El mayor riesgo que pondría a Asia frente a una nueva crisis es la gran acumulación de deuda

Varios países asiáticos ahora tienen ratios de deuda privada de entre 150% y 200% del PIB, donde además preocupa el ritmo en el que ésta ha crecido, dicen economistas.




Asia aún esta traumatizada por la gran crisis financiera de 1997, cuando la devaluación del baht tailandés provocó la caída de los mercados de toda la región. ¿Esto podría volver a pasar?

A muchos la sola pregunta podría parecerles extraña, dado el rápido crecimiento de Asia y sus avances en fortalecer los sistemas financieros, mejorar la transparencia y acumular billones de dólares en reservas de divisas. Pero Asia ahora enfrenta tres riesgos que rápidamente podrían desbaratar esos logros: la reducción del estímulo por parte de la Reserva Federal de los Estados Unidos, un crack chino y una explosión de la deuda de los hogares.

El peligro de que la Fed retire demasiada liquidez de los mercados está bien documentado. También lo están las crecientes vulnerabilidades de China. La deuda, sin embargo, merece mucha más atención. Cuando los economistas analizan la escena, Tailandia una vez más encabeza la lista de preocupaciones. Allí la deuda ha crecido rápidamente, las normas para la colocación de emisiones parecen laxas y crece la cantidad de préstamos con problemas de recupero.

Tailandia tiene una nutrida compañía en Asia, advierte Oxford Economics en un nuevo informe. En Singapur, financieramente conservador, el crecimiento del crédito en los últimos seis años superó al de los Estados Unidos en vísperas de su crisis hipotecaria de 2008. Varios países ahora tienen ratios de deuda privada de entre 150% y 200% del producto interno bruto. Entre ellos, se cuentan el grupo de altos ingresos -Australia, Hong Kong, Corea del Sur y Taiwán- y también China, Malasia, Tailandia y Vietnam. Incluso donde los niveles de deuda son más bajos, como en Indonesia y las Filipinas, la trayectoria es preocupante.

"Los aumentos de deuda de este tipo a menudo terminan mal", dice el economista de Oxford Adam Slater.

Aún más inquietante que los niveles absolutos de deuda, dice Frederic Neumann, co-responsable de investigación económica asiática de HSBC Holdings Plc en Hong Kong, es el ritmo de aumento. Pese a su rápido crecimiento y sus mercados alcistas, Asia no es tan saludable como parece a primera vista y podría contraer aún más deuda para sostener el crecimiento. En momentos en que el apalancamiento supera el pico que precedió al crack de 1997, ¿se avecina una abrupta corrección?

"Los optimistas sostienen que es improbable que ocurra en Asia, donde las personas tienden a ser más prudentes y ahorrar una parte más grande de sus ingresos mensuales", asegura Neumann. "Pues bien, no necesariamente es así", añadió.

Toda esta deuda nueva deja a Asia sumamente expuesta a los sacudones financieros y los cambios económicos. Cualquier acontecimiento desestabilizador -que la presidente de la Fed Janet Yellen haga un ajuste excesivo, nuevas turbulencias en Europa, una crisis crediticia china, un aumento de los precios del petróleo, problemas en el mercado de bonos japonés- podría volver a poner a Asia al borde del abismo. Y no es que los mercados exportadores estén en auge y puedan hacer de colchón.

¿Qué deberían hacer los gobiernos para evitar el desastre? "Todo pasa por el aumento de la productividad", apunta Neumann. "Si se desacelera, las ganancias quedan bajo presión y hay una tendencia a apalancar para mantener el retorno sobre el capital, de modo que deben hacer cualquier cosa que impulse el crecimiento de la productividad. Por ejemplo, la reforma de las empresas estatales, infraestructura, menor rigidez en el mercado laboral y liberalización del comercio", añadió.

Ninguna de estas mejoras está en marcha. Desde ya que no en Tailandia, donde los generales que tomaron el poder el 22 de mayo están demasiado ocupados en consolidar el poder como para reestructurar la economía. Los ambiciosos planteos de cambio en Hong Kong, Corea, Malasia y otros países no se han visto acompañados de acciones perceptibles. Y la gran preocupación, obviamente, es China. El 1° de agosto, el banco central advirtió que la oferta de crédito y dinero está creciendo demasiado rápido, meses después que el premier Li Keqiang prometiera abordar el problema de la burbuja crediticia china.

El estímulo sin precedentes de China luego de que a Wall Street le llegara la hora de la verdad en 2008 sostuvo el crecimiento en toda Asia. La colosal generosidad de Pekín podría volver del pasado para atormentar a la región si el crecimiento se desacelerase marcadamente o gigantescos incumplimientos de deuda golpearan a los mercados mundiales. Lo mismo vale para el programa de flexibilización cuantitativa de la Fed. Tasas estadounidenses superbajas llevaron oleadas de capital hacia Asia, contribuyendo a facilitar un aumento de los ratios de deuda privada. Pero ahora, las políticas de la Fed y el motor de crecimiento de China podrían dar marcha atrás.

La implosión de Tailandia fue sólo el ejemplo más espectacular de la propensión de Asia a sufrir ciclos de auge y caída desde fines de la década de 1990. Otros son la crisis de las propiedades en Hong Kong a comienzos de los 2000, las mini-crisis de la deuda sin garantía de Corea y Taiwán a mediados de los 2000 y el estallido inmobiliario de Vietnam que se inició en 2010. Estos antecedentes son una advertencia respecto de los riesgos de restar importancia al daño que puede causar una deuda insosteniblemente grande.

Es cierto que Asia sigue estando entre las regiones económicas menos complicadas, en tanto Grecia y Portugal vuelven a ser noticia y Argentina está nuevamente en cesación de pagos. Además, una relación deuda/ingresos más estricta y políticas "macroprudenciales" sólidas como impuestos y reglamentaciones que limiten los flujos de dinero podrían salvar a Asia de volver a caer a las profundidades de 1997. Pero, advierte Slater de Oxford, "los riesgos de la acumulación de deuda parecen suficientes para cuestionar la tan promocionada tendencia del ascenso del consumidor asiático". Esto sería una mala noticia para todos.

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