos interestatales como la invasión rusa de Ucrania, el surgimiento de grupos identitarios que demandan reconocimiento, las migraciones irregulares, el crimen transnacional, el fenómeno de la corrupción, todo lo cual es aprovechado por los “salvadores de la patria” -populistas de derecha o izquierda- para atacar la democracia y concentrar el poder. La democracia en la región entonces se ha degradado. Incluso países con democracias plenas han visto disminuir la calidad de sus democracias con medidas que restringen instituciones o libertades. En México, por ejemplo, se ha observado un preocupante enfrentamiento de Andrés Manuel López Obrador con el Instituto Nacional Electoral y con la prensa crítica.

¿A qué atribuye la regresión democrática que usted plantea como tesis central en su libro?

El declive de la democracia interactúa con la corrupción, la delincuencia y el crimen organizado, las desigualdades sociales persistentes, el efecto Trump de desconocer el Estado de Derecho (basta recordar a Brasil bajo Bolsonaro y El Salvador con Bukele), y que la gobernabilidad se ha tornado más difícil porque han surgido nuevos retos, nuevas identidades y una mayor diversidad social. Y hay otro fenómeno inquietante: las redes sociales y la inteligencia artificial plantean no solo grandes avances, sino grandes peligros como el cyberespionaje, la difusión de fake news para intervenir elecciones, los ataques ransomware, e incluso la aparición falsificada de personalidades haciendo anuncios políticos o promoviendo productos gracias a los deep fakes de la IA generativa, todo lo cual supone riesgos emergentes a la democracia.

¿De qué manera y en qué países de América Latina se percibe esa regresión?

El deterioro democrático interactúa con problemas como la violencia delictual. Ecuador era un país relativamente seguro hace una década, y en la última elección presidencial un candidato cuyo programa era el combate a la corrupción fue asesinado, y los candidatos restantes hicieron sus cierres de campaña usando chalecos antibalas. Los golpes de Estado tradicionales han dado lugar a lo que yo denomino el “secuestro de las democracias” desde adentro, de manera gradual y furtiva, por autócratas que digitan las ansiedades y el malestar ciudadano para hacerse con todo el poder, debilitando o arrasando con la separación de poderes.

Se ha debatido bastante en cuanto a populismo versus democracia, pero los presidentes de la región han sido electos por mayoría. ¿Dónde sitúa usted el riesgo democrático?

No basta con acceder de manera más o menos democrática al poder, sino que el ejercicio democrático del poder es crucial. En Venezuela y Nicaragua, líderes como Chávez y Ortega inicialmente ganaron elecciones más o menos democráticas y luego arrasaron con los poderes legislativo y judicial, y se transformaron gradualmente en dictaduras. Los golpes y los cuartelazos fueron reemplazados por el secuestro de las democracias desde adentro. Los autócratas usaron las instituciones del sistema democrático, las elecciones, los medios de comunicación, la libertad de expresión, etc., y luego capitalizaron antidemocráticamente los malestares de las sociedades.

Miguel Díaz Canel, Daniel Ortega, Nicolás Maduro Luis Arce, en una cumbre del ALBA en La Habana, en 2022. Foto: Reuters

De todos modos, aunque suene como una obviedad, la mayoría elige a través del voto a las personas que cree solucionarán sus problemas...

Como dije, en Venezuela y Nicaragua originalmente los gobiernos fueron elegidos democráticamente y se fueron transformando gradualmente en dictaduras. Y bueno, yo creo que hay fenómenos que son quizás más estructurales, a los cuales no hemos prestado suficiente atención. Por ejemplo, la fragmentación y dispersión del sistema de partidos políticos en Chile, en Perú, en muchos otros países, donde los partidos políticos tradicionales han ido perdiendo peso y han surgido partidos y micropartidos. Eso lo que hace es dificultar la gobernabilidad y requiere reformas del sistema político significativas. En Perú hay más de 23 partidos y hay partidos “vientres de alquiler”, donde cualquier individuo que quiera competir se mete en ese partido, compite y si le va mal, se va, y si le va bien, también puede irse y no sufren ninguna sanción. Entonces hay un problema que también hay que mirar con mucho cuidado.

¿Cuál es la autocrítica que hace la elite de todo este fenómeno?

Creo que no hemos sido capaces de hacer las reformas profundas para reducir las desigualdades, de recaudar más para financiar esas reformas, de atacar con decisión problemas muy serios como la corrupción y el delito. Creo que lo más importante es que hemos sido incapaces de consensuar un pacto social de futuro sobre los grandes desafíos nacionales que mire a las próximas décadas y no a las próximas elecciones. Eso está pendiente en Chile, por cierto, pero también en otros países.

Que se acorten las “lunas de miel” podría tener que ver con el hecho de que la ciudadanía huele cuando un Presidente no podrá cumplir con sus promesas electorales...

Bueno, probablemente eso es lo que hace que la opinión pública sea más escéptica respecto a la democracia. Ahora, generalmente el apoyo a la democracia fluctúa con los vaivenes de la economía: la gente tiene más fe en la democracia cuando hay un mejor estándar de vida y el apoyo declina cuando la situación económica está en un plano más recesivo. Pero ahora hay un nuevo elemento: la violencia de la delincuencia y el crimen organizado (se ha convertido) en una nueva preocupación, quizás en igual pie que la condición económica del país. Eso es prácticamente en todos los países.

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