Brasil gana pero deja pálida imagen ante Serbia

Los anfitriones de la Copa del Mundo ofrecieron una pobre presentación en el último partido preparativo antes del debut.




Seguro que lo que menos relevante de los partidos preparatorios para el Mundial son los resultados. Es casi imposible determinar con cuánta seriedad se juegan estos encuentros, con el temor a las lesiones rondando todas las concentraciones a tan solo días de que se de comienzo a la cita planetaria. Pero Brasil espera nada menos que una fiesta, y la imagen que dejó el equipo de Felipe Scolari en el amistoso ante Serbia, ganado por la cuenta mínima, estuvo lejos de eso.

El pálido funcionamiento que ofreció Neymar y compañía en los primeros 45 minutos del duelo recibió la reprobación inmediata de los hinchas que llegaron al estadio Morumbi. El "Scratch" fue temoroso, careció de ideas, y estuvo visiblemente incómodo ante un rival que supo esperarlo para dañar severamente en cada contragolpe. Curioso lo del combinado europeo, que quedó al margen de la Copa, pero que mostró un más que correcto funcionamiento, con jugadores de buen pie, y que marcan presencia en las ligas más competitivas del mundo.

Precisamente uno de los más destacados fue Aleksandar Kolarov, el lateral derecho dirigido por Manuel Pellegrini en el Manchester City. Sus constantes proyecciones por la banda complicaron a otro carrilero tan pasador como él como Dani Alves, que quedó desairado en un par de ocasiones, permitiendo las oportunidades más claras de gol. La primera en los 8', la segunda en los 30', ambas solucionadas por Julio Cesar.

Y no solo se dio un partido incómodo en lo táctico para los brasileños. Los serbios parecieron tomarse con mucha seriedad el compromiso, y pusieron pierna dura para impedir la crecida del anfitrión. La mezcla entre la calentura y el temor a recibir un golpe de cuidado se apoderaron del partido, y evidenciaron a un apagado Brasil, lejos de su mejor versión y lleno de interrogantes.

Ya tras el descanso, el dueño de casa se preocupó de subir un grado la intensidad. No al cien por ciento, pero suficiente para comenzar a desnivelar la balanza. Y así, como una metáfora de lo desprolija de la presentación brasileña, Fred marcó la apertura de la cuenta casi cayéndose. En los 58 minutos de partido. El centrodelantero descargó un centro y definió desde el suelo ante la mínima desconcentración de la zaga serbia.

Esa celebración tras el gol del delantero de Fluminense fue lo más cercano a una fiesta que se vivió en el Morumbi. La falta de chispa terminó de acentuarse con una serie de cambios, incluído Neymar, que terminaron por desarmar completamente el partido. Brasil probó variantes, apostó al contragolpe, descansó entregando la iniciativa y finalizó su preparación mundialista con un ensayo general que dejó varias caras largas y hasta un par de dudas legítimas sobre lo que serán capaces de hacer a partir de cinco días más.

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