Adiós a la maldición de 108 años

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Se terminó el sufrimiento de los Cachorros de Chicago. Su victoria en la Serie Mundial de la MLB puso fin a la sequía más larga de un equipo profesional estadounidense.




Los Chicago Cubs, emulando a los Cavaliers en la última final de la NBA, dieron vuelta una Serie Mundial que perdían por 3-1 frente a los Indios de Cleveland y, de paso, rompieron con 108 años de sequía sin conseguir un título en la Major League Baseball (MLB), la racha negativa más larga en todo el deporte profesional de Estados Unidos.

El escenario era adverso para los Cubs, en especial porque, luego de llegar con la serie empatada a uno desde Cleveland, perdieron sus dos primeros juegos en casa, el Wrigley Field. El pesimismo regresaba y las esperanzas se desvanecían en los fanáticos; "la maldición de la cabra" volvía a deambular por la ciudad. Y es que en 1945, la última vez que los Cachorros habían llegado a una Serie Mundial, Billy Sianis, dueño de un bar en Chicago llamado Billy Goat (La Cabra Billy), se dirigía al Wrigley Field para ver el cuarto juego de esta serie junto a su mascota, la cabra Murphy. Sin embargo, en la entrada le prohibieron el ingreso a su particular mascota.

Ante esto, un muy ofuscado  Sianis dijo que los Cachorros no volverían a ganar una Serie Mundial mientras no permitieran el ingreso de su cabra al estadio, y su primera consecuencia fue inmediata: ese año perderían 4-3 contra los Detroit Tigers. En 1973, Sam Sianis, sobrino de Billy y heredero del bar organizó junto a un periodista del Chicago Tribune una ceremonia en la que llevaron en una limusina blanca a Sócrates, descendiente de Murphy, hasta el estadio. El animal caminó por una alfombra roja con un cartel que decía "Todo está perdonado. Déjenme llevar a los Cubs al título". Pero no pasó nada.

Ni siquiera la premonición de la película Volver al futuro 2, en la que se vaticinaba que Chicago ganaría la Serie Mundial 2015 (la que por cierto no estuvo muy lejos de cumplirse) ayudaba a unos malaventurados Cachorros.

Pese a este desfavorable contexto, los Cubs lograron revertir su situación y, tras un apretado quinto partido en el que ganaron por 3 carreras a 2, regresaban al Progressive Field de Cleveland con la única misión de vencer a los Indians. Y así fue. Chicago, con una gran actuación ofensiva, ganó con holgura el sexto partido, mientras que el séptimo y definitivo duelo quedará registrado como uno de las finales más emocionantes de la historia de este deporte, luego de que los Indios forzaran una definición en entradas extras. Ahí Chicago sacó la diferencia justa para cerrar la victoria por 8 carreras a 7. Con esto, doblegó a los Cleveland Indians por 4-3 en la final de la MLB.

La Serie Mundial 2016 puso fin a una serie de mitos y maldiciones en torno a un equipo con el estigma de perdedor. Los Cubs ya no serán material de burlas dentro de la comedia norteamericana y, lo que es más importante, lograron conquistar un trofeo que les fue esquivo por más de un siglo. Sus fanáticos, que por generaciones sufrieron más que nadie con la postergación en este deporte, pueden decir con todo derecho: "Somos campeones".

Sin efecto LeBron

La llegada de Cleveland a la Serie Mundial no figuraba en ningún pronóstico. De hecho, ni siquiera era una carta para la postemporada, ya que compartían división con los últimos campeones de la MLB, los Kansas City Royals. Pero todo esto no importó y, curiosamente, los Indios accedieron a la Serie Mundial como el segundo equipo que no lograba un campeonato de béisbol en más tiempo, solo por detrás de los Cachorros. La última vez que celebraron fue en 1948, así que tenían casi la misma hambre de triunfo que sus rivales.

Previo a que los Cleveland Cavaliers se coronaran monarcas de la NBA en julio pasado, la ciudad del Estado de Ohio no había conseguido un triunfo profesional en 52 años, desde que los Cleveland Browns de la NFL lo hicieran en 1964. Por ello, la sorpresiva final alcanzada por los Indios, para muchos, tenía una sola explicación: el efecto LeBron. Y es que la superlativa actuación de James en las pasadas finales de la NBA, liderando a su equipo a revertir por primera vez una final 3-1 en contra, contagió a la ciudad con un espíritu ganador que, al parecer, se había extendido al béisbol. Desafortunadamente para los fanáticos de Cleveland, el efecto LeBron fue insuficiente para conseguir un nuevo trofeo en las vitrinas de la ciudad.

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