Víctor Ramos: “Somos un proyecto de cambio. No queremos producir las mismas respuestas de antes”

Es el hombre elegido por Gabriel Boric para liderar la Comisión de Paz y Entendimiento entre el Estado de Chile y el Pueblo Mapuche. ¿Su misión? Abrir caminos políticos para resolver la crisis del conflicto mapuche y, especialmente, diseñar un mecanismo para entregar tierras.


Hay varios diálogos políticos en curso. Probablemente tender puentes en la Macrozona Sur sea una de las conversaciones más urgentes y necesarias para que baje la tensión en las regiones de La Araucanía, Biobío, Los Ríos y Los Lagos. Para esa compleja labor hay un comisionado presidencial designado: Víctor Ramos.

Psicólogo de profesión y militante de Convergencia Social -el mismo partido del Presidente-, Ramos es también magíster en Estudios Sociales Aplicados de la Universidad de Zaragoza, España, y trabajó varios años en la Fundación para la Superación de la Pobreza, poniendo foco en los temas de ruralidad. Es decir, no viene sólo de la academia. Tiene experiencia en terreno y en crear redes.

Entró a La Moneda en abril, cuando la crisis política se había instalado en el Ministerio del Interior de Izkia Siches. Ramos, hombre cercano al Presidente, tomó en sus manos el Plan Buen Vivir. Desde el 11 de noviembre, está a cargo de la Comisión por la Paz y el Entendimiento entre el Estado de Chile y el Pueblo Mapuche.

“Veo voluntad de todos los actores para lograr una salida a este conflicto histórico”, dice al explicar que en esta primera etapa ya ha sostenido reuniones con comunidades mapuches, parlamentarios de la zona, empresarios, alcaldes y gobernadores.

En marzo del 2023 debe entregar el plan de reparación de tierras en la Macrozona Sur.

De todos los temas en agenda, La Araucanía debe ser uno de los más complejos. A usted le toca abrir un diálogo político. ¿Cómo poner de acuerdo a tantos actores distintos?

El Presidente Boric lo expresó en su gira a la zona: aquí no hay atajos ni espacio para la audacia. Este conflicto requiere ser abordado como un asunto de Estado y no sólo de un gobierno. Pero, claro, para eso hay que asumir que construir las bases para una salida de este conflicto que superará la administración gubernamental del Presidente.

Con la crispación en la zona, ¿cuál podría ser esa salida política para zanjar un conflicto que se arrastra por tanto tiempo? Puede ser interpretado como un anhelo pretencioso.

La verdad es que hemos sido muy humildes en tratar de encontrar un espacio político que les haga sentido a todos. Y cuando el Presidente planteó que esta Comisión para la Paz y el Entendimiento se haga cargo de un tema tan complejo como es la devolución de tierras, no fue porque a nosotros se nos ocurriera desde la iluminación. Fue porque, a través de una serie de conversaciones, llegamos a la convicción de que sí podemos encontrar aquel denominador común sobre el cual pudiésemos sentarnos a conversar.

Quizá la incredulidad sea por lo difícil que es buscar un entendimiento en un lugar en que ha recrudecido el conflicto…

Es que no podemos apostar por resolver todos los problemas que tiene este conflicto, porque son múltiples y muy complejos. Pero sí tenemos que empezar por despejar una zona que está en la nebulosa y que distintos sectores hoy lo viven con agobio. Me refiero al tema de la tierra. Efectivamente, el recrudecimiento del conflicto con el cual nos encontramos cuando llegamos al gobierno ha producido un agotamiento de todas las partes. Esto podría traer alivio.

Condiciones climáticas

Usted es parte de la nueva generación que llegó al gobierno. ¿Cómo ha sido observar el conflicto desde aquí? El propio Presidente ha reconocido que otra cosa es con guitarra…

Gobernar también es adecuarse a las condiciones en que te toca navegar. En ese sentido, hay varias condiciones climáticas que tendríamos que haber ponderado mucho mejor.

¿Cuáles?

