Entrevista a Vincent Twomey, biógrafo de Benedicto XVI: “Su renuncia fue un cambio radical para la Iglesia Católica”

Foto: Reuters

Autor de "Pope Benedict, the conscience of our Age", este sacerdote y teólogo irlandés mantuvo contacto con Ratzinger por más de 35 años e incluso se reunió con él luego de su sorpresiva dimisión como Papa. Twomey está convencido que Benedicto XVI será declarado en el futuro Doctor de la Iglesia y sostiene que su rol como Pontífice fue clave para las reformas que ha impulsado el Papa Francisco.


Desde 1978, Vincent Twomey se reunía todos los años con Jospeh Ratzinger en su calidad de miembro del estrecho círculo de ex alumnos de doctorado del futuro Papa. Un contacto que le permitió, a este teólogo y sacerdote irlandés, tener un acceso único a Benedicto XVI tanto en su periodo como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe como luego, tras su elección como Papa. Una relación que le permitió conocerlo tanto en su dimensión humana como académica y que plasmó a fines de la década pasada en su libro Pope Benedict, the Consciense of our Age. Una obra donde combina el aporte de Joseph Ratzinger a la teología moderna y la historia del simple ser humano nacido en una sencilla familia de Marktl, Alemania, para ofrecer un profundo perfil del hombre que, según él, “tuvo el coraje de ser imperfecto”. Desde Irlanda, donde es profesor emérito de Teología Moral e integra el Iona Institut, un grupo que promueve y defiende los principios católicos en el debate local, Twomey analizó en esta entrevista con La Tercera el legado y la figura del Papa Emérito.

Usted conoció a Joseph Ratzinger cuando era estudiante. ¿Cuáles fueron sus sentmientos y que pensó cuando supo que había decidido renunciar al papado en 2013?

Como el resto del mundo, la noticia de su renuncia fue un shock, aunque no completamente inesperado, porque él parecía estar muy débil y desgastado la última vez que nos reunimos con él, siendo aún Papa, en Castel Gandolfo a comienzos de septiembre de 2012, antes de su viaje apostólico al Líbano. Además, ya había señalado esa posibilidad en su libro-entrevista con Peter Seewald, The Light of the World (2010). Pero su renuncia fue un verdadero shock cuando se produjo -a la vez que para mi fue también un alivio en lo personal.

¿Por qué un alivio?

Porque no tuve que seguir defendiéndolo en los medios irlandeses, que eran vehementemente hostiles hacia él. Como un ex alumno, invariablemente me preguntaban mi opinión sobre cualquier controversia. Incluso antes de que fuera elegido Papa, Joseph Ratzinger tenía lo que se llama “mala prensa” en el mundo anglosajón, que es fundamentalmente anticatólico (y antialemán), pero especialmente en Irlanda. Entre otras cosas, era culpado injustamente por cubrir a los obispos irlandeses de sus escándalos sexuales.

Durante su papado hubo varios temas en su agenda, como su primera encíclica sobre el amor o sus esfuerzos para enfrentar los abusos sexuales en la Iglesia Católica. ¿Cuál diría usted que es el que da cuenta mejor del sello de su papado?

Sin duda su primera encíclica sobre el amor fue un sello de su papado: reúne todo su esfuerzo teológico y pastoral. En relación al manejo de los abusos sexuales entre los clérigos ya como cardenal prefecto había sido implacable en sus esfuerzos para manejarlos adecuadamente con un tono duro de condena -”la inmundicia que mancha a la Iglesia”, como lo puso durante el Vía Crucis en el Coliseo, el Viernes Santo de 2005. Como Papa, mantuvo la presión para manejar esos casos en forma justa y expedita.

Vincent Twomey y Benedicto XVI. Catholic Ireland.Net

Benedicto XVI ha sido descrito por algunos como un Papa Teólogo. ¿Cómo cree que será recordado en el futuro, en la historia de la Iglesia?

Será recordado como uno de los (pocos) grandes teólogos que han ocupado el sillón de San Pedro. Sus escritos teológicos que se extienden por seis décadas -y abordan un amplio espectro de temas teológicos y morales- serán reconocidos en el futuro como los que sentaron las bases de una nueva y floreciente teología. Yo también, como otros teólogos que han descubierto la profundidad, claridad y riqueza de su teología, estoy convencido de que algún día será declarado Doctor de la Iglesia.

