La donación: el corazón de los museos

La filantropía de los coleccionistas ha originado patrimonios como el del Museo Precolombino, el Bellas Artes y el MAVI. En estos años, la UC y Las Condes también han recibido legados.




Aunque fue uno de los grandes impulsores del modernismo en Chile, el arquitecto Sergio Larraín García Moreno siempre se sintió fascinado por la cultura criolla e indígena del continente. Tras levantar obras claves, como el Edificio Barco en Santa Lucía y el Oberpaur en calle Huérfanos con Estado, a mediados de los 50 Larraín se fue a vivir a una casa colonial, a los pies del cerro San Cristóbal, donde más tarde se creó la Facultad de Arquitectura de la UC. Algo similar le pasó con el arte. Luego de formarse bajo las vanguardias europeas de Paul Klee y Kandinsky, Larraín se convirtió  en coleccionista de piezas arqueológicas americanas. Preocupado por lo que pasaría con su acervo, a fines de los 70 el arquitecto y ex embajador creó el Museo de Arte Precolombino, que en 1981 abrió sus puertas en el antiguo Palacio de la Real Audiencia en calle Bandera, con 1.500 obras, las mejores de su colección. Hoy, la institución suma 5 mil piezas: la mayor parte de ellas han sido donadas.

"Sólo el 3% de nuestro patrimonio corresponde a  compras. La generosidad de don Sergio se contagió a otros y ya a mediados de los 80 llegaron nuevas donaciones", cuenta el director del museo, Carlos Aldunate. Fue el caso de coleccionistas como Eduardo Uhart o Jacobo Furmann, quien donó una importante colección de platería mapuche.

Pero la filantropía que beneficia al museo va más allá de las obras de arte. En 2012, el recinto cerró sus puertas para construir una nueva sala de 1.300 metros cuadrados, que costó US$ 17 millones, aportados por Minera Escondida bajo la Ley de Donaciones Culturales. "Todos los museos del mundo están hecho sobre la base de donaciones. El British Museum, el Louvre y El Prado son colecciones que partieron siendo privadas. Sólo en instituciones de arte contemporáneo son usuales las compras a artistas vivos", explica Aldunate.

En Chile sucede lo mismo. Donaciones de coleccionistas privados de principios del siglo XIX como Eusebio Lillo o Carlos Cousiño fueron fundamentales para formar el patrimonio del Museo Nacional de Bellas Artes. Lo mismo pasó con la Pinacoteca de Concepción, que alberga el acervo del filántropo Julio Vásquez Cortés, quien en 1958 donó más de 500 pinturas de artistas de la Generación del 13, como Pedro Luna y Exequiel Plaza.

Un ejemplo más actual es el de los empresarios y coleccionistas Hugo Yaconi y Manuel Santa Cruz. En los años 80  unieron su pasión por el arte y la cultura en un ambicioso proyecto: revitalizar el barrio Lastarria construyendo la Plaza Mulato Gil y levantando allí el Museo Arqueológico. Fueron ellos quienes en 2012 decidieron donar al Museo Precolombino más de 1.300 piezas arquelógicas chilenas para que fuesen exhibida en la nueva sala. Además, en 1994 construyeron el Museo de Artes Visuales (MAVI), dedicado al arte contemporáneo, que en su fachada tiene un mural de Matta.

"La Fundación Plaza Mulato Gil no representa a ninguna marca y no recibimos dinero del Estado. Postulamos a fondos, pero como cualquier otro particular, a veces ganamos y otras veces no", señala Ana María Yaconi, directora del MAVI.

DAR, PRESERVAR Y EXHIBIR

En 1990, el fallecido senador Gabriel Valdés impulsó la creación de la Ley de Donaciones Culturales que incentiva a las empresas privadas a financiar proyectos culturales a cambio de la reducción de impuestos. En ella se considera que museos o fundaciones culturales puedan hacer uso de la ley para que privados financien la compra de obras de arte, a cambio de una rebaja de impuestos. Y desde enero está vigente la nueva ley, que suma  personas naturales que quieran donar con cargo al impuesto de herencia. En ese caso, por ejemplo, si un coleccionista legó obras de arte a un museo y luego fallece, sus herederos sólo deberán pagar entre el 40% o 50% del impuesto de herencia. Eso sí, la nueva indicación es poco conocida aún.

Para donar la colección de arte religioso colonial de Joaquín Gandarillas Infante, ex director del Museo de San Francisco fallecido en 2004, su hermano Jaime eligió otro mecanismo  legal. Firmó un comodato por dos décadas con la UC, que se compromete  a custodiar, conservar y difundir el acervo, con casi 600 obras.

Hoy, una de las salas del Centro de Extensión UC está dedicada a la exhibición permanente de la colección: ahora se expone  Vírgenes Sur- Andinas,  hasta el 24 de enero.

"Nos costó dar con una institución que quisiera recibir este patrimonio. Primero fuimos a la Orden Franciscana y al Museo de Maipú. El caso de Joaquín es especial, él era soltero, nunca tuvo hijos, y nosotros, sus hermanos, tampoco. Otros herederos optan por vender las obras, nosotros no quisimos. Si la UC cumple con todo la colección será de ellos en 20 años", cuenta Jaime Gandarillas.

Esa fue la opción también del coleccionista Ricardo Mac Kellar (85), quien en 2012  legó a la Municipalidad de Las Condes su colección de 150 pinturas de maestros del arte chileno como Pedro Lira, Alfredo Valenzuela Puelma y Juan Francisco González. Las obras tuvieron rápida acogida en Santa Rosa de Apoquindo, inmueble donado al municipio por la familia Gandarillas Guzmán. "Decidió donarla en vida y ha sido bueno porque él ha estado en todo el proceso. Es ejemplar que alguien que levantó su colección durante 50 años luego la done  Eso debería ser aplaudido por el Estado e incentivado con políticas que aseguren la preservación", dice Francisco Javier Court, director de la Corporación Cultural de Las Condes.

En general, los coleccionistas donan si es que los museos cuidan su legado y sobre todo lo exhiben. Pero a veces hay dificultades. Fue lo que pasó con el acervo de más de 100 cuadros de arte europeo que el magnate croata Pascual Baburizza donó en 1941 y que peregrinó durante 13 años por todo Valparaíso antes de encontrará una sede estable. Hoy, se muestra completa en el palacio que también fue de Baburizza y que ha sido  restaurado y convertido en museo, gracias a fondos municipales y del BID. Para Carlos Lastarria, curador y custodio del Museo Baburizza, la solución está en crear nuevas formas de incentivar la filantropía en el arte.  "Al igual que en EE.UU., se podrían crear fondos privados para adquirir obras en venta o remates para que estos legados queden en el patrimonio público. El mismo Estado podría privilegiar a sus propios museos para que fuesen los primeros en acceder a estos remates o a los comodato de piezas".

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