Casos de corrupción y violencia provocan nueva derrota histórica del PRI

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El Presidente de México, Enrique Peña Nieto, saluda junto a sus familiares a los seguidores después de emitir su voto, el domingo, en Ciudad de México.

El candidato presidencial del oficialismo, José Antonio Meade, quedó en el tercer lugar. La colectividad perdió todas las gobernaturas que estaban en juego.


"Aprende de tus errores", "prepárate para una crisis", "mantén la calma". Estas son las frases que están escritas en la escalera que lleva hacia la dirigencia del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en la sede de la colectividad en Ciudad de México. Una suerte de presagio para el partido más antiguo del país y que gobernó ininterrumpidamente en México durante 71 años hasta 2000, para luego retomar el poder bajo el alero de Enrique Peña Nieto en 2006 y que ahora se encuentra profundamente debilitado.

Por un lado, no solo su candidato José Antonio Meade tuvo un pobre desempeño en los comicios presidenciales, con 16,3% de los votos, sino que también perdieron todas las gobernaturas que estaban en juego, y en el Congreso también quedaron debilitados, con 16,31% de las preferencias en el Senado, y 15,68% en la Cámara de Diputados.

"Durante la campaña se fue desdibujando el PRI, era esperado que les fuera a ir mal y ante esto muchos priistas decidieron brincar del barco. El partido como tal se queda en los huesos, se quedaron solo con el corazón del partido y les va a costar mucho tiempo reconstruirse", dijo a La Tercera, Vidal Romero, analista mexicano. "Por ejemplo, en la anterior derrota del PRI en 2000, en ese entonces tenían más de la mitad de las gobernaturas, el Senado, es decir, tenían muchas otras fuentes de poder y de recursos, por lo que no fue tan difícil recuperarse", añadió.

"Cuando se es partido en el gobierno, se lleva el costo de las buenas decisiones, pero también de las cuestiones que le puede reclamar la ciudadanía al gobierno. Reconocemos los logros y los aciertos que ha hecho este gobierno, en algunas partes, como en materia de seguridad se quedó corto, hubo cosas que se pudieron hacer mejor", dijo a La Tercera la diputada del PRI, Mariana Benítez.

Existe un consenso entre los analistas que la violencia, que se encuentra a niveles críticos, ha sido uno de los principales problemas que enfrentó Peña Nieto y que derivaron perjudicando al partido. De hecho, 2017 se cerró como el más violento de la historia reciente del país, con un tasa de más de 20 homicidios por cada 100.000 habitantes, superior a la media de la región y mayor al máximo que había alcanzado en 2011.

A ello se suma el mal manejo por la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa en Iguala en 2014, los reportes de la lujosa mansión de la primera dama, Angélica Rivera y varios casos de corrupción en los que han estado involucrados, por ejemplo, los exgobernadores de Veracruz y Quintana Roo.

"Ya desde la campaña se veía que el PRI iba a entrar en una crisis profunda. Esto no quiere decir que vaya a perder el registro, pero que iniciarán un proceso en el que se va a ir desintegrando e incluso desmoronando y transfiriendo muchos de sus sectores, sindicatos, agrupaciones, militantes a Morena. Se va a reconstruir en Morena, la esencia del PRI. No todos los priistas se van a ir para allá. Hay algunos que no. Hay muchos que no coinciden para nada con Morena, pero la base sí", explicó a La Tercera el analista José Antonio Crespo.

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