Daniel Sada: "El lenguaje debe despertar la imaginación"

El escritor mexicano acaba de publicar "Ese modo que colma", un conjunto de relatos que propicia "un alegato a favor de los libros de imaginación".




Para el escritor mexicano Daniel Sada, "el lenguaje debe despertar la imaginación, debe explorar territorios imprevisibles, misterios que no se encuentran en las novelas históricas o documentales".

El escritor, de 57 años, acaba de publicar "Ese modo que colma", un conjunto de relatos que propicia "en el fondo un alegato a favor de los libros de imaginación en oposición a los informativos, tan en auge", dice el también autor de la novela "Casi nunca", con la que obtuvo el prestigioso Premio Herralde en 2008.

A la hora de hablar de influencias, Sada, oriundo de Mexicali, no esconde su pasión por los clásicos, a los que leyó a los 22 años.

"Recién cuando llegué a la Ciudad de México tuve que empezar a leer literatura contemporánea. Vivía en un pueblo donde no había más que una biblioteca particular de una maestra que tenía solamente clásicos y cuando llegué a la capital me di cuenta de que todos estaban leyendo a José Agustín", cuenta.

"Para mí fue un desfase terrible, me sentía un poco avergonzado y no tenía interlocutores. Así que tuve que leer a contracorriente toda la literatura para poder vivir en esta ciudad".

Con un estilo abigarrado que incluye grandes espacios dedicados al verso octosílabo, heptasílabo y eneasílabo, mediante el cual narra historias de pueblo como la de Rosita Alvez, una chica que vive con su madre viuda y que termina pagando un precio muy caro por fugarse de casa para ir a un baile, el autor norteño ha sido calificado de varias maneras.

Ha sido llamado costumbrista, recreador del realismo mágico, barroco en el desierto norteño, definición esta última atribuida al desaparecido escritor chileno Roberto Bolaño, que era su gran admirador. Todas estas definiciones son negadas con fuerza por Sada.

"El barroco en realidad es culterano, por definición y yo con lo que trabajo es con la oralidad, no hay culteranismo en mi literatura, pero la oralidad sí me impulsa a buscar y encontrar arcaísmos", dice.

"En una presentación que hizo el escritor Heriberto Yépez el año pasado decía precisamente que no soy todo eso que dicen. Que no soy barroco, ni norteño, ni costumbrista y que en realidad nadie ha acertado a definirme, soy un escritor atípico que no se identifica con todos esos adjetivos que me endilgan", asegura.

Lo que sí admite Sada es cierta deuda con el irlandés James Joyce, sobre todo por los monólogos a que son tan afectos muchos de sus personajes, fruto "de un narrador que me invento y que es un poco bobalicón, reflexivo, que increpa a los personajes, se hace muchas preguntas, se responde él mismo".

"Siempre me interesa un narrador que esté muy cercano a los personajes, casi hombro con hombro", explica.

Para el autor, que comienza su volumen de cuentos con cinco páginas narradas en verso, "el cuento como género ha caído en fórmulas estratificadas, la típica fórmula de Maupassant con el final sorpresivo. En cambio la novela ha sido siempre un campo de experimentación".

"He tratado con mi libro de escapar de todos esos exégetas del cuento que defienden las fórmulas anquilosadas, intentando humildemente hallar nuevas maneras de contar un cuento".

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