La cruzada por compartir el reino animal

El respeto por otras especies es la bandera de los animalistas, quienes cada vez ganan más adeptos y exigen ser escuchados.




Los cinco días posteriores a la muerte de los leones Manolo y Flaca, más de 35 mil personas firmaron a favor del cierre del Zoológico de Santiago, campaña que si bien se inició en abril, tuvo un masivo apoyo en las redes sociales tras el incidente que terminó con los dos felinos muertos.

"El Ministerio de Vivienda, que es el responsable del zoológico, se comprometió a tomarnos en cuenta si llegábamos a 50 mil firmas. Logramos superar esa cifra con creces, eso habla del masivo rechazo a estos recintos. La gente está tomando mayor conciencia", afirma Eduardo Oyarzún,  coordinador del colectivo animalista Alza Tu Voz.

Este movimiento, que se autofinancia con los aportes de la gente durante sus actividades educativas, fue una de las más activas y enérgicas tras la conmoción que produjo la muerte de los leones y el debate ético que surgió entre los distintos sectores animalistas. Al día siguiente, los activistas de Alza tu Voz se manifestaron en las puertas del zoológico, marcharon por las calles exigiendo su cierre e hicieron una velatón para recordar a Manolo y Flaca. "Lo nuestro siempre es la vía pacífica como la mayoría de los grupos animalistas", precisa Eduardo, al tiempo que reconoce que  existen algunas facciones más radicales y aisladas. "Esos son los que atacan los mataderos o incendian carnicerías, pero nadie los conoce, actúan desde el anonimato. No tienen Facebook ni nada que los identifique", aclara.

En otro ámbito se encuentran las agrupaciones rescatistas de perros y gatos, que no implican necesariamente en sus integrantes cambios de hábitos o activismo para poner fin al maltrato animal a través de la entretención, el vestuario, la fuerza de trabajo o para experimentar en ellos.

Estos son los llamados "bienestaristas", quienes buscan regular las condiciones de vida de los animales, evitar su abuso, pero aceptan usarlos en beneficio del hombre. Por otro lado, se encuentran los llamados "abolicionistas", quienes presionan por cambiar las leyes, erradicar el consumo de animales y adscriben a grupos más organizados que trabajan en favor de todos los animales.

"Para la ley chilena los animales son cosas, pero ambos pertenecemos al mismo reino animal. Sabemos que es una lucha lenta en el Congreso. Tomó 500 años que los blancos en Estados Unidos consideraran a los esclavos como personas, pero hay que empezar por uno mismo y por educar a la gente", dice Esteban Rojas, coordinador de Animal Libre Chile. "La activación por las redes sociales es muy efectiva, cada foto que publicamos, se comparte y multiplica hasta en 300 mil visualizaciones de una sola vez", agrega.

Si bien no es un requisito para integrarse al movimiento, un grupo importante de abolicionistas son veganos (no ingiere alimentos de origen animal) o vegetarianos.

"Yo he estado desde el día uno en esta organización y veo cómo la gente que ingresa va cambiando sus hábitos de consumo, se hacen vegetarianos y luego veganos. Aquí nadie obliga a nadie, es una evolución natural que se da, porque se van sensibilizando y dando cuenta que los animales, a pesar de que son diferentes en términos físico, son iguales en términos de emociones  y en la capacidad de sentir", señala Anyelo Soto, presidente de la  Sociedad Chilena de Protección Animal.

La "sintiencia"

Si bien hay diferencias prácticas entre los distintos movimientos animalistas, la "sintiencia" es el concepto que comparten, y que alude a que los animales, al igual que el hombre, son capaces de ser afectados de forma positiva o negativa por algo, es decir, tiene la capacidad de tener experiencia. "Está comprobado científicamente que todo animal con sistema nervioso central activo es capaz de sentir y de tener conciencia de sí. Eso los distingue de las cosas y los hace sujetos de derecho", explica Nicole Sandoval, presidenta de Defensa Animal, quien define a su organización como la única realmente abolicionista.

"Nosotros hablamos de los reales derechos animales, de los derechos morales, que implica rechazar el estatus de propiedad de los animales. El derecho a no ser tratado como propiedad del humano es anterior a cualquier otro, por eso todas las leyes que hagamos, van a quedar sólo  como reformas, porque hoy los animales están  consagrados como propiedad de los humanos". Para Sandoval la vía para abolir el estatus de propiedad "es que la gente rechace de manera masiva su explotación. Por eso es tan importante la educación vegana entendida como un cambio en la forma de ver a los animales y reducir así la oferta de productos que provengan de su explotación".

Según estas argupaciones, el origen de la discriminación  surge del especismo, prejuicio que otorga a la especie humana un valor arbitrario mayor por sobre a otras especies, agravado por el antropocentrismo; es decir, el hombre en el centro de todo. "Es un tema cultural muy arraigado porque nadie quiere, conscientemente, hacer sufrir a un animal o matarlo con sus propias manos. Separamos el sufrimiento de la vaca de la hamburguesa que tenemos en el plato como un mecanismo  sicológico de autoengaño. Es lo que nos han enseñado en casa, pero hay que empezar a ser consciente de lo que no vemos", añade Camila Rebolledo, presidenta de Defensa Antiespecista.

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