Bolivia, una aventura para jóvenes




"Sobreviviente del Camino de la Muerte", dice el mensaje de la camiseta souvenir que un gringo muestra a unos amigos en un hostal de mochileros en La Paz. Todos ríen y cuentan cómo fue la experiencia de bajar en bicicleta por uno de los caminos más peligrosos del mundo, situado en el Valle de Los Yungas, entre espesas selvas y majestuosas montañas. Un camino construido en un comienzo como sendero para unir las localidades indígenas de la zona y que luego se transformó en la única forma de conectar los 90 km que separan la capital boliviana de Coroico, tal vez el principal destino turístico del departamento de La Paz, en el noroeste del país. El nombre de Camino de la Muerte se explica por su geografía: una sola vía para ambos sentidos (sin barreras protectoras), tierra suelta, lluvias, barro, niebla y acantilados no aptos para cardiacos.

Hoy, una nueva carretera asfaltada permite unir La Paz con Coroico en tres horas de viaje bastante más relajado. Al frente, el Camino de la Muerte es usado en la actualidad para tránsito local y el turismo aventura. La idea es lanzarse en bicicleta a toda velocidad desde lo más alto, cruzando cascadas y vertiginosas curvas que no perdonan error alguno.

Un aventura especialmente destinada a los jóvenes, grupo que ha convertido a Bolivia en uno de sus destinos preferidos por las experiencias impredecibles y los bajos costos. De hecho y según datos del ministerio de turismo boliviano, de cada 10 visitantes que arriban al país, siete son turistas jóvenes, independientes... mochileros.

¿Los focos de atracción? Principalmente tres, los descensos en bicicleta del  ya mencionado Camino de la Muerte, el Amazonas y el Salar de Uyuni (en el suroeste de Bolivia, y donde muchos chilenos llegan pasando generalmente por San Pedro de Atacama); todos lugares a los que se arriba después de que la suerte esté a favor, porque en Bolivia todo es relativo y, especialmente en las zonas rurales, el tiempo no es el que aparece en los relojes. Así, por ejemplo, un bus que debiera partir a las 4 de la tarde, puede encender sus motores cuando se llene de pasajeros.

EL VERTIGO DE LA "MUERTE"
Para partir, el recorrido se inicia en La Paz. Una opción es tomar un avión directo hasta la capital boliviana o, en su defecto, llegar hasta Arica y recorrer el trayecto hasta allá por tierra, para disfrutar del volcán Parinacota y los paisajes del Parque Nacional Llauca. Una vez en La Paz se puede contratar algún tour por el día para bajar en bicicleta por el famoso camino. Tras ascender de los 3.600 metros hasta los 4.700 de la cumbre del camino en auto, se baja por la adrenalínica ruta entre cascadas, impresionantes paisajes y algunos autos y camiones en los barrancos que recuerdan lo letal de la vía. Luego se almuerza en el pueblito de Coroico y se retorna a La Paz. Los precios rondan los US$ 50. (www.turismoboliviaperu.com). Otra opción es quedarse en Coroico, en alguno de sus buenos alojamientos (www.hotelesmeralda.com) y olvidarse del tiempo un rato en este pueblito encumbrado en la montaña. Ideal es visitarlo durante una de las festividades más populares de Coroico, la Virgen de la Candelaria que se celebra cada 20 de octubre.

CAMINO AL AMAZONAS
Entre los atributos del Amazonas boliviano está lo todavía salvaje que permanece frente, por ejemplo, a la localidad de Madre de Dios en Perú, y los encuentros cercanos que se pueden experimentar con la fauna. El centro de operaciones y puerta de entrada al Amazonas es Rurrenabaque, un pueblo  situado en el departamento del Beni, junto al río del mismo nombre, a 420 km de La Paz. A pesar de lo bello que es el camino desde Coroico hasta ahí, el viaje por tierra dura unas 12 horas. Una buena idea, si se quiere arribar rápido a la selva, es tomar un avión desde La Paz a Santa Marta. Tam (Transporte aéreo militar) llega ahí tras una hora de viaje y un costo de US$ 60. En Perú, viajar desde Lima al departamento de Madre de Dios, puerta del Amazonas de ese país, cuesta aproximadamente $ 140 dólares. Diferencia de precio que ayuda a entender lo conveniente que resulta optar por este lado del Amazonas.

Santa Marta se ubica a un par de horas de Rurrenabaque, pero si va en estación seca, lo más probable es que las dos horas sean una, y en estación lluviosa pueden ser cuatro. Algunos dicen que la mejor época para visitarlo es de junio a octubre, durante la época seca. Eso, dependiendo de sus expectativas en el Amazonas, porque en este período hay más mosquitos y es un poco más difícil ver animales salvajes. En cambio, durante los meses de verano (invierno boliviano) hay más lluvias, menos mosquitos y más animales, puesto que los terrenos no inundados funcionan como pequeñas arcas de noé. Los tours más clásicos, al Parque Nacional Madidi (considerado por la National Geographic como una  de las zonas con mayor biodiversidad del planeta), parten desde las agencias de viaje en Rurrenabaque. Y los precios varían según el tipo y duración de la visita al Amazonas. Hay tours que van desde tirarse en canopy, pasando por una caminata por el día con un guía indígena que enseña todo lo que se puede hacer en la selva, hasta permanencias durante una o varias semanas.

Hay agencias de turismo que tienen "lodges", sencillas chozas con camas y mosquiteros y que recorren partes del parque en canoas, caminatas por la jungla e incluso estadías en comunidades indígenas. Pero si hay una experiencia inolvidable, esa es la de nadar con delfines rosados en el Parque Nacional Madidi. Porque estás ahí, con el cuerpo en el agua marrón, como un gran té de hierbas y de pronto, algo rosa la pierna y aparecen por su lado. Algo más tímidos que los nariz de botella, pero abiertos al contacto. Y sin darse cuenta, estará nadando con delfines rosados en pleno Amazonas boliviano.

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