La pandemia ha producido un efecto muy doloroso en las personas. Ningún país está preparado para afrontar algo así. Hablo de la sociabilización en los jóvenes, la violencia, el encierro de tantos años, la pérdida de familiares... Sólo en esa esfera ahí hay un terremoto. Súmale el encarecimiento de la vida y que hemos estado cruzados por un proceso constitucional que no termina de cerrar. Hay varios autores que hablan de una policrisis.

¿Y cómo ensamblan esos factores con el tema mapuche?

En que resulta necesario ponderar e incorporar esos factores junto con el malestar de arrastre que tiene este país, por el modelo, por las injusticias, por las desigualdades. Todo eso, sumado a una falta de reconocimiento de un pueblo como el mapuche, creo que ha generado una combinación muy compleja de abordar.

No cantar victoria

En estos últimos años, la gran crítica es que el Estado de Chile retrocedió en esa zona. ¿Qué tan difícil es recuperar presencia?

El primer reflejo que aparecía en el espacio de los diálogos que hemos tenido era de rabia, de frustración, de abandono. De promesas incumplidas, de la ausencia del Estado. Hoy día es otro el clima que se está respirando. Es lo que nos muestran los testimonios que hemos recogido en el cono sur de Arauco, donde están Cañete, Contulmo, Tirúa y en Alto Biobío. Esa es una zona que, al inicio de nuestro gobierno, constantemente aparecía con conflictos asociados a la violencia. Lo digo para que también pongamos las cosas en cierta perspectiva…

¿Diría que bajó la violencia?

No quiero cantar ningún tipo de victoria. Es tan frágil todo y es tan poquito tiempo el que llevamos trabajando, que hay que cuidar el proceso. Pero sí hay un clima distinto.

¿También hay un diagnóstico distinto?

Cuando tienes una crisis de seguridad y tienes que poner orden, porque es lo que la gente anhela, también tienes que redoblar los esfuerzos para avanzar más rápido en materia social. Esa es la estrategia central que marcó el Presidente al entregar una hoja de ruta integral.

¿Qué no sea sólo seguridad?

La seguridad es un aspecto que está en manos del Ministerio del Interior. Luego está el plan Buen Vivir, que aborda un aspecto social y acelera la presencia del Estado en esa zona con una perspectiva intercultural. Pero también hay que resolver aquellas crisis de arrastre que han producido tanto conflicto en la zona, como es el tema de la tierra. Creemos que esa combinación nos puede acercar a lograr un entendimiento en la zona.

Restitución de tierras

Desde que llegaron al gobierno ya se han declarado 13 estados de excepción. La zona es controlada por militares. ¿Es frustrante para usted?

Es completamente frustrante y no sólo para mí. Lo es para nuestro gobierno. No nos gusta el estado de excepción, pero dentro de las responsabilidades que tiene el Estado es usar todas las herramientas disponibles para garantizar la seguridad. Al mismo tiempo, hay que apurar los procesos sociales que se demandan. No puede ser que tengamos personas todavía viviendo sin agua potable, sin caminos para trasladarse. Hay que resolver problemas muy difíciles y que no se pueden seguir escondiendo debajo de la alfombra, como es el tema de tierras.

¿Hay claridad sobre cuál es la dimensión de la demanda de tierras?

No todavía. Ese es el primer consenso que se tiene que producir entre los actores de la zona. ¿Cuánta tierra es? ¿Dónde? ¿A quién se le debe? Eso es fundamental para dar una respuesta como Estado. O sea, tiene que ser público y explícito para todas las partes. El reconocimiento ya es un mecanismo de reparación.

El tema es cómo lograr el consenso, establecer una mirada común.

Lo primero es recoger la demanda. Luego poner a los técnicos de las distintas partes a producir un consenso sobre esa demanda, cuantificarla y desde ahí proponer diferentes fórmulas.

¿Eso es lo que va a hacer la comisión presidencial?

Esta es una comisión distinta. Es más parecida a lo que pueden ser comisiones basadas en los derechos humanos, donde tú tienes que recoger antecedentes.

¿Antecedentes históricos, geográficos...?

Esto va a requerir de acompañamiento jurídico, topográfico, antropológico, sociales y económicos también. Ya estamos buscando distintos tipos de apoyo con embajadas, con distintas universidades, con el fin de ir construyendo el soporte y el acompañamiento técnico y formativo.

