Benito Baranda: "Nacer en un lugar que no te brinda oportunidades es como un aborto en vida"

Benito Baranda  Presidente Fundación América Solidaria

El presidente de la Fundación América Solidaria Sostiene que los niños son "los que más mal lo pasan" al enfrentar condiciones de vulnerabilidad. Critica demoras en la formulación de una gran reforma que aborde la protección de la infancia.




Benito Baranda, presidente de la Fundación América Solidaria y parte del Referente Transversal por la Infancia que conformaron a mediados de año académicos, investigadores y actores del mundo social reflexiona sobre las deficiencias que tiene el país en el abordaje de la pobreza infantil. El ex director social del Hogar de Cristo plantea, además, que la solidaridad y el voluntariado debería ser parte de la formación educacional, que existe poca empatía en la sociedad civil hacia los más vulnerables y que el Estado mantiene una deuda con la generación de una reforma que genere cambios estructurales en esta área.

Los datos arrojan que casi uno de cada cuatro niños vive en pobreza multidimensional, con dificultades en distintos ámbitos de su vida. ¿A qué se debe esto?

Cuando tu mides la pobreza, ves que quienes más mal lo pasan son los niños. Y eso no es sólo en Chile, también en Latinoamérica, donde la pobreza es del 29% y en el caso de los niños supera el 40%. En el fondo, las políticas que se diseñan son poco pertinentes para las personas que viven en esta situación. Es el caso de la educación media se han modificado poco las estrategias para que los jóvenes tengan adherencia al sistema educacional. En el país, el 18% de los jóvenes que no han terminado el colegio no trabaja ni estudia.

¿Por qué estas condiciones de pobreza en que viven los niños son de gravedad?

Nacer en un lugar que no te brinda las oportunidades para poder desarrollarte es como un aborto en vida, porque vas disminuyendo tus propias capacidades producto de la falta de oportunidades. Y cuando son los más pequeños viviendo en lugares populares no es extraño que luego abandonen el sistema escolar.

¿En educación es donde están las mayores brechas?

Sin lugar a dudas. Chile debería haber modernizado hace mucho tiempo sus organizaciones de apoyo a la educación. Por ejemplo, el presupuesto de la Junaeb (Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas), se va en alimentación, pero en muchos territorios ya no se requieren más alimentos, sino que inyectar los recursos en la estructura educacional para tener diversificación de programas y más especialistas en diversos ámbitos.

¿En qué ha fallado el Estado en cuanto a la generación de políticas públicas para solucionar los problemas de pobreza en la infancia?

Lo más grave es lo que ha sucedido el sistema de atención de menores, que debería ser un gran sistema de atención, una reforma que se discute hace una década. Pero como el Estado y los gobiernos no han querido entregar la cantidad de recursos que se requieren, sabotean la reforma. El gobierno anterior tuvo la reforma en sus manos, pero no le puso prioridad ni urgencia, y no logró un acuerdo parlamentario. Entonces no veo más que hipocresía.

¿Qué podría hacer la sociedad civil en este tema?

Generalmente las organizaciones se involucran iniciando sus actividades como organización en aquellos ámbitos donde el Estado no logra llegar. La sociedad civil está en deuda, porque deberíamos multiplicarnos en aquellos ámbitos donde hay mayores dificultades. Hay muchas organizaciones, por ejemplo en América del Norte, que se movilizan rápidamente ante urgencias sociales y eso moviliza una gran cantidad de voluntarios. En el caso de Chile, el voluntariado es bajísimo, en promedio en torno al 6%, en cambio en otras partes del mundo es del 15% o el 20%. Si las sociedad no se moviliza, especialmente en los temas que afectan a los niños y jóvenes que quedan fuera de políticas públicas y sistemas educacionales, es muy difícil revertir la situación.

¿El Estado debería tomar un rol activo para impulsar el desarrollo y conformación de organizaciones de la sociedad civil?

No, esto debe ser propio de las organizaciones de la sociedad civil. El Estado debe hacer una gran reforma de los sistemas de atención de niños y jóvenes y en eso se debe concentrar. Esa reforma la esperamos también las organizaciones. Y es a ellas a las que les corresponde movilizarse rápidamente, pero no para ser un contratista del Estado. Nuestra sociedad sigue siendo extremadamente inmadura para movilizarse por los otros. Todavía es deficiente la cantidad de voluntariado, nuestras organizaciones tienen pocas competencias técnicas para involucrarse en esos lugares y muchos dependen de las transferencias que les hace Estado y no de la comunidad misma. Y la comunidad puede y debe destinar recursos.

¿Cómo incentivar entonces la participación de voluntarios?

En el hemisferio norte se estimula desde la formación escolar. No se aprecia como algo lindo para aplaudir, sino que es parte de la formación. Muchos colegios, liceos, escuelas en Chile tiene un voluntariado, pero mirado como algo bondadoso, no constitutivo de la formación de los estudiantes. Y como no es así, después cuando estos chicos son adultos, esas personas tienen problemas para empatizar con los otros y dificultades para pagar impuestos, comprometerse con el dolor ajeno y movilizarse por alguien más. Esperan que todo lo haga el Estado o la empresa privada.

¿Qué consecuencias traería en el futuro no acortar las brechas?

Genera tres grandes dificultades. La primera es que privas a seres humanos del desarrollo como persona y generas ciudadanos de primera y segunda categoría. Y aquí estás dejando un alto porcentaje de niños sin oportunidades de desarrollar sus habilidades naturales. Eso es una privación de libertad. La segunda es que vas a generar un grupo de personas, generaciones que van a ser antisistema, porque no se sienten incluidos en la sociedad. Y la tercera consecuencia es la gran tensión social que esto genera. Está demostrado, por la experiencia de otros países, que generas una alta violencia de la sociedad y eso tiene repercusiones sociales, políticas y económicas muy grandes para los países.

En cuanto a cómo se ha abordado la situación del Sename, ¿cree que tendrá un buen término?

Espero que llegue a buen termino. La gran dificultad tiene que ver con la solución que va a dar el Estado a lo ocurrido. Si el gobierno y los parlamentarios no se comprometen a hacer la gran reforma que se requiere, esto va a volver a ocurrir en cinco o más años y estaremos de nuevo buscando culpables.

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