El último edificio de Nueva Las Condes

A comienzos del 2000 nacía un proyecto de torres de oficinas con un bulevar, cuyo nombre adoptó, después, el barrio completo. Hoy se construye la última edificación de Nueva Las Condes.




Jaime Franco recuerda con nitidez la época en que máquinas retroexcavadoras empezaron a horadar el terreno baldío que estaba cerca de su casa, en calle O'Connell. En los cierres perimetrales se leía "Sinergia", el nombre de la inmobiliaria que les cambió la cara a los paños que durante tres décadas albergaron algunas de las viviendas populares de la Villa San Luis.

En 2002 se inauguraban dos espejados edificios diseñados por el arquitecto Borja Huidobro, el impulsor del barrio financiero de Isidora Goyenechea. El Huidobro alcanzaba los 19 pisos, y el Neruda, los 23. Ambos miraban hacia Rosario Norte.

No le daban buena espina a Franco, según reconoce. "Pensaba en las miles de personas que llegarían con sus autos a transitar por la zona, a invadirnos prácticamente", recuerda el vecino.

Pero ese era sólo el comienzo. Luego vendrían cinco edificaciones más: Mistral, Matta, Arrau y los De las Artes I y II, más un bulevar que los cruzaba a todos por el centro. Entonces, él y el resto de los santiaguinos se dieron cuenta de que este proyecto había alcanzado otra escala, a tal nivel que su nombre, el de Nueva Las Condes, se esparció por todo el triángulo que forman Av. Alonso de Córdova, Av. Manquehue Norte y Av. Presidente Riesco.

Ahí se gestó uno de los polos de negocios más importantes de la capital, uno que ya se mostraba consolidado a mediados de la década del 2000, y que era una alternativa competitiva al barrio financiero de El Golf, por sus oficinas de alto estándar. Su éxito llegó a tal punto que hoy transitan por ahí cerca de 30 mil personas al día.

"Es cierto que llegó mucha gente, pero el lugar aporta al barrio una serie de servicios de alto nivel que antes no teníamos, como gimnasios, cafés y restaurantes", sentencia hoy Jaime Franco, quien cambió su visión.

El nombre Nueva Las Condes fue pensado como una forma de darle "nuevos aires" a un sector que durante bastante tiempo fue visto como una especie de punto aparte dentro de la comuna. Doce años después, el barrio adoptó ese apodo.

Fenómenos similares existen en la historia de Santiago. Ocurrió a principios del siglo XX, en torno al edificio de la Bolsa de Comercio de Santiago. Cuando se terminó el edificio, todo el cuadrante comenzó a ser identificado como parte de un barrio -el de la Bolsa-, el primer polo de negocios de la capital.

Una década después de que Sinergia pusiera su primera piedra en esta zona de Las Condes, la empresa comienza a levantar la octava y última de las torres contempladas en el proyecto original, y que para coronarlo recibirá el nombre de Nueva Las Condes. "Estamos construyéndola junto a Corp Seguros.

La bautizamos de esta manera porque queremos plasmar ese nombre en uno de nuestros inmuebles y establecerlo como una especie de denominación de origen", acota el subgerente comercial de Sinergia, Sergio Montes.

Las plantas de esta nueva construcción de formas sinuosas, con dirección en Av. Presidente Riesco 5537, serán abiertas y se arrendarán a diversas compañías.

Tendrá 20 pisos y ocho subterráneos. El primer nivel y el zócalo estarán destinados completamente a comercios y servicios. "Por fuera están presentes algunos conceptos de la aerodinámica traducidos a la arquitectura. Por ejemplo, el uso de cristales curvos en su fachada", explica el arquitecto Luis Corvalán, uno de los autores de su diseño.

Además, el edificio contará con ocho ascensores de última generación, sistemas de ahorro de energía y un entorno con jardín natural, a través del cual se integrará al bulevar que recorre por el centro el complejo Nueva Las Condes (ver infografía).

Las obras del nuevo inmueble comenzaron en octubre pasado y, según cálculos de Sinergia, estarán listas durante el primer semestre de 2015.

Cristián Fernández, arquitecto del GAM y de varios edificios en esta zona de Santiago, explica que la fórmula a través de la que el barrio logró su consolidación como polo de negocios fue simple: "Construyeron edificios con alto estándar y, además, le dieron relevancia al espacio público. Todas las áreas a nivel de calle se han tratado como públicas, abiertas e integradas, algo que le da continuidad y sentido urbano al sector", señala.

Para Fernández, eso fue crucial, en vez de instalar jardines o estacionamientos privados y cerrados. "Además, en el lugar se crearon parques y circulaciones dotadas de servicios, que son el gran déficit de la ciudad", remata el arquitecto.

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