¡Sin desperdicio!

Fotos: Agradecimientos Fundación Rekaba y Tierra Hotels.

La explotación de los recursos naturales ha provocado un agotamiento de materias primas. Es aquí cuando las mentes creativas ven el valor de la basura, tomándola como material para elaborar objetos que adquieren identidad local.




Tejedora de mares

Orieta Caucaman vive, junto a sus hijos, en el pueblo de Detif, ubicado en Chiloé. Hace cuatro años, un día caminando por la playa, comenzó a recolectar retazos de redes que arrojaba el mar a la orilla, producto de la actividad pesquera.

Con la memoria viva de su madre que hacía cestería en manila y junquillo, y gracias a un canasto hecho por sus hijas que desarmó, comenzó a tejer cestas de diferentes portes con los trozos cortos, largos, blancos y de colores que primero lava y luego deja secar para poder tejer por las noches.

Fibras de redes recolectadas en las playas de la isla Lemuy es la materia prima utilizada por Orieta Caucaman para dar forma a sus canastos, tejidos con técnicas tradicionales de la zona.

Sus obras, hechas en un 100% con basura plástica reutilizada, son comercializadas en ferias locales y vendidas a vecinos. Pero el arte de Orieta está conquistando nuevos mercados. Hace un año Tierra Hotels, junto a Fundación Smartrip y Parley Chile, reconocieron su labor, no solo en la limpieza de playas que hace todos los días para recolectar su materia prima, sino que también por impulsar la reutilización de residuos. “Me siento orgullosa de mi trabajo, de hacer un arte que le guste a la gente y que este sea trabajado con materiales de desecho”, nos cuenta Orieta.

Tel: + 569 33734040

Hoy la labor de Orieta Caucaman forma parte del Reporte de Sustentabilidad de Tierra Hotels y Ski Portillo, quienes además decidieron apoyarla a través de limpiezas de playas organizadas con voluntarios, para que pueda contar con grandes cantidades de fibras para el tejido de sus canastos y mantener limpia la playa de Detif.

Plástico redimido

De la necesidad de ser un factor de cambio, transmitir conocimientos y técnicas sobre reutilización y reciclaje, además de cuestionar los hábitos de consumo para cambiar la perspectiva de lo que es un residuo, nació Fundación Rekaba, una organización sin fines de lucro ubicada en Puerto Varas y gestionada por tres potentes mujeres: Anita Carreño, Úrsula Graf y Francisca Vallejos. “Queremos ser una fundación que genere un impacto social, que promueva la vida sustentable desde y junto a la comunidad a través de la educación. Apuntando a la generación de nuevas oportunidades sociales y laborales a través de espacios de colaboración y cocreación de productos innovadores basados en el reciclaje, reutilización y reducción de residuos plásticos domiciliarios”, cuentan.

“Trabajamos el proceso completo desde la valorización del residuo, mal llamado ‘basura’, como un recurso valioso; un material tan duradero como el plástico es irracional usarlo de forma descartable”, señalan desde Fundación Rekaba. En la foto, Anita Careño, Úrsula Graf y Francisca Vallejos.

Con cuatro máquinas logran reciclar tres tipos de plásticos domiciliarios: HDPE Nº 2, PP Nº 5 y PS Nº 6. El plástico proviene de familiares y amigos, y mantienen una alianza con una empresa local de reciclaje a domicilio. “El proceso comienza con la recolección del material, la cual es muy difícil, ya que la disposición de estos no siempre es correcta y el 60% de lo que recolectamos no viene rotulado según el tipo de plástico, por lo que es imposible reciclarlo. Luego de tener suficiente material se deben separar etiquetas, tapas y otros materiales insertos en los envases, para ser abiertos y lavados. Una vez secos comienza el proceso de prepicado y triturado en la chipeadora, donde reducimos su volumen y los clasificaremos por tipo de plástico y colores. Esta primera etapa es la más lenta, pero es fundamental para preparar una materia prima valiosa y de calidad para usarla en las otras máquinas”, cuenta Anita Carreño.

Para trabajar con los plásticos tuvieron que aprender cómo se comportan y reaccionan bajo diferentes condiciones y temperaturas. “Las máquinas aplican calor al plástico, lo derriten y comprimen en diferentes formas para luego ser enfriado y obtener su forma sólida. La extrusora puede trabajar de forma continua para crear un hilo plástico, de diferentes espesores según la boquilla. Con la inyectora se pueden obtener de forma rápida objetos pequeños y precisos en base a moldes. Por último, el horno compresor es un proceso más lento donde se pueden crear láminas o formas precisas con moldes y contramoldes”, explican.

Además de desarrollar productos realizan capacitaciones y talleres y forman proyectos de gestión ambiental, asesorías y programas para empresas y organismos que están buscando hacer un cambio dentro de sus procesos y equipos.

Hoy tienen un catálogo de varios productos y también trabajan a pedido. Venden de forma directa, a través de plataformas y portales de economía circular y muy pronto a través de su página web.

www.rekaba.org / @rekaba_chile

Nuestra apuesta es ser un referente en reciclaje y tecnología, convertirnos en un centro abierto, comunitario y colaborativo donde converjan diferentes iniciativas bajo el concepto de un sistema de economía circular como método productivo sustentable, generando oportunidades a través del oficio del plástico y a la vez promoviendo el desarrollo de buenas prácticas ambientales sostenibles en el tiempo

dice Anita Careño, de Fundación Rekaba.

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