La escuela con un solo estudiante

En la zona precordillerana de Linares, Lisandro Elgueta, de 11 años, recorre cinco kilómetros cada día para llegar a su colegio. Ahí lo espera su profesor, para iniciar unas solitarias clases donde es el único alumno.




Cada mañana se levanta a eso de las 7.00 para prepararse e ir al colegio, que está a poco más de cinco kilómetros de su casa. Parece ser la rutina de cualquier estudiante del país, pero lo cierto es que antes de llegar a las aulas debe sortear barro, charcos, piedras y atravesar las aguas del río Ancoa por unos pequeños tablones y apoyado por gruesas ramas que hacen las veces de soporte para mantener el equilibrio.

Aun así, el trayecto es lo de menos.

Lisandro David Elgueta Elgueta tiene 11 años y es el único alumno de la Escuela Huapi Alto, ubicada en la zona precordillerana de la comuna de Linares, donde cursa quinto básico. Pasa gran parte del día ahí, en su escuela, y es reconocido como un buen alumno: su promedio es de 6,6.

Hace pocos días, el único profesor del colegio presentó licencia médica, y como una forma de no perder clases, el municipio de Linares dispuso de movilización especial para que Lisandro acudiera a otra escuela, la Salomón Salman, y así no perder clases. Era la más cercana de su casa, a unos ocho kilómetros del radio urbano de Linares.

"Fue raro tener tantos compañeros, pero fue bonito, porque compartí con otros niños", dice el menor, con tono sumiso y pendiente de sus cuadernos y libros.

La Escuela Huapi Alto ha visto pasar varias generaciones y, entre ellas, a los abuelos, padres y familiares de Lisandro.

"Todos son personas muy cariñosas, muy sencillas y han preferido estudiar acá porque lo consideran como una tradición familiar. Más que alumnos aquí, uno va sintiendo una familia", dice Carlos Medel, el profesor de la escuela y, además, el único compañero de juegos en los recreos de Lisandro.

Raquel Carvajal, directora comunal de Educación, agrega que "el colegio en su mejor época llegó a tener 130 alumnos en cursos de primero a sexto básico en doble jornada, y fue fundado en 1969. Nació como establecimiento de primero a séptimo y luego en la década de los 80 cambió su modalidad de primero a sexto". Fue en ese momento que perdió la mayor cantidad de alumnos.

UNA JORNADA SOLITARIA

Hora de almuerzo y Lisandro es regaloneado con legumbres. ¿Sus favoritas? Las lentejas. Al ser consultado sobre quién cocina mejor, si su mamá, la tía del colegio o el profesor, sonríe y prefiere decir "todos cocinan rico, todas las comidas son buenas".

Entre las asignaturas, Lisandro prefiere "historia y ciencias, porque son más entretenidas". Le aburre matemáticas, pero recalca: "Igual hay que estudiar".

Su mamá, Evelyn Elgueta, cuenta que "aunque cuando más pequeño quería ser carabinero, ahora sus gustos han cambiado. Pese a estar en quinto básico ya tiene claro que se inclinará por alguna profesión vinculada a la agricultura o ganadería. No se halla en la casa y disfruta estar en el campo, nosotros trabajamos en labores de temporada agrícola y en el verano en la fruta".

El solitario estudiante se prepara para volver a casa y otro viaje ya está listo. Nuevamente a la bicicleta, las piedras, el barro y las aguas del río Ancoa lo esperan. "Cuando llueve mucho, el río sube y no puedo ir a clases, no tengo otro camino y me tengo que quedar en la casa. Ahí ayudo y leo algunas materias, hasta que el tiempo esté bueno y puedo volver a la escuela; es muy peligroso pasar por aquí", comenta mientras llega al extremo donde sagradamente un familiar lo espera con las botas de agua para protegerse en caso de que los tablones o piedras se pongan esquivos y resbale.

Su abuelo, Miguel, es el encargado en esta jornada y lo espera para asegurarse de que todo estará bien y juntos emprenden rumbo a su hogar, en el lado norte del río.

Carvajal agrega que "es una experiencia que no en todas las ciudades se da, puesto que en estos días muchos papás prefieren enviar a sus hijos a escuelas en la ciudad o se van a vivir a otro lugar. Aquí tenemos un verdadero ejemplo de superación en Lisandro".

Mientras, el alcalde de Linares, Rolando Rentería, señala que "tengo una premisa desde que asumí como alcalde. Mientras haya un alumno en una escuela, ese colegio no se cierra, con ello, pese a que no sea rentable, preferimos hacer el esfuerzo económico y que la gente no pierda la identidad por su sector que los vio nacer y crecer".

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