Su decisión de renunciar tuvo inevitables consecuencias para el papado. Algunos sostienen que el papado no volverá a ser el mismo tras su renuncia. ¿Está de acuerdo con eso?

Sí, estoy de acuerdo. En cierto sentido, al renunciar, dirigió la atención antes que todo al elemento humano del Papado: pese a su posición destacada, los papas también son frágiles, seres humanos, que pueden llegar al límite de sus fuerzas. Su decisión, sin embargo, fue también una manifestación de su coraje como hombre, que él tiene hasta un nivel heroico. Segundo, nos recordó que el cambio es parte de la naturaleza histórica de la Iglesia, y su renuncia fue un cambio radical. Tercero, quiso dirigir la atención a la primacía de la realidad interior de la Iglesia, es decir la vida de Cristo en el corazón de los fieles. En su discurso de despedida a los cardenales, dirigió la atención a la verdadera naturaleza de la Iglesia. Estuvo inspirado en una cita de Romani Guardini que escribió en 1964, el año en que el Concilio Vaticano II promulgó su Constitución de la Iglesia, que dice que la Iglesia “no es una institución concebida y construida en teoría… por una realidad viviente… (Si no que) vive a través del curso de los tiempos en un proceso de conversión, como todo ser humano, enfrentando cambios… y sin embargo en su naturaleza sigue siendo la misma y su corazón es Cristo”. En esa ocasión, Benedicto agregó: “La Iglesia está viva, creció y está despertando de nuevo en almas que -como la Virgen María- dan la bienvenida a la palabra de Dios y la conciben a través de la acción del Espíritu Santo; le ofrecen a Dios su propia carne”. Esta es la típica interpretación teológica de su renuncia, la Iglesia no está, en el análisis final, definida por la jerarquía sino por la presencia de Cristo en los corazones de los fieles.

¿Tuvo contacto con Benedicto XVI en los últimos años, después de su renuncia?

Sí. Para empezar, nosotros, sus Schuelerkreis (su círculo de estudiantes del doctorado y posdoctorado) seguimos teniendo nuestro encuentro anual bajo su dirección en Castel Gandolfo. Pero sólo nos reunimos con él personalmente en el Vaticano al final del encuentro. Después de su renuncia, celebró la Santa Misa con nosotros, usualmente entregando una extraordinaria homilía, y se reunió individualmete con cada uno al día final del encuentro. En 2016, debido a que tuvo muchas actividades por la celebración de sus 65 años de ordenación sacerdotal (la que atendí) no se sentía bien para celebrar Misa con todos los Schuelerkreis, y sólo se reunión con un pequeño grupo de ex estudiantes formado por jóvenes estudiosos expertos en teología (unos 50 en total). Se estaba poniendo cada vez más débil físicalmente, pero mentalmente estaba tan alerta como siempre. También tuve el privilegio de visitarlo dos años antes en el Monasterio en los jardines del Vaticano. En esa ocasión lo encontré en excelente forma.

AP

En su libro usted recuerda las revueltas estudiantiles de 1968. ¿Cuán fuerte fue el efecto de esos eventos en Joseph Ratzinger?

Tuvieron un profundo impacto. Permítame citar un artículo que publiqué a comienzos de este año que explica por qué: “Una vez premiado con el Agustine-Bea Prize en 1989, el cardenal Ratzinger admitió que en relación a las revueltas estudiantiles la relación de la Iglesia con el mundo había permanecido en la periferia de la preocupación de los académicos. Esto cambió en 1968. Las revueltas estudiantiles ese año y el involucramiento e instrumentalización de la teolgía fueron guiados por la pasión religiosa de una nueva generación. Precisamente cualquiera que deseara defender los reclamos intrínsecos de la religión y la teología ahora estaba obligado a defender algo esencialmente profano y una sensatez política que oponía a una religión que había degenerado en ideología. Esto debía lograrse de tal manera que al mismo tiempo excluía una idea de racionalidad que confunde racionalidad con libertad y, una ceguera en la esfera moral y religiosa”. Esta preocupación básica marcó la larga batalla intelectual de Ratzinger tanto con la gradual secularización de la política en Occidente como el nuevo intento de identidad religiosa y política que marcó el surgimiento de la Teología de la Liberación en América Latina.”.

¿Cree que las reformas impulsadas por el Papa Francisco habrían sido posibles sin los cambios hechos por Benedicto XVI?

Evidentemente, no.

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