Año Nuevo Aimara: La fiesta se acerca...

<img style="padding: 0px; margin: 0px;" alt="" src="https://static-latercera-qa.s3.amazonaws.com/wp-content/uploads/sites/7/200910/550385.jpg" width="81" height="13">  El amanecer del próximo 21 de junio, las ruinas altiplánicas de Tiwanaku dan lugar a un ritual que ha perdurado por siglos. Un acontecimiento que reúne tradiciones, costumbres y la cosmovisión de un pueblo precolombino que se niega a morir.<br>




Cerca de las 8 de la mañana del 21 de junio, el primer rayo de sol entre las montañas marca el momento más esperado de la ceremonia del Machaq Mara -Año Nuevo aimara-, en Tiwanaku, a 70 km de La Paz.

En ese instante los aimaras presentes se arrodillan y fijan su mirada en la Puerta del Sol, el más célebre de los monumentos tiwanakota, que funciona como calendario, marcando los dos solsticios y los dos equinoccios del año, y que fue construido, además, para recibir por su centro el primer rayo de sol de este día. El primer día del año y el más corto en este hemisferio.

Hay recogimiento en la comunidad, algunos incluso tienen lágrimas en los ojos, venerando la lenta salida del sol que comienza a calentar estas planicies. Hay unas 35 mil personas, todas pasando una gélida noche en vela y sintiendo el frío hasta en los huesos.

Antes, como a las 5.30 AM, cientos de invitados venidos de distintos pueblos cercanos llegan al templo con sus mejores vestidos. Las mujeres con sombreros, largas polleras superpuestas y trabajadas trenzas, esperan en silencio junto a hombres vestidos de traje de pana negra. Chullos, típicos gorros altiplánicos, y aguayos, coloridos ponchos andinos, casi la vestimenta oficial. En la espera, músicos que se prepararon todo el año para danzar sus bailes típicos. Fuera de este círculo, miles de turistas dan vida a la fiesta-vigilia, tomando palco en las lomas adyacentes, para ser testigos, a eso de las 6.30 AM, del inicio de una de las fiestas más significativas de los pueblos originarios de Sudamérica.

EL RITUAL
El Año Nuevo Aimara es una fiesta indígena que se celebra en todo el Altiplano, pero el centro de las festividades es Tiwanaku, mítico y antiguo reino andino, siendo estas ruinas la capital y centro espiritual del reino. Tiwanaku era una de las más importantes ciudades sagradas de Sudamérica antes de la llegada de los españoles. Sus 40.000 habitantes basaban su vida en un profundo vínculo con la naturaleza y el universo.

Mediante alucinógenos, los chamanes podían contactarse con la Madre Tierra y el dios Sol, determinando la fecha precisa en que se producía la fusión de la tierra con el universo, y que daba inicio a las faenas agrícolas y ganaderas. Este reordenamiento de la tierra empieza cada 21 de junio, cuando los primeros rayos dan inicio al solsticio de invierno, día en que el hemisferio sur se encuentra en el punto más alejado del sol, lo que explica las bajas temperaturas de las mañanas y la noche más fría del año por estos lares.

El sentido de este ritual milenario se mantiene vigente hoy, cuando los máximos sacerdotes aimaras, actuales chamanes, encabezan la primera parte de la celebración a eso de las 7 AM, cuando el día comienza a iluminar estas pampas. En ese momento se dirigen al templo de Kalasasaya a venerar al Padre Sol, expresando sus primeras palabras de bienvenida y agradecimiento al astro rey. Es un acto sin público, tras el cual los sacerdotes vuelven al área ceremonial donde, arriba de una enorme piedra de sacrificios, comienzan un baile en círculos, mientras queman simbólicamente todo lo negativo que deja el año y elevan plegarias de esperanzas a los achachilas, espíritus de sus antepasados, para este nuevo período.

Es entonces cuando aparece el primer rayo solar. Los aimaras se arrodillan, besan la tierra y le piden al sol satisfacciones para el nuevo año, mientras uno de los chamanes hace sonar su pututo o cocha marina, celebrando la llegada del año 5.518, según su calendario.

Es hora de la fiesta.

FIESTA EN EL TEMPLO
La apertura de los templos es la oportunidad para miles de personas que estaban en los cerros de ingresar gratis a las ruinas del antiguo reino ($ 6.000 los demás días), declarado por la Unesco Patrimonio Cultural de la Humanidad el año 2000.

La música de zampoñas, quenas y tambores de cuero de alpaca se toman la antigua ciudad, mientras la multicolor bandera aimara flamea entre bailes y cantos.

Los templos de Tiwanaku son obras que destacan por su orientación astronómica y sus enormes piedras, como la de 10 toneladas que dio origen a la Puerta Imperial del Templo de Kalasasaya. Una entrada sagrada que sólo se puede fotografiar, pero por donde sólo pasan autoridades aimaras. Estas moles fueron cortadas, esculpidas, transportadas y ensambladas por sus originarios habitantes, dándole a Tiwanaku la forma geométrica y simétrica que la distingue y que fue recogida más tarde por los incas.

Otro templos destacado es el Templete Semisubterráneo, un patio hundido de dos metros, perfectamente cuadrado y en cuyas paredes se encuentran encajadas decenas de cabezas de piedra esculpidas que representan a las diversas etnias dominadas por el reino tiwanacota.

Interesante es visitar los restos de la pirámide de Akapana y sus siete terrazas escalonadas en cuya cima existían hermosas edificaciones. Aunque sus restos se están desenterrando, sus dimensiones dejan ver su magnitud.

Si quiere profundizar en la cultura tiwanakota, a un costado de las ruinas se ubica el Museo Lítico y Cerámico de Tiwanaku, cuya tercera etapa y final se inauguró en abril. Podrá observar distintas piezas, puertas de piedra y enormes esculturas, como el monolito de Pachamama.

Pero son las ruinas que se mantienen en cada uno de los templos de Tiwanaku las protagonistas del 21 de junio, día en que miles de visitantes llegan a conocer los misterios de su reino y otros a encender humeantes hierbas medicinales en pequeñas alforjas de greda con el fin de pedir bendiciones del dios Sol para un próspero Año Nuevo.

Cómo llegar

Desde la capital de Bolivia, existen distintas agencias de viajes que muy temprano en la mañana pasan a buscar al turista a sus respectivos hoteles. El Viaje a Tiwanaku dura una hora.

A

La Paz

vuelan Sky Airlines y Lan, desde US$ 280 aproximadamente, más tasas de embarque.

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