Óscar Galindo, exrector de la Universidad Austral: “Hubo un golpe de poder que puso en riesgo la democracia universitaria”

El académico renunció a la rectoría en medio de denuncias de irregularidades de conflictos de interés que, asegura, no fueron demostradas. Afirma que un grupo interno lo quiso sacar para hacerse con el control del plantel y que evalúa ir a la justicia.


La Universidad Austral vive una profunda crisis, luego de que la semana pasada el rector Óscar Galindo renunciara en medio de denuncias de irregularidades y una fuerte presión interna. Se le responsabilizó por la contratación de parientes de algunos encargados, como el cuñado del presidente del directorio, Carlos Montt, hoy también renunciado, y una declaración de los decanos pidiendo su salida terminó con sus siete años de rectoría. En esta entrevista, Galindo acusa que hubo un movimiento para sacarlo, pese a que las auditorías interna y externa no determinaron irregularidades.

¿Cómo comenzó esta crisis?

Comenzó en junio, cuando se dio a conocer una denuncia con graves acusaciones contra mí y mi entorno. Envié los antecedentes a la contraloría de la universidad, con la tranquilidad de que era una denuncia maliciosa. La persona responsable de la investigación, la filtró, llegó a redes sociales y se generó una crisis política en la universidad y se instaló una posverdad, porque la investigación concluyó que ninguna de las acusaciones eran efectivas. Se demostró que se habían cumplido las normativas del uso de los recursos. Pero el problema fue creciendo y algunos actores interesados en desestabilizar a la rectoría, lo convirtieron en una ola sin control.

Pero hubo una auditoría externa que cuestionó contrataciones…

El informe de la auditoría externa establece cosas que son obviedades, pero no establece ilegalidades o irregularidades que constituyan faltas administrativas. Y los hechos por los que se me solicitó la renuncia no dicen relación conmigo, sino que se me atribuye una responsabilidad política de supuestas faltas cometidas por otras personas, y que no se ha demostrado que sean irregularidades. Este es un tema político, hubo un golpe de poder que puso en riesgo la democracia universitaria.

Pero sí se cuestiona, por ejemplo, la contratación de Andrés Hortal, cuñado del presidente del directorio, como captador de donaciones, relación que no fue informada. Además, fue contratado de forma directa, no cumplió metas y no se puso término a su contrato…

No me gustaría referirme a la situación del ahora expresidente del directorio. He trabajado con él durante mucho tiempo, es una persona abnegada, y si hay alguna explicación que debe dar, lo debe hacer. Pero no amerita un escarnio público.

También se advirtió que no había una segregación de funciones del vicerrector de Gestión Económica y Administrativa, que autorizaba sus propios viáticos…

Entiendo que la universidad tiene que mejorar en ámbitos normativos. Hemos trabajado en la aplicación de la ley que obliga a tener un modelo de prevención de delitos y en un reglamento para normar las relaciones de conflicto de interés. Pero resulta insólito que a este punto que menciona se le diera la dimensión que se le dio, porque la contraloría de la universidad no determinó que existieran irregularidades, más bien había cierto desorden. Pero sí creo que hay que reforzar los controles.

Dice que hubo un sector que trató de sacarlo, pero la petición de renuncia vino de todos los decanos…

La denuncia original fue de una académica, luego la hicieron propia un par de decanos, que no quiero nombrar, y sacaron declaraciones agresivas desde sus Facultades. Dada la crisis que se produjo, la solicitud fue suscrita por todos los decanos, con quienes he conversado y que dijeron que no dudaban de mi probidad, pero que veían como única alternativa para resolver esto el que yo diera un paso al costado.

¿Qué sector quiso sacarlo?

Ellos tienen que responder eso. La vida universitaria también tiene una dimensión política, que tiene que ver con intereses y hay un sector que seguramente aspira a gobernar la universidad. Pero las universidades no se pueden guiar por el barómetro de las redes sociales, sino que por la búsqueda de la verdad. Si la institucionalidad no pudo aclarar esto, bueno, el tiempo y los tribunales lo harán.

¿Acudirá a la justicia por esto?

Estoy evaluando las acciones a desarrollar, porque se ha hecho un daño gratuito a mi persona y yo he sido un rector valorado por la universidad por mucho tiempo. Naturalmente, al dejar el cargo, tengo derecho a evaluar las acciones pertinentes. Tengo la conciencia tranquila de no haber incurrido en ninguna irregularidad.

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