El arribo de un "extraño" al corazón de Washington

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En su calidad de Presidente electo, Donald Trump fue recibido por Barack Obama en el Salón Oval de la Casa Blanca. La reunión duró una hora y media. Obama se mostró incómodo y Trump moderado. Incluso dijo que le pediría consejos al Presidente. Luego visitó el Capitolio y evadió preguntas.




Fue a mitad de la campaña, poco después de que había asegurado la nominación republicana, cuando Donald Trump se permitió prácticamente el único desliz público en que dudó, aunque en broma, que pudiera llegar a ser Presidente. En una conferencia de prensa dijo que de no llegar a la Casa Blanca en Washington, igual viviría en la Avenida Pennsylvania, donde está ubicado el palacio presidencial. Eso, porque en septiembre el magnate inauguró un nuevo hotel en la que antes era la sede del correo estatal, a sólo un par de cuadras del emblemático edificio.

Por supuesto, tras el resultado del martes eso no será necesario. Y este jueves, una de las ciudades más demócratas de Estados Unidos (Trump obtuvo menos del 10% de los votos allí) recibió al avión con el logo del magnate en su primera visita a la capital del país como Presidente electo. Su anfitrión, con evidente rostro serio y hasta de cierta incomodidad, fue Barack Obama, el mandatario contra el que el candidato republicano desplegó toda su artillería en sus ocho años de gestión.

Ambos, eso sí, mantuvieron en sus palabras el tono compuesto y conciliador que ha marcado los días posteriores al triunfo de Trump. Obama señaló que esperaba que al nuevo Presidente le fuera bien, "porque así le va bien al país", y el republicano dijo que esperaba tener al saliente mandatario demócrata como consejero y que la reunión había durado una hora y media, pero para él "podría haber seguido mucho más rato".

Las declaraciones de buena crianza de ambas partes en el Salón Oval eran más necesarias que nunca después de una noche en que las principales ciudades del país vieron protestas contra Trump. Nueva York, Chicago y Los Angeles tuvieron desmanes con un punto común de conexión: todas estaban escenificadas en frente de las Torres Trump de esos lugares.

Son símbolos que hasta el martes representaban estatus, con inmensos rascacielos y letras doradas o plateadas dominando las ciudades, pero que ahora se convierten en una señal que cumple un rol inesperado, como referente del nombre del Presidente del país.

¿Vuelve Bernie Sanders?

La reunión con Obama, además, tenía un marco particular y por momentos surrealista. Trump no dejó que ningún medio lo acompañara en su avión, no se realizó la tradicional foto de las familias presidenciales y, más encima, mientras el magnate estaba reunido con el líder demócrata, en otra ala de la Casa Blanca esperaba el equipo completo de los Cleveland Cavaliers para ser recibidos por el mandatario en honor a su triunfo de mediados de año en la NBA.

La paradoja se completaba porque dos de los integrantes de esa delegación fueron activas figuras anti-Trump: LeBron James, la estrella del equipo y quien hizo campaña el domingo con Hillary en su estado, Ohio, y el gobernador de ese mismo lugar, el republicano John Kasich, rival del empresario en las primarias y que hizo público el hecho de que no votó por él.

Pero además, era la primera visita de Trump después del triunfo a una ciudad compuesta por una clase política que lo reconoce como un outsider y que lo mira con desconfianza, tanto entre los republicanos como en los demócratas. En ese ambiente, el Presidente electo enfrentó las primeras presiones para hacerse cargo de cómo materializará las escasas y vagas promesas que hizo durante su campaña y en qué concretará su eslogan de "hacer Estados Unidos grande de nuevo"

En su visita al Capitolio para reunirse con el líder de la Cámara Baja, el republicano Paul Ryan, uno de los periodistas le preguntó en voz alta qué haría con su plan de establecer chequeos especiales o incluso una prohibición de ingreso de ciertos grupos de musulmanes, de acuerdo al país del que provengan. Trump respondió con un escueto "muchas gracias" y evadió contestar.

Sin embargo, al mismo tiempo su equipo avanza en posibles nombres y un plan para los primeros 100 días. Hoy jueves le tocó el turno a la especulación de candidatos para encabezar e integrar el equipo económico: en otro elemento llamativo, las cartas que se mencionan provienen del sector privado y las grandes firmas de inversión, grupos que son mal mirados por los votantes de clase obrera que enviaron a Trump a la Casa Blanca.

En la vereda del frente, los demócratas aún parecen estar golpeados por la brutal derrota que los dejó sin el poder Ejecutivo, el Legislativo y que amenaza incluso con dejarlos con minoría ideológica en la Corte Suprema. Entre la escasez de figuras más allá de Obama, destacó la reaparición de Bernie Sanders, el senador derrotado por Hillary en las primarias, pero que logró movilizar al país. Y no descartó volver en 2020, pese a que ahora tiene 75 años.

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