Confesiones de almuerzo con las divas viñamarinas

La terraza el Sheraton Miramar reúne a diario a las figuras de la televisión durante la época festivalera.<br><br>




Allí Iván Zamorano confiesa que "tengo credencial de 'acompañante' de María (Alberó). En la mañana voy a ver a los niños, en la tarde la acompaño en La movida, después hacemos el amor tres veces y regreso a la Quinta Vergara".

Muerto de risa junto a la mesa de Rafael Araneda y Marcela Vacarezza, la primera dama de SQP que llega con unos anteojos oscuros más grandes que los de María Callas, harta joya, harto oro, harto adorno, harto "bling, bling", harto viso oxigenado en el pelo y brillo labial y se instala como una diva del cine mudo. Rubia y altiva. Araneda se ve pequeñito al lado de ella. Ella domina. Ella es la voluptuosa del Festival.

Y cuchichean, comentan, miran y piden un par de cervezas. Porque los almuerzos en el Sheraton Miramar, en las terrazas rodeadas por fans histéricas son el centro del certamen.

Diana Bolocco aparece con Cristián Sánchez como si nada. En confianza. Ella mete las manos en los bolsillos de sus jeans híper ajustados y se desahoga de los malos ratos y las luchas por el rating. Y Sánchez, con look de lolo con canas en la barba, abraza a Araneda. Diana abraza a Vacarezza. Son de la misma estirpe. Pertenecen al mismo mundo. Y extienden el almuerzo hasta la mediatarde.

Al lado, Estela Mora frente a un plato de spaghetti con mariscos, confiesa que las jovencitas de la Quinta Región están descaradas, tan lanzadas, tan sin pudor, que llegan y se su ex marido Beto Cuevas pasea mascando chicle con sus chaquetas de Cavalli y le confiesa a un notero que sólo sale con sus calzoncillos Calvin Klein, su perfume Polo y esas tenidas que él mismo adorna, enchula, arregla y le da brillo.

Tonka Tomicic almuerza con Parived, que aclara que tiene ponchera, pero un poco no más y que sus poleras no son Armani Exchange, sino Emporio Armani y que hay una gran diferencia.

 Tomicic cuenta que tiene ojeras y que no le gusta que la fotografien así. Prefiere que el público la vea como la reina de La movida y vuelve más tarde convertida en vampiresa, con medio kilo de maquillaje encima y tacos asesinos.

Allí también la mexicana Anahí, que le copia a Lady Gaga y le fue pésimo en la Quinta, llega a las tres de la tarde a tomar un desayuno-almuerzo. Y come agachada. Furiosa. Prueba las frutas como si fueran veneno y bajo su cascada de rulos vive la amargura que sólo puede dar un fracaso en Viña.

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