Michael Guillen: “Mi corazón está roto por los pasajeros del Titán que perdieron la vida”

Triste por la muerte de los cinco pasajeros del sumergible, el científico recordó su propia odisea en 2000, cuando casi fallece en su viaje al fondo del mar para ver al Titanic.


Cuando Michael Guillen, en 2000, descendió los casi 4.000 metros de profundidad a los que se encuentra el Titanic, el legendario transatlántico británico que se hundió en abril de 1912, lo hizo con cierto resquemor. Su temor al agua y su desconocimiento sobre cómo nadar le generaban reparos, pero su labor científica y comunicacional lo obligaban a bajar y convertirse en el primer corresponsal que informara desde el lugar mismo en que cientos de mujeres, hombres y niños fallecieron cuando la embarcación supuestamente insumergible chocó contra un iceberg.

Pero su viaje le cambiaría la vida, porque no todo salió como estaba planeado. “Esta es una misión muy peligrosa. No importa lo que digas, pero el océano es muy implacable”, aseguró. En medio de una apretada agenda –especialmente por estos días post tragedia del sumergible Titán–, el científico y comunicador estadounidense se tomó un momento para hablar con La Tercera sobre la muerte de los cinco tripulantes de la nave de OceanGate Expeditions, que -al igual que Guillen- pretendían visitar el naufragio del Titanic.

Guillen no solo tiene credenciales para hablar del tema como experto. Posee un triple doctorado por la Universidad de Cornell en física, astronomía y matemáticas, y fue durante años un galardonado profesor de física en la Universidad de Harvard, pero también tiene una veta dedicada a las comunicaciones. Además de periodista, es autor de numerosos libros y fue editor científico de ABC News. Pero, quizás, lo más relevante de su vida fue cuando vivió una experiencia muy cercana a la muerte en su viaje laboral hacia el Titanic, donde recordó que, cuando notó que algo iba mal, “inmediatamente supe que esto iba a ser un problema grave, que era una situación de riesgo para nuestra vida”.

El científico estadounidense Michael Guillen durante un viaje a Groenlandia. Foto: Michael Guillen

El contexto era muy distinto, vale recordar. En aquella ocasión, lo hacía en un sumergible certificado para realizar viajes científicos, mientras que la tragedia del Titán tiene como una pesada sombra la posibilidad de que el vehículo que implosionó, según la Guardia Costera de EE.UU., no estaba preparado. BBC reveló el viernes que Rob McCallum, un destacado especialista en exploración de aguas profundas, fue desoído cuando planteó serias preocupaciones sobre la seguridad de la nave, las que fueron descartadas por el director ejecutivo de OceanGate, Stockton Rush, quien también falleció en la tragedia. “No puedes tratarlo como si fueras a Disneyland”, dijo Michael Guillen a este periódico.

Usted vivió una experiencia dramática cuando bajó al Titanic. ¿Cuándo ocurrió y qué fue lo que pasó? ¿Podría darnos el contexto de aquella situación?

Me invitaron a bajar al Titanic para ser el primer corresponsal que informara desde el lugar en que naufragó el barco, en septiembre de 2000. Al principio, era reticente, porque le tengo miedo al agua. Nunca he aprendido a nadar, y pensé: “Oh, no sé si quiero hacer esto”. Pero soy corresponsal, así que sí, tengo que hacer mi trabajo. Bajé y la inmersión fue estupenda. Tardamos unas dos horas y media en llegar al fondo, y comenzamos por la proa. Hicimos una breve oración por las personas que perdieron la vida allí abajo, hace 111 años, y eso me afectó mucho emocionalmente. El problema empezó cuando nos dirigimos a la popa. Me di cuenta de que, a medida que avanzábamos hacia allá, el sumergible aceleraba en lugar de frenar, y nos encaminábamos directamente hacia la hélice gigante, más grande que el propio vehículo. Y antes de que pudiera notarlo, una corriente submarina nos empujó directo contra la hélice, quedando atrapados entre las aspas y el cuerpo del Titanic. Y enormes, realmente enormes trozos del barco y partes oxidadas del Titanic cayeron sobre nosotros. Inmediatamente supe que esto iba a ser un problema grave, que era una situación de riesgo para nuestra vida.

