Holanda congela sus relaciones con Irán tras ejecución de mujer

El ministro de Relaciones Exteriores, Uri Rosenthal, dijo sentirse engañado por las autoridades iraníes tras la muerte de Sahra Bahrami.




Holanda congeló hoy todas sus relaciones oficiales con el gobierno en Teherán tras la ejecución de la mujer con doble nacionalidad iraní y holandesa, Sahra Bahrami (46), que fue ahorcada este mismo sábado por tráfico de drogas. Bahrami había participado en diciembre de 2009 en manifestaciones de protesta contra el presidente Mahmud Ahmadinejad.

Es "un acto de vileza perpetrado por un régimen bárbaro", señaló el ministro de Relaciones Exteriores holandés, Uri Rosenthal, quien además dijo sentirse engañado por los iraníes. A su juicio le habían garantizado en las últimas horas que el juicio contra Bahrami aún no había llegado a su fin y que era posible presentar recursos contra la condena a muerte.

Según informaciones no confirmadas oficialmente y dadas a conocer por la hija de Bahrami que vive en Holanda, la Fiscalía del Estado en Irán también acusó a la mujer de pertenecer a los Muyahidines del Pueblo de Irán, considerada por Teherán una organización terrorista responsable de matar a varios funcionarios iraníes en los últimos 30 años. También por ese cargo podía ser condenada a muerte si era encontrada culpable.

Sahra Bahrami había emigrado de Irán, pero en 2009 volvió a Teherán con pasaporte holandés. Fue arrestada en diciembre de ese año y condenada a muerte, acusada de haber introducido en varias ocasiones cocaína al país desde Holanda. Irán no reconocía su nacionalidad holandesa, por lo que le negó el apoyo consular.

Su ejecución desató indignación en todo el mundo. La organización defensora de los derechos humanos Amnistía Internacional se manifestó "profundamente consternada". Políticos en La Haya reclamaron a la UE reaccionar con sanciones más duras contra Irán.

El Ministerio de Relaciones Exteriores iraní había expresado previamente que no aceptaba injerencias de La Haya en cuestiones internas. Las autoridades iraníes no aceptan una segunda nacionalidad y consideraban a Bahrami una iraní.

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