Golpe a la cátedra: Bob Dylan, el nuevo Nobel

Dylan

Casi 500 canciones en medio siglo, el recorrido del cantante estadounidense está marcado por letras con mensajes de amor, sociales y políticos. La Academia Sueca por primera vez premia a un músico y abre la polémica.




Un gesto habitual en los últimos años: Bob Dylan, de traje negro y sombrero oscuro, apenas levanta la vista y saluda con una mueca en su rostro. Hace una semana, la leyenda del rock repitió el saludo al inaugurar el festival Desert Trip, en California. Sin discursos ni estridencias, comenzaban a rodar las canciones del músico y poeta estadounidense de 75 años, nacido como Robert Allen Zimmerman.

"La auténtica voz americana" tituló ayer el diario The New York Times luego de que la noticia se difundiera desde Estocolmo. Bob Dylan volvía a ser protagonista en la prensa mundial al convertirse en el premio Nobel de Literatura 2016. "Por haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción", argumentó Sara Danius, secretaria permanente de la Academia Sueca. "Si miramos miles de años hacia atrás descubrimos a Homero y a Safo. Escribieron textos poéticos hechos para ser escuchados e interpretados con instrumentos. Sucede lo mismo con Bob Dylan. Puede y debe ser leído", agregó la vocera, que tuvo que repetir el nombre del autor de Blowin' in the wind. Muchos pensaron que era una broma.

"Este Nobel reconoce lo que intuíamos hace tiempo: que Dylan es una de las voces más auténticas que ha producido América, un fabricante de imágenes como lo hiciera Walt Whitman o Emily Dickinson", apuntaba The New York Times. El diario reparó en un asunto que va más allá de las decisiones geopolíticas: "La Academia Sueca tiene que explicar a los lectores y oyentes por qué han postergado tanto a Philip Roth y Don DeLillo". El último escritor de EE.UU. en recibir el Nobel de Literatura había sido Toni Morrison, en 1993.

"Yo nací en la primavera de 1941. La Segunda Guerra Mundial ya asolaba Europa, y Estados Unidos pronto intervendría en ella. El mundo estaba saltando en mil pedazos, y el caos recibía a los recién llegados con un puñetazo en la cara", escribe Dylan en Crónicas, su autobiografía, publicada en 2004.

En el volumen que narra el viaje fuera de casa, en la década del 60, desde Minnesota hasta la llegada a Nueva York -"la moderna Gomorra"-, están las huellas de sus días de formación. Más allá del folk y Woody Guthrie, también estaban las lecturas de pensadores, poetas, autores clásicos y contemporáneos, como Voltaire, Lutero, Rousseau, Nietzsche, Faulkner, Byron, Shelley, Rimbaud, Poe y Coleridge. Cercano a la generación beat y amigo de Allen Ginsberg, anota que la novela En el camino, de Jack Kerouac, "había sido la Biblia para mí".

Desde la nada

Desde hace 10 años favorito entre las casas de apuestas, premio Príncipe de Asturias de las Artes 2007, esta semana en Ladbrokes el nombre de Bob Dylan figuró entre los 20 autores que mejor pagaban. A su vez, una conservadora Academia Sueca comenzaba a cambiar, desde la composición de sus integrantes, y el año pasado dio su señal definitiva al premiar con el Nobel a la periodista Svetlana Aléxievich, en una lista donde no entraba el nuevo periodismo como género narrativo.

"De Blonde on Blonde es un extraordinario ejemplo de su brillante manera de rimar, de juntar refranes, de su brillante forma de pensar", señaló ayer Sara Danius, la joven profesora que reemplazó hace dos años al historiador Peter Englund en la Academia que le entregará a Dylan un diploma, una medalla de oro y ocho millones de coronas suecas ($ 600 millones) el 10 de diciembre.

Célebre por sus letras que abordan temas sociales, políticos y literarios, varias de sus canciones se transformaron en himnos contraculturales y antibélicos como The times they are a-changin, Masters of War, Hurricane, Chimes of Freedom y Like a rolling stone.

"Cuando no se tiene nada/ no hay nada que perder", anota Dylan en esta última canción de 1965, que se extendía por más de seis minutos y cuyo manuscrito fue subastado hace dos años. "Este es el Santo Grial de las letras de rock", dijo Richard Austin, el experto encargado de la venta en la casa de subastas Sotheby's. El original de cuatro páginas fue vendido en US$ 2 millones.

De la guitarra de palo a la eléctrica, de la armónica a los teclados, por sobre los instrumentos musicales Bob Dylan apostaba por letras sencillas. "Mi padre está en la fábrica y no tiene zapatos/ mi madre está en el callejón buscando comida/ y yo estoy en la cocina con los blues de la lápida", anota en Tombstone Blues. "Con esos tres versos se hace acreedor a todo. Son tres versos kilométricos", dijo el año 2000 Nicanor Parra, quien así destacaba los méritos de Dylan para el Nobel.

El poeta del country, del blues, del jazz, que a los 25 años sufrió un accidente en moto que lo mantuvo lejos de los escenarios, ha insistido en las últimas décadas en reescribir su biografía y rediseñar, trastocando, sus canciones. No se detiene y en su gira interminable sigue el tour por su país. La próxima parada es hoy, en el segundo fin de semana del Desert Trip, donde se presenta con la banda encabezada por Mick Jagger. "No quería ser una gloria del pasado, quería ser alguien que nunca fuera olvidado", le dijo hace una década al escritor Jonathan Lethem, quien lo entrevistó para la revista Rolling Stone.

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