Indagarán presunta inhumación ilegal en predio donde vivían fanáticos religiosos

"Hay algún antecedente que indica la muerte de una persona al interior del recinto", dijo el fiscal. Clan familiar fue formalizado por tenencia ilegal de armas de fuego.




El Ministerio Público confirmó que indagará una presunta inhumación ilegal en el predio que habitaba un grupo familiar que habría conformado una supuesta secta religiosa que esperaba el fin del mundo, en Vilcún, IX Región.

"Se va a investigar la inhumación ilegal; hay algún antecedente que indica la muerte de una persona al interior del recinto y no hemos podido determinar su identidad; por lo mismo no hemos podido determinar si efectivamente esa persona falleció y dónde se encuentra sepultada", dijo el fiscal Omar Mérida.

Si bien afirmó "desconocer" la posibilidad de que se haya realizado algún sacrificio humano, precisó que "lo que hay es un antecedente de una persona que falleció, cuyo nombre no está determinado y que va a requerir de la presencia de personal especializado en la búsqueda de cadáveres en el recinto".

El origen del nuevo antecedente radica en la existencia de un cuaderno en el cual la menor, a la que la familia identificaba "Princesita", llevaba un detalle bastante pormenorizado de las cosas que realizaban en el marco de sus actividades y ceremonias religiosas.
 
"Hay registros escritos de lo que iba pasando al interior de la comunidad y aportan antecedentes importante respecto de las actividades de la secta", indicó.

En tanto, el fiscal Mérida pidió además la realización de exámenes psiquiátricos, mientras que ya se descartó violación o conductas sexuales de la pequeña.

Los varones del clan permanecen en prisión preventiva y las mujeres con arresto domiciliario nocturno, tras ser formalizados de cargos por tenencia ilegal de armas de fuego y municiones para funcionamiento de milicia privada.

Se trata de la familia conformada por César Baeza (68), Hernan Valdebenito (60) y otras cinco personas cuyas edades fluctúan entre los 35 y 49 años. En su poder se incautaron 11 armas de fuego en su domicilio del Fundo Santa Ana, en Vilcún, y un altar donde realizaban fanáticos ritos religiosos esperando el fin del mundo, según revelación de la más pequeña de la familia.

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