Debate genera el diseño de burka y túnicas en la pasarela de París

Las anchas prendas, usualmente acompañadas por un velo, han sido confeccionadas por diseñadores como Riccardo Tisci.




En la Semana de la Moda en París, y tras una muestra de vestidos diminutos color rosado y morado en un elegante departamento cerca del palacio presidencial, un ayudante muestra dos creaciones diferentes: abayas negras, largas túnicas que cubren todo el cuerpo.

Las anchas prendas, usualmente acompañadas por un velo, fueron confeccionadas para el mercado saudita por el diseñador Adam Jones. En tanto, creadores como Riccardo Tisci para la firma francesa Givenchy también apostaron por una estética árabe para sus colecciones alta costura.

Mientras Francia considera prohibir los velos que cubren completamente la cara como el niqab o burka, rechazados por el presidente Nicolas Sarkozy, el hecho de ser el mayor país exportador de abayas puede sonar extraño.

VELOS Y TUNICAS
Pero esta es sólo una de las muchas contradicciones que han mostrado los últimos enfrentamientos entre el laicismo y la religión en el país europeo con mayor población musulmana.

"Si alguien me dice 'diseña una túnica', ¿por qué no? Estoy orgulloso de ello. Sólo es una prenda de vestir", dijo el diseñador de alta costura Stephane Rolland, quien diseñó muchas túnicas para clientes en Oriente Medio, tras presentar su muestra en París.

Al ser consultado sobre si el velo es un signo de sumisión o si debería prohibirse, dudó.

"No quiero hablar de religión, ese es otro tema. Pero no quiero cubrir a las mujeres, no quiero pensar en ello", dijo antes de retirarse.

Mientras los diseñadores franceses se dedican a buscar el apoyo de clientes saudíes en grandes salones de exposición, en la otra punta de la ciudad, en el barrio obrero de Belleville, la escena es bien diferente.

"Si llevas velo, te insultan y atacan todo el tiempo, te llaman terrorista", dijo Ikram Es-Salhi, una estudiante de 20 años, frente a una tienda de prêt-à-porter que vende velos, túnicas y abayas.

ISLAMOFOBIA
Es-Salhi lleva un velo largo y marrón que cubre tanto su cabeza como su cuerpo, pero deja su rostro al descubierto.

Le gustaría llevar el niqab entero, pero está prohibido en su colegio. Ya cambió su curso escolar de enfermería a sociología e idiomas, porque las enfermeras tienen prohibido llevar velo.

Junto a su amiga Aichatou Drame, quien lleva un velo amplio y blanco, decidieron ponerse el velo hace tres años y dos semanas, respectivamente. Sus familias se opusieron y estaban preocupadas por los problemas que podrían causarles.

Muchas feministas, no sólo en Occidente, ven el velo como la expresión de una ideología en expansión que busca esconder y silenciar a las mujeres, eliminando años de lucha por sus derechos.

Pero como mujeres francesas con estudios y de familias de inmigrantes, Es-Salhi y Drame rechazan que este debate sea sobre los derechos de las mujeres.

"La razón real es la 'islamofobia'", dijo Es-Salhi, temblando de ira. "Hay muchas más hermanas que llevan el velo ahora. Si se prohíbe el niqab se quedarán en casa o emigrarán a Estados Unidos, Reino Unido, Marruecos", comentó.

Para ellas, el problema principal de las mujeres musulmanas no es el velo, sino la discriminación y el desempleo entre la gente joven de las familias inmigrantes.

FRANCIA
Francia no ha divulgado información sobre el desempleo entre algunos grupos étnicos, pero la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) destacó en mayo la discriminación que sufren los jóvenes de algunas partes de Africa como un problema importante en el mercado laboral.

Otros ven al propio velo como un problema.

"Ni prostitutas, ni sumisas", una organización a favor de los derechos de las mujeres en los suburbios multiétnicos franceses, ha denominado al burka "prisión pública" y dicho que los extremistas habían tomado los cuerpos femeninos de rehén.

Los alcaldes de varias ciudades francesas han declarado que el número de mujeres con velo ha aumentado tanto en bodas como en los colegios a la hora de ir a buscar a los niños, y que se niegan a enseñar el rostro incluso para identificarse.

No hay estadísticas oficiales, pero la evidencia anecdótica fue suficiente para llevar al parlamento este mes a hacer un estudio, que llevará seis meses, para averiguar cuánto se han expandido el niqab y el burka.

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