Grenada: El tesoro oculto del Caribe




Si bien dicen que fue hace 500 años, la verdad es que América la descubren a cada rato. Si no, pregúntenles a los redactores del periódico inglés The Sunday Times, que en su último ranking de las 10 mejores playas tropicales del mundo, dieron con un verdadero tesoro en pleno Mar Caribe. Se trata de Grenada, una desconocida, pero paradisíaca isla de sólo 344 km2, ubicada a unos 200 km al norte de Venezuela y Trinidad y Tobago. La publicación entrega sus galardones a la playa La Sagesse que, a fin de cuentas, no es más que una excusa para adentrarnos en este exótico destino.

¿GRENADA O GRANADA?
Aunque su nombre en castellano realmente es Granada, se ocupa su denominación inglesa (Grenada) para diferenciar a esta pequeña isla de la conocida ciudad española y otras localidades. Y la verdad es que aquí la cosa del idioma da para confusiones, ya que franceses e ingleses compartieron la ocupación de la isla durante la conquista de América. Finalmente, fueron los ingleses quienes, en 1877, la dominaron, lo que no quiere decir que franceses no hayan dejado su legado, sobre todo en la arquitectura de su capital, Saint George's que, se dice, es la ciudad más hermosa del Caribe.

Pero la belleza de Saint George's no está sólo en sus fachadas, también en la eterna sonrisa de su gente, que en un 80% es descendiente de esclavos negros. Son tan sólo 8 mil habitantes, por lo que abunda la confianza y la seguridad.

PLAYAS Y LUJO
Actualmente, Grenada cuenta con resorts de lujo, con precios que van  desde US$ 1.300 semanales en temporada baja (de mayo a diciembre, sin pasajes), como Blue Horizon's Garden Resort, hasta villas que ofrecen suites de lujo por US$ 3.400 por una semana en Calabash Hotel.
Claro que también hay hoteles bed & breakfast por US$ 105 la noche.

De sus playas destaca, obviamente, La Sagesse, en el sureste de la isla, muy cercana al poblado de St. David. Esta playa de cocoteros y arenas blancas es un verdadero paraíso, rodeada de manglares habitados por graciosos monos y una soledad que se agradece y se disfruta, entre grandes acantilados. La mayoría de sus visitantes son europeos, principalmente ingleses y alemanes.

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