Vladislav Zubok, la mirada crítica del historiador ruso a la gestión de Gorbachov, el último líder soviético

El Presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, habla con el líder soviético Mijail Gorbachov durante una cumbre en Washington, el 8 de diciembre de 1987. Foto: AP

En diciembre pasado, con motivo de los 30 años de la caída de la URSS, el académico y autor del libro “Collapse: The Fall of the Soviet Union” dijo a La Tercera que Gorbachov “esperaba pasar a la historia como un líder amable, gentil y no violento”.


Con motivo del histórico discurso del 25 de diciembre de 1991, donde Mijail Gorbachov anunció su renuncia como presidente de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el historiador ruso Vladislav Zubok escribió a fines de 2021 una crítica columna de opinión en el diario The Wall Street Journal sobre el momento que, para muchos, marcó el fin de la potencia comunista y de la Guerra Fría. “¿Por qué colapsó el ‘Imperio del Mal’? La URSS desapareció hace 30 años, no por la presión occidental o las dificultades económicas, sino por la visión fatal de la reforma de Mijaíl Gorbachov”, aseguró entonces.

Profesor de historia internacional en la London School of Economics and Political Science, Zubok escribió esa columna cuando justo acababa de editar -el 30 de noviembre pasado- el libro The Fall of the Soviet Union, donde en 560 páginas ofrece una importante reinterpretación de los últimos años de la URSS, refutando la idea de que la ruptura del orden soviético era inevitable. En cambio, el experto nacido en Moscú en 1958 revela cómo las reformas equivocadas de Gorbachov, destinadas a modernizar y democratizar la Unión Soviética, privaron al gobierno de recursos y potenciaron el separatismo.

A raíz de los 30 años de la caída de la URSS, La Tercera entrevistó a Zubok para conocer más en profundidad su opinión sobre Gorbachov, así como del momento que vivía Rusia, ocasión en la que también anticipó de alguna manera la invasión que Moscú llevaría a cabo contra Ucrania el 24 de febrero pasado, en momentos en que Vladimir Putin ya acumulaba decenas de miles de tropas rusas en las regiones fronterizas con el país vecino. “El conflicto ruso-ucraniano es una tragedia que tiene sus raíces en el abrupto colapso de la Unión Soviética y el surgimiento gradual de una nueva división en Europa del Este”, dijo el historiador a este medio en la entrevista publicada el 27 de diciembre pasado.

Portada del libro "Collapse: The Fall of the Soviet Union", de Vladislav Zubok, publicado el 30 de noviembre pasado.

“Muchos observadores occidentales declararon más tarde que la Unión Soviética estaba ‘condenada’ al menos desde la década de 1960, cuando el terror de Stalin disminuyó y el sistema comunista soviético construido por Lenin y Stalin perdió su dinamismo y agotó su potencial. No lo parecía para quienes vivían en la Unión Soviética en ese momento. Las élites y la gente esperaban un liderazgo más joven que diseñaría e implementaría reformas. En 1985 llegó Mijaíl Gorbachov... y la Unión Soviética se desmoronó en cinco años”, comentó Zubok.

En una reinterpretación de los últimos años de la URSS, el historiador refuta la idea de que la ruptura del orden soviético era inevitable. “En libros y artículos publicados en Occidente leemos acerca de varias ‘razones’ del colapso de la Unión Soviética: la Guerra de las Galaxias de Reagan, la ‘derrota’ soviética en la guerra de Afganistán, los costos excesivos del complejo militar-industrial soviético, el desastre de Chernobyl, la caída de los precios del petróleo, e incluso la campaña antialcohol. Mi conclusión sobre la base de pruebas económicas y de otro tipo es: todas esas supuestas causas, incluso tomadas en conjunto, no socavaron ni arruinaron al Estado soviético”, asegura.

“En cambio, la principal causa de la autodestrucción de la poderosa superpotencia fue una mala secuencia de reformas internas equivocadas, decisiones de liderazgo y reacciones en cadena de consecuencias destructivas. Sobre todo, esto concierne a las reformas económicas que se basaron en fundamentos obsoletos y defectuosos y rápidamente desestabilizaron la economía soviética y especialmente las finanzas soviéticas”, comentó Zubok en esa oportunidad.

