El pintor de los retratos en rojo llega a Ch.ACO




De niño se tumbaba en el pasto a mirar las nubes; el cielo lo obsesionaba. Los atardeceres pronto captaron su atención, colándose en sus cuadros, y se resumieron en un solo color: rojo. Retratos en telas donde prima el rojo intenso se han convertido en el sello del pintor español Salustiano, una de las cartas principales de la Feria Ch.ACO, que se realiza hasta mañana en Vitacura (Av. Santa María 6299).

A diferencia de muchos artistas contemporáneos, Salustiano no está interesado en la función social del arte: sus lienzos buscan, más bien, conmover y emocionar al espectador.  "Que yo sepa, ningún cuadro ha cambiado el mundo. Yo me conformo con embellecer el metro cuadrado de universo que me ha tocado", afirma el pintor.  En medio de una pared llena de cuadros que según él no buscan la belleza sino sólo "gritar más fuerte", él prefiere ser un susurro, promover la serenidad. De ahí que disfrute caminar por las galerías, y pararse detrás de las personas que observan sus cuadros. Al ver sus expresiones, siente que ha completado su trabajo.

Titulado de la facultad de Bellas Artes en la Universidad de Sevilla, Salustiano ha participado en importantes ferias como Shangai Contemporary, Art Forum, Art Cologne y Art Basel Miami. Además, junto a artistas como Damien Hirst, el sevillano tiene obras en la galería Hilario Galguera, en México y Leipzig, Alemania.

El pintor reconoce en la fotografía una aliada importante en su trabajo, pero sólo al inicio. Salustiano recorre las calles buscando rostros, generalmente anónimos, que comuniquen lo que él quiere contar. Los fotografía y luego se larga a pintar, trabajando con alrededor de sesenta capas delgadas de distintas tonalidades de rojo y con pigmentos provenientes de piedras preciosas. Los ojos reciben más pinceladas: ellos son el epicentro de su obra. La capacidad de observar lo que lo rodea, es el motor principal en la obra de Salustiano: "Un artista no tiene que tener imaginación, sino ver la vida tal como es. Eso ya es bastante. La vida es lo suficientemente increíble para no tener que imaginar absolutamente nada", concluye.

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