Ecos de la frontera: la ola latinoamericana que traerá el Festival Santiago a Mil

Entre el 3 y 18 de enero, la XXII versión del certamen tendrá tres obras de Argentina, Bolivia y Perú.




Es Navidad en Lima, y la familia Del Solar volverá a reunirse. Los hijos, Pavel y Edurne, están peleados con el patriarca, y la rencilla sigue tibia: hace un año, su padre dejó a su madre por otra mujer, y no una cualquiera. Paula, la ex novia de Pavel, es la actual del padre, y ambos están por llegar. Esa noche, luego de otra confesión del progenitor, todo volverá a resquebrajarse.

Tras su debut en 2012, El sistema Solar, de la dramaturga Mariana de Althaus, nacida en Lima en 1974, fue nominada a la Mejor obra, mientras que sus protagonistas, Katerina D'Onofrio (nominada a Mejor actriz de teatro) y Gustavo Bueno (ganador del premio al Mejor actor de teatro ese año) levantaron polvo con su agudo retrato de una familia limeña y acomodada en crisis.

"Todas tienen sus conflictos. Amamos a nuestros familiares, pero solemos acumular rencores y culpas en la relación con ellos. En ese entorno uno actúa como realmente es", comenta De Althaus, quien además de dirigir la obra, ya había publicado el texto original en la colección Dramas de familia, editado por Alfaguara en 2012. El 13 de enero, la obra desembarcará en el GAM para la XXII edición del Santiago a Mil.

"En Perú tenemos una enorme sensación de orfandad y de que los padres siempre nos defraudan, porque nuestra historia política reciente está plagada de hombres corruptos, mentirosos, o que se escapan. Tal vez el personaje del padre es, de alguna manera, esos padres de la patria que en vez de protegernos nos hacen daño", comenta la autora.

La agrupación Yuyachkani, quizá la más icónica de Perú, celebrará 40 años de trayectoria con Con-cierto olvido, una pieza que repasa la historia peruana, además de la propia. Uruguay, en tanto, arribará de la mano de Gabriel Calderón con Ex-que revienten los actores, inspirada en una frase de José Mujica envuelta en ciencia ficción: un hombre desesperado por probar su amor, crea una máquina del tiempo para reunir a su amada con sus familiares desaparecidos en dictadura. Y México, con la compañía Teatro Línea de Sombra, aterrizará con Baños Roma, que revivirá a la leyenda del boxeo José "Mantequilla" Nápoles en Ciudad Juárez, el paraíso de los narcos.

Del otro lado de la cordillera, el actor y dramaturgo argentino Rafael Spregelburd (La estupidez), volverá a Chile con una ópera hablada, género europeo poco cultivado en América Latina. En Spam, que se estrenará el 15 de enero en el GAM, Spregelburd vuelve a unirse a Zypce en la composición musical para dar vida a una pieza que, desde el inicio, advierte que no tiene símil.

Al inicio, un hombre solo, profesor de lingüística, pierde la memoria por un golpe formidable en la cabeza. Desde entonces, Spam pierde la estructura lógica. "Oscila entre la tesis lingüística y la película clase B de aventuras", dice Spregelburd. "Supongo que sirve a efectos un poco más nobles: la convivencia de la alta cultura con el pop y las narraciones híbridas, desprestigiadas, han sido una constante en todo mi trabajo".

Proveniente de la escena off de Buenos Aires, define como inclasificables sus pulsiones como autor. "Me inquieta la idea de que las películas de James Bond, como bien señala Alan Pauls, inventaran por primera vez la idea de globalización. Paisajes, espionaje, sexo, glamour de la violencia, etc. Todos estos elementos también están presentes en el argumento de Spam, que es prácticamente imposible de sintetizar para las reseñas de prensa", alude.

Su protagonista lidiará con una alumna que prepara su tesis. Está empecinada en que él sea su profesor guía. Él se niega a hacerlo, dudando incluso de sus propias capacidades. La chica insistente, sin embargo, consigue su correo electrónico y se la envía, sin saber que caerá directo en la carpeta de la basura. Cuando lo nota, el hombre recorrerá todo el spam para intentar, de una buena vez, separar para siempre lo útil de lo tóxico e inservible.

"El mar no tiene dueño"

El relato encuentra su origen en un cuento popular. Tres hermanos llevan a su madre moribunda sobre una puerta hasta el mar. El viaje ha sido eterno, y saben que irremediablemente morirá. Justo antes de sentir el fresco manto de las olas ante ellos, la mujer lanza su último deseo: cerrar los ojos, y flotar y flotar hasta perderse más allá del horizonte y sobre ese trozo de madera que poco a poco irá desintegrándose, como ella misma.

Esa es la sinopsis de Mar, el último trabajo en colectivo de la compañía boliviana Teatro de los Andes, agrupada en 1991, y Arístides Vargas, nacido en 1955 en Córdoba, Argentina, y exiliado a los 21 años tras el golpe militar. Tras vivir en Lima y radicarse en Quito, el actor recorrió el altiplano en busca de relatos populares sobre migración, exilio, violencia política y la memoria colectiva de los pueblos originarios.

Por eso, dice, Mar, que se estrenará el 12 de enero en  la Sala Antonio Varas, no reconstruye hechos históricos. "Tampoco demanda una reparación soberana, sino que gira en torno a la ausencia y el anhelo de algo que ni siguieras conoces, como el mar". Inspirado en las secuelas de la Guerra del Pacífico y la reciente demanda boliviana ante el Estado chileno, Vargas escribió un texto que será traducido al inglés, italiano, aimara y y quechua, dirigido por Charo Francés.

Vargas se autodefine como un ingenuo radical, no cree en la propiedad privada sino "en el disfrute común de lo que nos fue dado. Y el mar no tiene dueño", afirma. "Puedes decir el mar chileno pero es el mismo mar que riega las playas del Japón. Nadie debiera ser propietario del agua, pero vivimos en un mundo raptado por una economía salvaje e inhumana. De eso habla este relato".

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