El crimen organizado provoca el mismo número de homicidios que las guerras

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La calle donde vivía "Franky Boy" en Staten Island.

Un millón de muertos han generado ambos fenómenos entre 2000 y 2017, según informe de la ONU difundido ayer. El reporte contabiliza 464 mil asesinatos en 2017 en todo el mundo, y América Latina tiene la mayor tasa.


Desde el inicio del siglo XXI, el crimen organizado ha equiparado el número de homicidios con el de todos los conflictos armados, con cerca de un millón de muertes. Esa es una de las preocupantes conclusiones que revela el informe "Estudio mundial sobre el homicidio 2019", publicado por la Oficina de Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (ONUDD), que cifra en 464.000 el número total de asesinatos violentos en 2017 en el planeta. En 1990, la cifra de asesinatos alcanzó los 362.000.

Pero una particularidad en los datos del último informe es el alto número de homicidios relacionados a la actividad criminal y al crimen organizado. "La actividad criminal causa muchas más muertes que los conflictos armados y el terrorismo combinados. Las 464.000 víctimas de homicidios superan con creces a las 89.000 personas que murieron en conflictos armados y las 26.000 víctimas fatales de violencia terrorista en 2017", apunta el informe. Dentro de la actividad criminal, el crimen organizado acaparó el 19% de todos los asesinatos registrados ese año. "El crimen organizado por sí solo puede ser una fuente importante de violencia letal", agrega.

"Los grupos de crimen organizado buscan ganar tanto dinero como sea posible. Y para hacer esto, quieren intimidar no solo a posibles competidores criminales, sino también a los funcionarios de la ley y del gobierno. Mientras más homicidios cometen los grupos de crimen organizado, más poderosos se vuelven", explicó a La Tercera David Carter, profesor de justicia criminal en Michigan State University, quien recuerda como ejemplo los casos en los años 80 de los carteles de droga en Colombia y más recientemente en México.

Así, se estima que durante el período 2000-2017 un promedio de aproximadamente 65 mil asesinatos cada año se relacionaron con el crimen organizado y las pandillas.

América Latina

Latinoamérica es el continente con mayor tasa de asesinatos, es decir, por sobre la media mundial de 6,1, con 17,2 homicidios por cada 100.000 habitantes. Los únicos cuatro países del mundo con tasas de homicidio de más de 40 personas por cada 100.000 habitantes son El Salvador (62,1), Venezuela (57), Jamaica (57) y Honduras (41,7).

"La amplia disponibilidad de armas de fuego en América, junto con la proliferación de pandillas y grupos del crimen organizado, ayuda a explicar por qué muchos países de la región experimentan un mayor nivel de homicidios de lo que cabría esperar de su nivel de desarrollo", expresa el documento de la ONU.

Sin embargo, según indica el mismo informe, la proliferación de grupos de crimen organizado no necesariamente genera altos índices de homicidios. El texto explica que las actividades delictivas organizadas a gran escala, incluido el tráfico internacional de drogas, pueden llevarse a cabo sin mucha violencia si es que el crimen está "bien organizado". Como ejemplo, se menciona que durante la década de los 90 en Europa, grupos de crimen organizado operaron con relativa impunidad, y que a pesar de eso, las tasas de homicidios en la mayoría de los Estados han sido bajas. "En Holanda existe un alto nivel de tráfico de drogas; sin embargo, la tasa de homicidios es comparativamente muy baja", ejemplifica el informe.

Pero el caso en América Latina es sustancialmente diferente y hay que considerar factores como la pobreza y la desigualdad, especialmente en Centroamérica. Los grupos y pandillas del crimen organizado son en gran parte responsable de las altas tasas de homicidios en la región, aunque muchas veces la relación no es directa. "Las altas tasas de homicidios causadas por grupos del crimen organizado pueden aumentar aún más cuando tales grupos pierden el control", advierte el reporte. Un ejemplo de ello es lo que ocurrió después de la guerra contra los carteles de la droga en México. Para 2011, la tasa de homicidios se había triplicado.

"Los diversos grupos combaten para controlar el acceso al mar o las rutas terrestres, para exportar drogas y otros productos ilícitos y para importar armas y otros insumos para la economía ilegal. La población civil en estas zonas está sumamente afectada por este tipo de competencia territorial", señaló a La Tercera Cynthia Arnson, directora del programa para América Latina del Wilson Center, quien cita el caso de la desmovilización de las FARC en Colombia y la aparición de las disidencias.

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