El día que comenzó a escribirse la leyenda de Lewis Hamilton

El británico se coronó campeón de la F1 e igualó los siete títulos de Michael Schumacher. Su camino al Olimpo se inició hace 12 años, con una de las definiciones más emocionantes en la historia de la categoría madre del motorsport.




Lewis Hamilton celebra. Lo que ha sido una constante en los últimos años, ahora tiene un significado más especial. Tras su victoria en el Gran Premio de Turquía, donde salió desde la sexta posición, el británico se coronó campeón del mundo por séptima ocasión (2008, 2014, 2015, 2017, 2018, 2019, 2020), emparejando la mítica cifra de Michael Schumacher.

El logro del británico demuestra la enorme hegemonía que ha logrado junto al equipo Mercedes y le permite lucir los mayores números en la historia, ya que además es el piloto con el mayor número de victorias, el que ha ganado más poles, el que ha sumado más puntos…tiene prácticamente todos los récords.

Pero el ascenso al Olimpo del automovilismo no fue sencillo, de hecho, su primer título todavía es recordado como uno de los más emotivos que se tenga memoria.

Todo ocurrió el 2 de noviembre de 2008. La cita era en Interlagos, Brasil, jornada que ponía punto final a la temporada con dos pilotos peleando por el título.

El favorito, debido a la ventaja con que llegaba, era Lewis Hamilton (McLaren-Mercedes) que aterrizaba en Brasil acompañado incluso por su novia de esos años, la cantante Nicole Scherzinger. El británico, en su segunda temporada en la F1, ansiaba sumar su primer título y sacarse la espina del año anterior, cuando en el mismo Gran Premio de Brasil sucumbió ante Kimi Raikkonen.

Pero el otro contendor tenía la ventaja de la localía. El brasileño Felipe Massa con su Ferrari buscaba hacerse un lugar en la historia y seguir los pasos de Ayrton Senna.

Los números, eso sí, inclinaban la balanza para Hamilton y las apuestas estaban todas a su lado. Para campeonar, le bastaba terminar en el quinto lugar, independiente de lo que hiciera Massa. Podía ser una carrera tranquila para Hamilton, pero la lluvia de esa tarde cambiaría un poco las cosas.

En el emblemático trazado paulista, Massa hizo la tarea y dominó la carrera sin contrapeso de principio a fin. Pero no le alcanzaba con eso, además debía tener entre él y Hamilton a cuatro pilotos. Sería un milagro si ocurría.

Y los ruegos al parecer se hacían escuchar. Tras el brasileño aparecían Fernando Alonso (Renault), Kimi Raikkonen (Ferrari) y Sebastian Vettel (Toro Rosso). Le faltaba uno. Y ese nombre fue el de Timo Glock (Toyota).

La locura era total en Interlagos. Glock se instalaba en el cuarto lugar gracias a una estrategia de no entrar a boxes para cambiar sus neumáticos de piso seco y Hamilton quedaba en la sexta posición, tras verse sobrepasado por el Toro Rosso de Vettel. Hasta que una ayuda “externa” vino a empujar el auto del británico.

Durante las últimas vueltas, la lluvia se hizo más fuerte en Sao Paulo y el Toyota de Glock, que no había cambiado a neumáticos de lluvia, empezó a perder segundos frente a la mirada desesperada de los asistentes. Así fue como Vettel comenzó a acercarse, mientras Hamilton no lograba recortarle distancia al Toro Rosso.

“Fue horrible. Solo recuerdo que Sebastian estaba justo ahí, pero no podía llegar a él. Era como si mi madre estuviera en el borde de un acantilado y no poder hacer nada para agarrarla”, contaría años después a ESPN el británico acerca de esos minutos.

Entonces vendría un desenlace que parece sacado de una película y empezaba a escribirse la primera hazaña de Hamilton, quien salió con todo en la última vuelta.

En la punta, Massa seguía liderando y cruzó la meta en primer lugar, lo que provocó el festejo total en Ferrari. “Me acuerdo de que mi padre y yo le pedimos a la gente que se calmara, mi madre estaba empezando a llorar y mi padre le dijo ‘no, no, espera, no hasta que termine’. Le decíamos a la gente que esperara porque aún no había terminado”, reconocería posteriormente el hermano de Massa.

La celebración duraría 39 segundos. El McLaren de Hamilton, siguiendo el camino de Vettel que adelantaba al Toyota, avanzó con tal fuerza que en la última curva le descontó los 15 segundos a Glock y cruzó la línea de meta en la quinta posición, llegando a los 98 puntos que necesitaba para coronarse como el campeón más joven de la F1 (23 años), superando por apenas una unidad al brasileño. Fue tan impactante la escena, que el propio Bernie Ecclestone diría que fue el mejor momento de la historia de la Fórmula 1

La desazón en Interlagos era absoluta, solo comparada con el Maracanazo de 1950, cuando Uruguay le arrebató la final de la Copa Jules Rimet a Brasil, incluso, en la imagen televisiva se ve como un mecánico de Ferrari rompía con su cabeza un muro plástico en el que estaban los familiares de Massa. Y los dardos apuntaban a Timo Glock, aunque la rabia se dirigía contra todo lo que estuviese asociado a Hamilton, de hecho, crónicas de la época dicen que mecánicos de McLaren tuvieron que abandonar el circuito con ropa de otros equipos para evitar la furia de los hinchas.

Pero el más damnificado fue Timo Glock. Aquella jornada lo persiguió por años, convirtiendo ese 2 de noviembre en uno de los momentos más amargos de su carrera, tal como reconoció una década después en ESPN. “Hubo un par de periodistas que fueron muy agresivos, sobre todo italianos, culpándome y diciéndome que lo había hecho a propósito y que debía ser algo planeado antes de la carrera y preguntándome cuánto me habían pagado Mercedes y Lewis”.

El alemán no entendía la reacción de los fanáticos. “Pensé que nunca estaría en esa situación. No podía creer que la gente pensara que de alguna manera había planeado eso con Lewis antes de la carrera. ¿Cómo íbamos a saber que la meteorología sería así antes de la carrera?”, dijo.

Lo lamentable fueron las palabras de los aficionados y las amenazas que recibió. “A mi familia, a mi padre y a mi madre, les llegaron cartas preguntando cómo había hecho eso y diciendo que la gente debería haberme pegado un tiro y que no debería seguir en el deporte. No me podía creer que la gente fuera tan mala, era bastante extremista”, comentó el ocasional protagonista de esa historia que se escribió en la última curva y que abrió la leyenda de Hamilton, el nuevo heptacampeón de la Fórmula 1, quien años después reconocería que ese campeonato no sería el más festejado.

“2008 fue mi segundo año en la F1 y no pude disfrutarlo realmente, no entendía qué acababa de pasar. No sé por qué, pero no lo disfruté tanto como el de 2014. Ahí tenía ya 29 años, lo asimilé todo mejor y recogí los frutos de mi trabajo y el de mi familia. Fue una sensación fantástica”. Ahora habrá que esperar para saber si el salto a la historia como el mayor campeón entra en ese refugio de los mejores momentos.

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