Ricardo Kirschbaum, director de Clarín: “Si no prima la racionalidad política, la crisis de la coalición oficialista puede transformarse en una crisis institucional”

“Es la crisis más profunda que ha tenido Alberto Fernández desde su asunción en 2019”, señala el periodista argentino en conversación con La Tercera desde Buenos Aires. La “paliza electoral” sufrida por el Frente de Todos en las primarias del domingo pasado terminó por fracturar a la coalición oficialista y convulsionar la Casa Rosada.


Es catalogada como la peor crisis de un gobierno argentino en democracia desde el colapso económico de 2001. Después de que el domingo pasado las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) dejaron al descubierto el descontento de la población con la gestión de Alberto Fernández, al propinarle una de sus peores derrotas electorales, el golpeado Ejecutivo deberá intentar remontar los resultados de cara a las legislativas del 14 de noviembre, mientras intenta apaciguar el quiebre al interior de la coalición oficialista Frente de Todos.

Pasaron tan solo 12 horas desde las primarias cuando la Casa Rosada rechazó realizar cambios en el gabinete, pese a la debacle electoral. Sin embargo, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner tenía otro plan. El kirchnerismo duro decidió dar un paso al costado y para evidenciar su descontento altos ministros y funcionarios K presentaron la renuncia “masiva” ante el mandatario. El ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, fue el primero en ofrecer su dimisión. Poco después le siguieron los titulares de la cartera de Justicia, Martín Soria; de Ciencia, Roberto Salvarezza; de Ambiente, Juan Cabandié, y de Cultura, Tristán Bauer, considerados como cercanos a la exmandataria.

El jefe de gabinete argentino, Santiago Cafiero, hace un gesto antes de jurar en el cargo en la Casa Rosada, el 10 de diciembre de 2019. Foto: AFP

La encerrona orquestada por el grupo kirchnerista La Cámpora contra Alberto Fernández volvió así a encender el agitado ambiente político en Argentina, que ya estaba caldeado tras los escándalos por las vacunaciones VIP contra el Covid-19 y la fiesta de cumpleaños de la primera dama, Fabiola Yáñez, en la residencia oficial de Olivos cuando el país estaba en cuarentena total. En este escenario, según la prensa local, el mandatario y su vicepresidenta están midiendo fuerzas con una serie de negociaciones internas, que podrían reafirmar al gobierno o provocar una fractura total. En paralelo, el oficialismo intenta dilucidar qué ocurrirá con la eventual repostulación de Fernández para las presidenciales de 2023, que está a más de dos años de finalizar su primer mandato después de asumir en diciembre de 2019.

En tanto, la oposición busca ahondar las divisiones oficialistas acusando un “golpe interno” de Cristina K a la espera de repetir los buenos resultados de las PASO en dos meses más para así arrebatarle la mayoría al peronismo en el Senado, igualar al oficialismo en la Cámara de Diputados y, con esto, preparar el terreno para las presidenciales.

Alberto Fernández pronuncia un discurso junto a la vicepresidenta Cristina Kirchner, durante la inauguración del 138 período de sesiones ordinarias en el Congreso, el 1 de marzo de 2020. Foto: AFP

Un día después que Cristina Kirchner publicara una dura carta pública emplazando al mandatario a hacer cambios de ministros, ayer Alberto Fernández afinaba la renovación de su equipo tras la renuncia del portavoz presidencial Juan Pablo Biondi, según la prensa local. “Voy a ordenar el gabinete y terminar con esta discusión”, habría dicho. En medio de este escenario, el director del diario Clarín, Ricardo Kirschbaum, en conversación con La Tercera desde su oficina en Buenos Aires, analiza el difícil momento del gobierno argentino. “La crisis de la coalición oficialista puede transformarse en una crisis institucional”, advierte.

¿Era esperable una derrota del oficialismo en las primarias? ¿Coincide usted con que más que una victoria de la oposición fue un voto en contra del peronismo?

Creo que fue un voto contra el gobierno en un clima en que la sociedad estaba agobiada por la pandemia, por el manejo de la pandemia y por la crisis económica. Un montón de factores confluyeron para que la sociedad reaccionara de la manera en que reaccionó, con una intensidad que no detectaron las encuestas. Y sinceramente nadie, ni la oposición, ni el periodismo, ni el gobierno, esperaba un resultado de esta magnitud.

¿Qué rol usted cree que está jugando en este momento Cristina Fernández ante la salida del kirchnerismo duro del gabinete tras las renuncias a “disposición” del presidente presentadas por ministros y funcionarios que responden a la vicepresidenta?

La vicepresidenta creó un artefacto político muy táctico para ganar las elecciones del 2019, donde el presidente tenía menos poder que la vicepresidenta. Pero este artefacto político tiene dos partes que son complementarias y que no se pueden separar sin trauma, con lo cual la crisis que se está desarrollando ahora en la coalición oficialista es una crisis en la cual lo que revela es que lo que está en disputa no es hallar una fórmula común para salir de la situación creada por la derrota electoral en esta primera vuelta, sino es una puja por quién manda en la reconstitución del gobierno. Puesto así, en esos términos, la verdad es que los márgenes de maniobra son estrechos y el material que se tiene en la mano es altamente inflamable, en el sentido de que, si no prima la racionalidad política, esta crisis política actual de la era de la coalición oficialista puede transformarse en una crisis institucional.

El ministro del Interior de Argentina, Eduardo De Pedro, junto al Presidente Alberto Fernández antes de prestar juramento en la Casa Rosada, el 10 de diciembre de 2019. Foto: AFP

¿Cuál debería ser la estrategia del gobierno de Alberto Fernández para conducir al país a las legislativas?

