Comercio, seguridad y derechos humanos: las áreas donde se prevé mayor tensión global con el tercer mandato de Xi

El nuevo Comité Permanente del Politburó del Partido Comunista Chino recibe a Xi Jinping en el Gran Salón del Pueblo, en Beijing. Foto: Reuters

Mientras el secretario general del Partido Comunista Chino acumula más poder para sí al interior del país, los analistas ven con preocupación la posibilidad de un enfrentamiento más abierto entre Beijing y Occidente.


Luego de agradecer a los cerca de 2.300 delegados que terminaron por confirmar su histórico tercer mandato este fin de semana, Xi Jinping mandó un mensaje mas amplio: “China no se puede desarrollar sin el mundo, y el mundo también necesita de China”. Terminado el XX Congreso Nacional del Partido Comunista Chino, Xi fue reelecto como secretario general del PCCh, rompiendo la tradición de dar un paso al costado al cumplir la década del poder.

El evento, que duró una semana y donde se eligen las autoridades máximas del partido gobernante cada cinco años, terminó con todo a favor del presidente: el Comité Permanente del Politburó eligió a sus siete miembros, y si por un lado se jubiló a dos de los comisionados que pertenecían a una facción más “liberal” del partido, por el otro entraron exclusivamente aliados de Xi. El experto de la Universidad Nacional de Singapur, Alfred Wu, señaló al respecto: “Son todos hombres de Xi, lo que demuestra que pretende gobernar incluso más allá de un tercer mandato, o sea, después de 2027″.

A pesar de una concentración casi total de los poderes, Xi tendrá que hacer frente a una economía en fuerte desaceleración, una rivalidad exacerbada con Estados Unidos y críticas internacionales por la situación de los derechos humanos. Sobre este último tema, los activistas dicen que el gobierno de Xi quiere desviar las críticas a los abusos cambiando la definición de derechos humanos de la ONU.

Xi dice que “el sistema mundial está roto y China tiene respuestas”, dijo William Callahan de la London School of Economics. “Cada vez más, Xi Jinping habla del estilo chino como un modelo universal del orden mundial, que se remonta a un tipo de conflicto de la Guerra Fría”, comentó el experto citado por The Associated Press.

Un hombre lee el diario en Beijing. Foto: Reuters.

Los últimos años han visto una creciente rivalidad entre Estados Unidos y China, que incluyó la guerra comercial que tuvo lugar en 2018 y la más reciente visita a Taiwán por parte de la líder de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. Este mes, el Presidente Joe Biden publicó la “Estrategia de Seguridad Nacional”, donde acusó a China de intentar “erosionar las alianzas de Estados Unidos” y “crear condiciones más permisivas para su propio modelo autoritario”. Síntoma claro de la abierta rivalidad entre ambos países, el documento proponía “sobrepasar a China” en alianzas políticas y “gobernanza global”, así como en negocios, tecnología y asuntos militares.

En lo tecnológico, Xi habló de “construir una autonomía y fuerza en ciencia y tecnología”. Algunos de los esfuerzos hechos por China para reducir su dependencia de la tecnología occidental y japonesa, creando vehículos eléctricos y energías renovables propias, han llevado a Occidente a quejarse con Beijiing por supuestas violaciones a los acuerdos de libre comercio, ya que protegería más a las empresas chinas.

China está creando su propia industria de chips, pero según indican los analistas, está generaciones atrás de los líderes globales. “Beijing no pretende aislar a China, pero quiere reducir esa desventaja alcanzando a los otros países”, indicó Alicia García-Herrero, de Natixis, un banco francés de inversiones, citada por The Associated Press. Según la experta, esto implicaría inversión estatal, lo que podría “crear cierta tensión”.

Un miembro del Ejército Popular de Liberación de China mira con sus binoculares durante los ejercicios militares en el estrecho de Taiwán. Foto: AP

En términos de diplomacia, la administración Xi ya venía usando su capacidad económica como una herramienta para negociar política y seguridad. Cuando el gobierno australiano pidió una investigación sobre los orígenes del Covid, China bloqueó las importaciones de vino de aquel país, junto con la carne y otras importaciones. Este año, Beijing ya había intentado hacer un pacto de seguridad con 10 islas del Pacífico, y los oficiales de policía de las Islas Salomón ya están siendo entrenados en China. William Callahan, de la London School of Economics, señaló que se está buscando un “sistema de seguridad centrado en China”.

“Beijing quiere ser un líder mundial, y parte de eso es, desde su perspectiva, ser un líder en la política dura de la seguridad global”, señaló el experto. Por otro lado, en estos últimas años se ha visto un cambio entre los embajadores chinos, en lo que se ha conocido como la “diplomacia de lobo guerrero”, en la que los representantes del país son más confrontacionales que antes. Este en uno de los cambios más notorios desde que, en 2013, Xi Jinping tomara el poder, y no se espera que esto se atenúe durante su tercer mandato.

Andrew Small, el autor del libro No Limits: The Inside Story of China’s War with the West (Sin límites, la historia interna de la guerra de China contra Occidente, en inglés) señala: “Es claro que Xi piensa que China ha entrado más en un período de lucha en la arena internacional, más que un período de oportunidad. China está más abiertamente comprometida en una sistemática rivalidad con el Occidente, mucho más asertiva, más abierta a posiciones ideológicamente hostiles, haciendo más esfuerzos para construir contracoaliciones a su talla”.

Xi Jinping recibe a los medios luego del XX Congreso del Partido Comunista Chino. Foto: Reuters

Los discursos y reportes presentados por Xi en el último congreso del partido, apuntan los expertos, no revelan algún cambio mayor respecto a la política china hacia Taiwán. Bonny Lin, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, apunta en otra dirección: la reorganización del Ejército chino, que podría dar pistas de un “deseo de hacer más progresos en la unificación de la isla”.

El ascenso de He Weidong a la Comisión Militar Central, un excomandante de la parte del Ejército que supervisaba el estrecho de Taiwán, “sugiere que Xi está tomando muy seriamente la posibilidad de una crisis militar o conflicto, y quiere asegurar que el Ejército Popular de Liberación esté listo”.

En esa misma dirección, Xi habló en sus últimas alocuciones sobre implementar mejoras tecnológicas en el Ejército. “Trabajaremos más rápido para modernizar nuestra teoría, personal y arma militar. Vamos a expandir las capacidades estratégicas de nuestro Ejército”, señaló el secretario general la semana pasada. El Ejército Popular de Liberación es hoy el segundo más grande del mundo, solo después del estadounidense, y está intentando aumentar sus capacidades a través del desarrollo de misiles balísticos.

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