La ingrata relación entre las estrellas del fútbol y los vehículos

La lista de accidentes es larga y Chile también tiene casos. El último, el que afectó a dos jugadores de Magallanes.




El 16 de julio, la maldición de las carreteras había afectado al plantel de Barnechea. El equipo del sector oriente de la capital se dirigía hacia Valparaíso para enfrentar a Santiago Wanderers, por la Copa Chile. En la ruta 68, que conecta con la Quinta Región, el bus que lo transportaba participó en una colisión múltiple. No hubo lesionados.

Hay más casos. El 23 de mayo, Jorge Sampaoli, finalizado el entrenamiento en Juan Pinto Durán, en el trayecto hacia su casa, impactó al menor Diego M., de 15 años, quien transitaba en bicicleta.  El entrenador le brindó los primeros auxilios y lo trasladóal hospital Luis Tisné. Además, se puso a disposición de Carabineros para que le practicaran los exámenes médicos rutinarios para determinar consumo de alcohol. Después, el casildense explicó que "está con un esguince leve; bien, que es lo importante". El menor siguió siendo atendido por el cuerpo médico de la Roja.

Dos años antes, Omar Labruna, entonces DT de Colo Colo, chocó a un taxista, pero su actitud fue distinta: responsabilizó a su mujer. Las cámaras de seguridad de la municipalidad de Lo Barnechea revelaron la verdad: conducía él.

La relación entre las figuras del fútbol y los automóviles es inseparable. Muchos de ellos destinan sus primeros ingresos a comprar el vehículo de moda. Y, de preferencia, uno inconfundible, que los diferencie del resto.

Las historias no siempre terminan bien. En Chile, el caso más dramático lo protagonizó Johnny Herrera, quien el 20 de diciembre de 2009, en la intersección entre Ossa y Echenique, en La Reina, impactó con su vehículo Infiniti G35 a la estudiante de Arquitectura Macarena Cassasus, de 25 años, quien murió en el lugar. El golero enfrentó un largo proceso judicial. Le retuvieron la licencia de conducir e, incluso, fue reformalizado tras ser sorprendido al volante el 23 de diciembre de 2013, cuando dejaba la ANFP.  El 23 de mayo, el Ministerio Público pidió la medida cautelar de firma mensual mientras dure la investigación. Igualmente, pudo viajar al Mundial.

El 14 de enero de 2013, Eric Pulgar, entonces defensor de Antofagasta, atropelló a Daniel Ampuero, de 65 años, en la intersección de Padre Hurtado con Los Pajonales. El actual zaguero de Católica iba a exceso de velocidad y sin licencia. Huyó sin prestarle apoyo a la víctima y fue condenado por cuasi delito de homicidio. Su irreprochable conducta anterior le permitió acceder al beneficio de la pena remitida, pero una nueva infracción podría costarle tres años de cárcel.

Choques de estrellas

Otros seleccionados también vivieron líos. El 31 de mayo del año pasado, Alexis Sánchez destrozó su Audi R8, cuando volvía desde Lleida a Barcelona. Milagrosamente, el Niño Maravilla no presentó lesiones. Al día siguiente, se presentó a entrenar.

Cuatro años antes, el 3 de enero de 2009, Gary Medel estrelló su Toyota Rav4 contra una barrera de contención, en el kilómetro 49 de la ruta 68, cuando se desplazaba desde Viña del Mar hacia la capital. El todoterreno dio cuatro giros antes de tocar el piso. Pitbull salió expulsado por el parabrisas y llegó al hospital de Curacaví con politraumatismos y un TEC simple. Para colmo, no tenía documentos.

Fuera no les va mejor. Ever Banega es el más desafortunado. El 19 de febrero de 2012, cuando defendía a Valencia, paró para llenar el estanque de su Audi R8 coupé descapotable, pero olvidó poner el freno de mano. El deportivo se desplazó hacia atrás con la manguera cargando. Al volante le quedó el pie enganchado. Se fracturó tibia y peroné. Estuvo seis meses sin jugar. Hay más. El 30 de julio de ese año,  estrenaba un Ferrari 458 que, misteriosamente, ardió cuando llegaba a entrenar. Al ver  humo por el espejo retrovisor, arrancó. Salvó ileso.

Ballack fue juzgado por conducir a 211 kilómetros por hora por Cáceres (España) en un día libre. El francés Benzema suma tres incidentes. Cristiano Ronaldo también tuvo mala suerte. Recién llegado a Manchester, pidió que le llevaran su Ferrari 599 GTB, que corría a 300 kilómetros por hora. Dos días después lo destrozó.

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