Simbolismos

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Una casa de estilo francés de los años cincuenta que denota a fuego intenso el amor por los objetos de la dueña de casa. Simbolismos que van, que vienen, que nos hablan de una pasión inmaculada de ella por la cultura, por el saber, por la religiosidad y la mixtura de los pueblos ancestrales. Nada aquí está al azar; todo llega al corazón.




La dueña de esta casa tiene un aura mágica. Nos recibe preciosa, y preciosa es su casa también. Poseedora de un gusto exquisito por la decoración, conocedora de la cultura de América Latina, amiga de artistas nacionales y extranjeros, ella construyó paso a paso su casa de estilo francés de los años cincuenta para ser amada, querida, cuidada. Y así palpamos cada obra de arte, cada mueble, cada alfombra, cada detalle como si visualizáramos su vida entera; vivió tres años en Guatemala, ha recorrido anticuarios y Chile entero en búsqueda de sus más preciados tesoros. Tesoros de ayer, que nos hablan de un pasado y un futuro, futuro glorioso.

Aquí nada está al azar, cada cosa, cada objeto tiene un significado y simboliza algo. Y la dueña de casa lo conoce muy bien. De modo que ella fue recolectando detalles, además de recibir objetos bellísimos de sus padres, como herencia. "Mis papás eran unos grandes coleccionistas, me crié en un lenguaje de arte, del amor por los objetos; desde vidrios hasta cosas populares, todo eso armó mi imaginario para plasmarlo en mi casa hoy".

Y así vamos recorriendo la casa. En el living nos topamos con objetos y mobiliario que generan un contrapunto entre una época y otra. Vemos un sillón victoriano en contraposición con otro antiquísimo del Tíbet. Luego la mirada se traslada a un imponente sofá Matta antiguo, elevado con una mesa de centro barroca hecha con maderas nobles. Después están las infinitas colecciones: candelabros, incensarios incas, ollas mayas e incas, huevos de cerámica lenca –un grupo mesoamericano precolombino que ocupaba parte del territorio de Honduras y de El Salvador. Hoy es una cultura extinta–; una infinidad de obras de arte que se adhieren a nuestro sentido de la vista y a nuestra sensibilidad. "Siento que en mi casa hay muy buenos artistas, de peso, entre ellos están los fundamentos del arte chileno que son Roser Bru, José Balmes y Gracia Barrios. También tengo otras obras de arte, las que me hacen mis nietos (ríe). Están también Samy Benmayor, Bororo, y una fotografía inmensa del artista guatemalteco González Palma, uno de los grandes artistas de América Latina", detalla. Luego continúa: "Los huevos lenca hablan de la fertilidad. Cada ritual de siembra y cosecha está simbolizado por los huevos. En la tierra iban enterrando estos huevos". Nos vamos de la casa con el corazón lleno. Qué gusto da conocer a alguien que sabe, que conoce la importancia de los objetos, no solo por su belleza, sino también por su trasfondo, sea cual sea.

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