En Argentina, estudiantes se toman colegios en demanda de mejoras

Tras una jornada en la que tomaron las calles, estudiantes secundarios de Buenos Aires rechazaron este lunes la propuesta del gobierno porteño para poner fin a un conflicto por las infraestructuras educativas que lleva más de 20 días y que ha interrumpido las clases en más de una veintena de instituciones escolares.




"Queremos estudiar en condiciones dignas", rezaba la pancarta que encabezaba la marcha, a la que asistieron unas 3.000 personas en representación de 40 escuelas públicas.

Desde comienzos de agosto, los alumnos han organizado tomas en los institutos para reclamar soluciones estructurales: mejoras edificativas, aumento del presupuesto, viandas y becas.

Y el lunes fueron recibidos por el ministro de Educación de la ciudad, Esteban Bullrich, quien presentó un plan de obras que no satisfizo a los delegados estudiantiles.

Según detallaron los asistentes a la reunión, el titular de educación anticipó que las tareas de refacción comenzarán en algunos colegios, pero los manifestantes defendieron el espíritu con el que llevaron adelante la protesta: "todos o ninguno".

"El conflicto se va a terminar cuando se dé una respuesta conjunta… Esto de empezar sólo en unas escuelas es una maniobra para intentar dividirnos", declaró uno de los portavoces del movimiento ante BBC Mundo, a la salida del encuentro.

TRES INTENTOS
Inicialmente, los alumnos ocuparon 24 colegios, en los que se interrumpieron las clases. En la actualidad, sólo seis de ellos mantienen la medida de fuerza, mientras que el resto decidió levantarla el pasado 28 de agosto, abriendo un compás de espera hasta la reunión de este lunes.

Éste fue el tercer encuentro entre el gobierno del alcalde Mauricio Macri y los estudiantes. Horas antes de recibirlos, el ministro Bullrich había asegurado que respondería a las demandas, "por lo que no tiene sentido seguir con las tomas".

"El plan que se les presentará es una continuidad del que anunciamos en julio pasado, con la novedad de poder contar con más fondos", declaró, al destacar que el presupuesto destinado a educación "es el más alto en 8 años".

El 7 de julio, el gobierno porteño había anunciado un plan de infraestructura escolar para 2010-2011 por $177 millones (US$45millones), más $144 millones para edificios nuevos.

Sin embargo, legisladores opositores, gremialistas y los mismos centros de estudiantes denuncian que el nivel de ejecución es bajísimo: no alcanza al 7% de lo previsto en los papeles.

Así, tras el rechazo a la propuesta oficial, la Coordinadora Unificada de Escuelas Secundarias (CUES), que congrega a los estudiantes en protesta, amenazó con ampliar las ocupaciones a 40 establecimientos.

"Queremos que las obras empiecen durante 2010 y que nos permitan armar comisiones de control para supervisarlas", expresó Ramiro Jordán, de la Escuela Esnaola.

"La situación edilicia es visible y urgente, pero detrás hay un problema con la educación pública como opción", señaló a BBC Mundo Agustina Eroles, integrante de la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA), que se sumó a las marchas.

¿NUEVA FUERZA?
Lo cierto es que la cuestión edilicia ha llevado a los alumnos secundarios a la calle, en un reclamo unificado como no se veía hace años en Argentina.

¿Es ésta una nueva forma de militancia joven? Muchos creen que podría crecer hasta convertirse en un movimiento múltiple y fraccionado, pero estable.

"El movimiento estudiantil seguirá extendiéndose", auguró Matías, del colegio Manuel Belgrano.

De fondo, las protestas se han teñido de tono político, criticadas por algunos pero bienvenidas por otros como una forma de compromiso juvenil.

"Política es, porque nos estamos enfrentando con el gobierno. No sé si llamarlo militancia aunque obvio que puede abrir la lucha en otros temas", señaló a BBC Mundo Camila Blanco, estudiante del instituto Falcone.

Los estudiantes en protesta se definen a sí mismos como "hijos de la crisis del 2001", cuando los argentinos salieron a la calle en pleno estallido socio-económico.

Creen en las movilizaciones públicas como forma de acción política y cuentan con el apoyo de padres y profesores para su lucha.

"Es una militancia que fundamentalmente tiene que ver con el cumplimiento de derechos, más que con cuestiones partidistas. Yo espero que se intensifique la protesta, no contra una persona o un gobierno, pero sí en busca de cubrir los derechos de los alumnos a estudiar en un lugar digno", le dijo a BBC Mundo la docente Carolina Bregy, quien trabaja en dos escuelas que no están tomadas pero que "igual tienen problemas edilicios graves".

Sin embargo, no todos los estudiantes respaldan las medidas de sus pares más combativos: hay quienes reclaman el "derecho a tener clases" por los 180 días mínimos definidos en la currícula nacional.

Recientemente, un informe del diario Perfil denunció que hay alumnos que realizan tareas de espionaje a otros compañeros para conocer si apoyan las protestas.

Por su parte, desde el ministerio de Educación nacional –de corte kirchnerista, opuesto al de la ciudad- se llamó a los estudiantes a poner un límite a las tomas.

"Es posible que te enamores del método", expresó el ministro Alberto Sileoni. Y agregó. "Ahí tenés que despabilarte y decir: 'bueno, esto sirvió para poner en agenda el tema de la infraestructura, listo; el cometido está cumplido, volvamos a clase'".

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