¿Cómo así?

Las comunidades siempre entran en una asimetría de poder y conocimiento frente a esto. No es lo mismo que una forestal pueda presentar sus antecedentes a que lo haga una comunidad mapuche. Por lo tanto, tenemos que velar por reducir las asimetrías de poder y velar porque haya un enfoque intercultural cuando recogemos esa información y esa demanda.

O sea, ¿que las partes lleguen en igualdad de condiciones?

Exacto. La escala comunal podría ser un mecanismo. Es más fácil ir recogiendo esas demandas desde allí.

¿Y qué va a pasar cuando tenga un choque de peticiones y dos sectores digan “esta tierra es mía”?

En esta Comisión por la Paz y el Entendimiento no vamos a poner en disputa, por ejemplo, ciudades que están construidas sobre títulos de merced. Lo que tenemos por delante es determinar, dimensionar y construir mecanismos de reparación con esas tierras.

¿Qué tipo de mecanismos podrían ser?

Pueden ser diversos mecanismos de reparación. Desde una restitución de tierra concreta a una indemnización u otros mecanismos que la propia comisión determine. Quiero destacar que, hasta ahora, nos hemos encontrado con la buena voluntad de todo el mundo.

¿Sí?

Después de la gira del Presidente notamos un cambio de clima. No es igual a como veníamos trabajando.

¿No es lo mismo que cuando estaba la exministra Izkia Siches? ¿Eso quiere decir?

Yo creo que nosotros hemos contribuido a producir un cambio de clima. Me he encontrado con reacciones muy positivas después del anuncio de la comisión. Siento que hoy existe la esperanza de que hay un camino, que se puede. Ojalá podamos hacernos cargo de una herida que ha estado abierta durante largo tiempo. Muchas veces se nos critica…

¿Respecto de qué…?

Se dice que como gobierno no nos hacemos cargo de las urgencias del presente y que tampoco estamos resolviendo las crisis de arrastre. Este es un ejemplo de que a través del Plan Buen Vivir podemos ir respondiendo a las urgencias de hoy, pero también a aquellos anhelos más progresistas de resolver crisis que se sostienen sobre desigualdades. Aquí les podemos dar una respuesta política. Me refiero a tener la capacidad de acompañar y fortalecer una salida como Estado. Eso también puede ser una señal.

¿Una señal?

Sí, una señal de que nosotros somos un proyecto de cambio. No queremos producir las mismas respuestas de antes. Ya vemos que esas respuestas no resolvieron el problema. Y sabemos que cuando quieres producir cambios, tienes que ser capaz de producir grandes acuerdos. En eso estamos enfocados.

¿Cree que antes no hubo voluntad política para resolver el tema mapuche?

Yo creo que se consideraba que este conflicto se podía administrar, pero que no era tan importante de resolver. Para nosotros es fundamental.

¿Por qué? ¿Qué se juega el gobierno de Boric en este tema?

Más que el gobierno, el tema es qué nos jugamos como país. Tenemos que ir cerrando crisis. Encontrar vías políticas, porque la deriva que pueden tomar estos conflictos puede tener consecuencias brutales para la población. Si queremos que este país sea un lugar seguro y tranquilo para las generaciones que vienen, tenemos que ponerles atajo a estos problemas de arrastre que van más allá de un gobierno. Siento que hoy existe una amplia voluntad política para hacerlo.

¿Se están tejiendo nuevas confianzas?

Diría que hemos ido construyendo una posibilidad. Todavía no es un camino. Ojalá que lo sea. Pero ya hay una nueva conversación con todo el arco político y social de la zona. Hoy día contamos con una oportunidad que nadie debe desaprovechar: hay una disposición a ceder. Esa voluntad la he visto en todos los sectores.

¿Llegar hasta aquí ha significado cambiar o renunciar al plan con el que llegaron al gobierno?

Jamás vamos a renunciar, como proyecto político, a resolver las crisis de arrastre que tiene el país y la desigualdad histórica que nosotros percibimos. Eso sería arriar todas nuestras banderas. En un sentido estratégico, eso sería abandonar la razón por la cual te eligieron. Por eso es que la vía política es tan importante

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