Es evidente que el voto contra el gobierno ha sido un voto contra la gestión del gobierno, de lo cual tienen que tomar nota. La gente votó en contra de la gestión de este gobierno. Ese fue el resultado más nítido, con lo cual el rumbo que tenía el gobierno tiene que modificarse. Ahora, de qué manera y con qué intensidad. Es una cuestión que me supera a mí, mi papel de periodista.

La incertidumbre que dejaron las PASO abrió la idea en el Frente de Todos de que Fernández se convertirá en un “presidente de transición”, que intentará buscar la reelección en 2023, pero que en el mejor caso traspasará el mando a otro dirigente de la coalición si es que no pierden las elecciones. ¿Cómo lo ve usted?

El lanzamiento de la candidatura de Alberto Fernández para la reelección fue una maniobra para fortalecerlo, que es previo a la paliza electoral del domingo pasado, con lo cual hay muchas cosas que se han modificado. Ciertamente, hay muchas cosas en juego en este momento, el gobierno y la coalición están empeñados en tratar de revertir este resultado de noviembre, tratando de dar vuelta las cifras. Ahora, si lo logra o no lo logra es en una cuestión de vida o muerte más para Cristina Kirchner que para Alberto Fernández, que si pierde las elecciones de noviembre va a ser otro hito más de su mala gestión, pero si pierde, para Cristina Kirchner puede tener otras consecuencias más profundas.

¿Qué tipo de consecuencias más profundas?

La vicepresidenta está luchando en tribunales contra distintos juicios por corrupción. Algunos de las cuales ya están enviados a un tribunal oral, que la justicia, por lo menos en la Argentina, siempre mira la política antes de actuar. Obviamente que un cuadro adverso al oficialismo puede, digamos, modificar ciertos procesos que en este momento se están desarrollando con mucha lentitud. Por eso, si ellos pierden la elección de noviembre, de acuerdo a los guarismos que obtuvieron el domingo pasado, la situación tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados puede ponerse aún más complicada para el oficialismo y todos los proyectos para reformar la justicia que tiene el gobierno, porque no podrían avanzar.

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La oposición trata de hacer su juego. Acá efectivamente hay una disputa de quién va a mandar en la reorganización de gobierno y es un proceso que está abierto y no está resuelto. Claramente, esto ha demostrado que no hay un sistema racional de toma de decisiones dentro de la coalición oficialista y que eso está conspirando en la búsqueda de una salida racional a esta crisis, que es la crisis más profunda que ha tenido Alberto Fernández desde su asunción.

Estimaciones electorales realizadas por el diario Clarín apuntan que el oficialismo necesitará recuperar más de 5.700 votos por día entre las PASO y el 14 de noviembre para revertir la derrota en la provincia de Buenos Aires. ¿Cree que sea posible remontar los resultados?

La situación del gobierno es una situación muy difícil. Van a intentarlo en base a medidas destinadas a tratar de mejorar la situación o, por lo menos, momentáneamente la situación económica de la gente, tratando de ver si pueden corregir ese sentimiento de desazón y de desánimo y de falta de horizonte que hay hoy en la Argentina. Pero también hay que tener en cuenta que la oposición se mueve, que en dos meses es muy difícil revertir una situación de esta magnitud. Así que obviamente el gobierno no se rinde a dar por perdidas las elecciones, pero es bastante difícil.

El rol de la oposición argentina

¿Cómo ve el rol de la oposición en este momento y de aquí a las legislativas? ¿Cuál debería ser el plan de trabajo del sector de cara a noviembre?

En la oposición se está dando un proceso de recambio de liderazgo. Por ahora se está consolidando en la hipotética candidatura presidencial del alcalde de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, pero me parece que es todavía muy prematuro. Es cierto que este resultado ha demostrado para la oposición que la competencia interna ha sido muy positiva para esas formaciones políticas, porque amplió el alcance de su propuesta. Pero repito, el voto del domingo pasado estuvo más enfocado en votar en contra de la gestión de Alberto Fernández que en favor de la oposición. Es cierto que la oposición tuvo la habilidad para ser uno de los principales canales donde se manifestó ese sentimiento.

La candidata a diputada María Eugenia Vidal se toma una foto con el alcalde de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, tras las primarias, el 12 de septiembre de 2021. Foto: AFP

Después de las legislativas comenzará la carrera por las presidenciales 2023. ¿Qué se puede esperar de la lucha por llegar a la Casa Rosada, especialmente por la disputa en el liderazgo de la oposición?

Es muy prematuro decirlo, porque el gobierno todavía tiene dos años de mandato. Después de noviembre hay que ver si gana. Si gana, los escenarios son totalmente distintos de si los pierde. Y entonces ahí sí el síndrome del ‘pato cojo’ se va a hacer manifiesto si es que pierde.

¿Cómo ve usted el denominado fenómeno de Javier Milei, el candidato a diputado de extrema derecha que logró transformarse en la tercera fuerza política en la ciudad de Buenos Aires?

Es un fenómeno que también se ha dado en otros lugares. En el crecimiento de los extremos, hay que señalar que, por ejemplo, Milei sacó el 13% de las preferencias con un voto bastante juvenil. Pero también que la izquierda trotskista hizo una bastante buena elección, no para disputar la presidencial, pero ha crecido, con lo cual estas situaciones donde las opciones de centro se desvanecen o estaban desvanecidas, hicieron crecer los extremos y, en el desánimo, el sentimiento contra el sistema político, como ustedes conocen en Chile, crecen con velocidad. Después todo se reencauza, pero hay movimiento. En ese sentido, creo que Milei ha interpretado ese momento con un discurso muy antisistema, muy de liberal de derecha y que ha cautivado a una parte del electorado. Pero habrá que ver si es un fenómeno transitorio o es un fenómeno que llegó para quedarse un tiempo más.

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