El historiador ruso cree que incluso antes del intento de golpe de Estado soviético de 1991, también conocido como el Golpe de Agosto, la Unión Soviética estuvo condenada al fracaso mientras Gorbachov seguía siendo su líder. “La economía y el sistema financiero se debilitaron y desequilibraron más allá del punto de retorno, y se requirió una fuerte voluntad política y medidas duras e impopulares para restaurar la viabilidad económica del Estado. Gorbachov estaba paralizado por su propia indecisión: desaprovechaba buenas opciones para llevar a cabo reformas de mercado radicales, porque temía una reacción social y política. Sin embargo, como demuestra la historia mundial, la rápida transición al mercado y la ‘estabilización’ económica tienen un gran costo, incluido el costo humano, y a menudo va acompañada de medidas dictatoriales, incluso de sangre”, explicó.

Mijail Gorbachov y su esposa Raisa reaccionan mientras recorren la Gran Muralla China en Badaling, el 17 de mayo de 1989, en Beijing. Foto: AP

Es en ese momento en que Zubok comentó cómo el líder soviético pensaba que sería juzgado por la historia. “Gorbachov esperaba pasar a la historia como un líder amable, gentil y no violento. Se hizo muy popular en Occidente y recibió el Premio Nobel de la Paz. Pero como decía una broma entre los rusos: hubiera sido mejor para su país si hubiera recibido un Premio Nobel de Economía”. “En Occidente dicen: en 50 años o en un siglo, los rusos apreciarán más a Gorbachov. Veremos”, agregó.

“En ese entonces nadie tenía recetas listas para reformar un Estado y una economía de un país tan gigante y único como la Unión Soviética, desde el socialismo de Estado hasta el mercado. Gorbachov y su gobierno eligieron un camino equivocado, no hacia una economía de mercado viable, como la que estaba surgiendo en ese momento en China, sino hacia la rápida destrucción de la economía estatal existente”, sostiene Zubok.

“El efecto ruinoso de esta reforma se vio agravado en gran medida por la liberalización política de Gorbachov de 1989-1990. Gorbachov quería motivar a las personas, convertirlas en dueños de su vida. En cambio, sus elecciones semilibres y luego libres, glasnost y libertad de discusión, llevaron a una cascada de movimientos populistas y separatistas. La economía, que ya se tambaleaba bajo los golpes de reformas equivocadas, comenzó a zozobrar. Particularmente ruinosa para la economía fue la rebelión contra el gobierno central por parte de la república más grande y central de la Unión: la Federación de Rusia. Esta república declaró que sus leyes prevalecían sobre las leyes federales. Otras repúblicas, incluida Ucrania, siguieron su ejemplo”, añade.

“¿Podría Gorbachov haber tomado otro camino?”, se pregunta el historiador ruso. Y él mismo responde: “Absolutamente. Hubiera sido más natural y lógico llevar a cabo reformas de mercado al estilo de China, Singapur o Corea del Sur: con medios estatales autoritarios y apelando a los intereses corporativos de las élites existentes, no yendo en su contra como lo había hecho Gorbachov”.

El Presidente estadounidense George H. W. Bush y el líder soviético Mijail Gorbachov se dan la mano al final de la conferencia de prensa en Moscú, el 31 de julio de 1991. Foto: Reuters

Zubok también se refirió a la eventual ayuda que el Kremlin pensaba recibir de Occidente tras la caída de la URSS, atendiendo en especial a los vínculos de Gorbachov con Washington. “Por cierto, el liderazgo soviético esperaba que los países occidentales presentaran un programa financiero masivo para ayudar a la Unión Soviética a transformarse en una economía de mercado y unirse a Occidente como un país poscomunista, quizás incluso socialdemócrata. Sin embargo, para amarga decepción de Gorbachov, los líderes occidentales, especialmente los líderes estadounidenses, no tenían interés en ayudar a la Unión Soviética a superar la difícil transición”, indicó.

Y agregó: “El Presidente George H. W. Bush y sus aliados apoyaron a Gorbachov personalmente, pero no creían en su visión internacional y solo querían asegurar los logros de la “victoria” occidental en la Guerra Fría, sobre todo la retirada soviética de Alemania Oriental y Europa del Este, y recortes radicales del arsenal estratégico nuclear soviético. En última instancia, la imaginación política de los líderes y las élites políticas estadounidenses se mantuvo en el modo de la Guerra Fría y la Unión Soviética, incluso reformada y democratizada, era un enemigo potencial, no un futuro aliado y socio”.

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