Las víctimas del sumergible Titán, desde la izquierda, Shahzada Dawood, Suleman Dawood, Paul-Henry Nargeolet, Stockton Rush y Hamish Harding. Foto: AP

Durante esos minutos de tensión e incertidumbre, ¿en algún momento pasó por su cabeza la posibilidad de que no podría volver a la superficie?

Absolutamente, porque siendo científico, inmediatamente empecé a preguntarme: “Bueno, ¿cómo podemos salir de esta?”. Yo soy un solucionador de problemas profesional, así que estaba seguro de que podría pensar en una idea o dos de cómo podríamos salir. Pero muy rápidamente llegué a la conclusión de que no, ya no había escapatoria. Estás hundido bajo cuatro kilómetros de agua que pasan por encima de tu cabeza. Estás en el medio del Atlántico Norte, completamente en el medio de la nada. No es como si pudieras salir del barro. Y cuando me di cuenta de que no había salida, sentí una gran tristeza. Pensé en mi mujer, y en que nunca la volvería a ver. Una vocecita en mi cabeza me dijo: “Así es como va a acabar todo para ti”. Pensé: ‘Wow, voy a unirme a todas las personas que murieron aquí en el Titanic. Voy a ser parte de ellos. Voy a unirme a ellos”. Fue un momento muy triste, pero con el tiempo experimenté una gran sensación de paz. No puedo explicarlo. Y entonces me enteré de que nuestro conductor, que era un antiguo piloto de jets ruso, un hombre con mucha experiencia enfrentando momentos de vida o muerte, un hombre experimentado en lidiar con situaciones de alta presión y en mantener la calma, logró de alguna manera sacarnos de detrás de la hélice. Y cuando me dijo eso, solo dije aleluya. Creo que fue el día más feliz de mi vida. A pesar de que amo a mi esposa y me encanta el día de mi boda, creo que ese fue el día más emocionante de mi vida. Que te den una segunda oportunidad en la vida es muy especial.

El vehículo operado remotamente Jason Jr. inspecciona la cubierta del Titanic durante una inmersión al naufragio, en julio de 1986. Foto: Reuters

Las autoridades informaron de la muerte de los cinco pasajeros de Titán el jueves, donde la causa más probable habría sido una implosión del sumergible. En términos simples, ¿qué significa que haya implosionado y a qué causas podría deberse?

Ahora todo parece indicar que el sumergible Titán implosionó cuando llevaba una hora y 40 minutos de inmersión, muy poco después de iniciar su viaje, lo que significa que ni siquiera llegó a tocar el fondo del océano Atlántico. Ese tiempo no es suficiente para llegar. Normalmente, se necesitan entre dos y tres horas. En cuanto a la implosión, por supuesto, incluso a esa profundidad, a pesar de que no llegaron al fondo, la presión es enorme. Todo lo que se necesita es una pequeña flaqueza o debilidad en el compartimento presurizado. Has oído la expresión “una cadena es tan fuerte como su eslabón más débil”, por lo tanto, un sistema presurizado es tan fuerte como su eslabón más débil lo es. Evidentemente, lo que sucedió es que había un punto débil en el sumergible, y la presión era tan inmensa que colapsó por completo al instante. Esto es una bendición, esto es misericordioso, que ni siquiera supieran lo que les pasó. Esto es bueno, que ocurriera rápidamente y sin dolor. ¿Cómo ocurrió la debilidad? Eso no lo sabemos, pero estamos juntando las piezas, y ellas podrán decir, cuando unan todo como un rompecabezas, dónde ocurrió la implosión en primer lugar. Ese será el punto débil. Ahora, podemos especular. No me gusta conjeturar, pero el contenedor presurizado estaba hecho de fibras de carbono con tapas de titanio. Es posible que en el punto donde el titanio se unía con el carbono hubiera una debilidad en ese enlace, donde se unieron en esa costura. O es posible que en las inmersiones previas que este sumergible hizo hacia el Titanic experimentara una microfractura. Algo que no podrías ver, excepto con una máquina de rayos X. Y todo lo que se necesitó fue esa pequeña microfractura, esa sería mi conjetura número uno. Pero de nuevo, es solo una suposición. En cualquier caso, es una tragedia. Es triste, muy triste.

Guillen posee un triple doctorado por la Universidad de Cornell en física, astronomía y matemáticas, y fue durante años un galardonado profesor de física en la Universidad de Harvard. Foto: Michael Guillen

Como científico y divulgador, ¿qué cree que hace del Titanic un objeto de deseo a más de 100 años de su hundimiento?

Es una buena pregunta. Número uno, es simplemente enorme. En su día, cuando fue erigido, fue la estructura más grande jamás construida. En segundo lugar, se jactaba de ser insumergible. Y luego va y se hunde en su primer viaje. Es casi como una tragedia griega. Casi como una historia que te inventaste, que los dioses nos castigan por nuestra arrogancia, por nuestra soberbia. Me parece que eso forma parte del deseo que genera, que hay un folclore real que la hace legendaria en ese sentido. Para mí, sin embargo, creo que lo que siempre recordaré del Titanic, lo que lo hace especial, es el hecho de que más de mil hombres, mujeres y niños se hundieron con el barco y perdieron la vida. Y cuando estás allí abajo, te puedo asegurar que sientes su presencia. Como si hubiera ocurrido algo terrible. Y sientes una enorme compasión. Una enorme empatía, emoción. Así que no es solo un naufragio. Es una tumba. Pienso que eso es, para mí, lo que siempre hará especial al Titanic, que literalmente es tierra sagrada.

Chris Brown, un explorador, dijo a CNN que en 2018 no se subió a Titán porque “no parecía una operación de buceo profesional”. ¿Estaba lo suficientemente preparado el sumergible para realizar este tipo de expedición? ¿O la actual tragedia está más relacionada con el azar?

Aún no sabemos la respuesta, pero la sabremos. Ya había hecho, creo, un par de viajes hasta el Titanic y sobrevivió, aunque tuvieron algunos fallos en las comunicaciones. Así que ya hay un indicio de que tal vez había un defecto en el diseño. No lo sabremos hasta que armemos el rompecabezas. Pero puedo decirte esto: la nave en la que yo bajé, el sumergible ruso, fue diseñado específicamente para la investigación científica. Así que fue una nave diseñada por varias personas serias para un propósito muy serio. Y todavía está en funcionamiento. Ha hecho, no sé, cientos de viajes, arriba y abajo, arriba y abajo, arriba y abajo. E imagínate, aunque chocamos con el Titanic, no se desmoronó. Es un vehículo serio y muy fuerte. Por el contrario, el Titán era un contenedor diseñado para el turismo. Es una cosa muy, muy diferente. Y así, una de las preguntas que tenemos que hacer es: ¿Estaba en condiciones de navegar? ¿Estaba lo suficientemente bien diseñado para soportar repetidos viajes al fondo? No uno o dos, sino repetidamente. ¿Y se tomaron precauciones? Sabremos las respuestas, y son preguntas que debemos responder. Pero hoy, mi corazón está roto por los pasajeros que perdieron la vida. Creían que iban a vivir la aventura de su vida, pero acabaron allí mismo, en el Titanic, junto con todas las demás personas que han perdido la vida en el fondo del mar.

Vista del sumergible Titán de OceanGate Expeditions que se utilizaba para visitar el sitio del naufragio del Titanic. Foto: AP

¿Qué tan regulados están los viajes de turistas a las profundidades del mar? ¿Podría este accidente convertirse en un precedente y cambiar las reglas en cuanto a los viajes al Titanic se refiere?

Tengo entendido que la normativa es muy vaga, y que una empresa puede decidir un día que vamos a empezar a bajar pasajeros al Titanic. Es muy difícil vigilar a estas compañías. En mi opinión, una de las consecuencias de este trágico accidente es que los países del mundo, porque no se trata solo de Estados Unidos o Canadá, tienen que unirse y decidir: “Vale, si vas a ir al Titanic, entonces debes hacer esto, esto, esto, esto y esto”. Además, creo que es importante hacerse dos preguntas fundamentales. Por qué quieres ir al Titanic, y cómo quieres llegar allí. Creo que tiene que haber respuestas serias a esas dos preguntas. No puede ser simplemente que la gente diga: “Oh, vamos a la playa, vamos a pasar un buen rato”. No, no, no, no. Esta es una misión muy peligrosa. No importa lo que digas, pero el océano es muy implacable. Y, además, esto es tierra sagrada. Tienes que respetar la naturaleza y tienes que respetar el hecho de que más de mil personas están descansando allí, este es su lugar de descanso final en la tierra, y no se puede tratar a la ligera. No puedes tratarlo como si fueras a Disneyland.

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