La nueva edad del Cobre

"Fue esencial para los jugadores entender donde estaban. Porque si te aislas en el desierto, estás perdido". Son palabras de Manuel Rodríguez, ex técnico y leyenda viva de Cobresal, precursor de los éxitos presentes.




La historia de Cobresal es una historia de lucha, de superación, de supervivencia. Por eso es imposible entenderla sin contar antes la historia de su particular Guerrillero, Manuel Rodríguez Araneda. Un futbolista que desarrolló íntegramente su carrera como jugador en las filas de Unión Española, que llegó a ser seleccionado chileno y que, luego de 262 partidos defendiendo la casaquilla del conjunto hispano, decidió emigrar al norte, en los albores de la década de los 80.

Apenas tres años de bagaje en el profesionalismo poseía Cobresal cuando Manuel Rodríguez arribó a El Salvador. Corría 1983 y el equipo militaba en Segunda División. "En aquella época todo era un poco diferente a como es ahora. El trabajo era distinto, había más habitantes y tú tenías que luchar por conseguir una vivienda. No teníamos televisión, ni cable, ni nada de eso. Lo único que no cambiaba era que, si tú decidías ir a vivir allá, tenías que ser muy consciente de a lo que ibas", rememora para La Tercera  el Guerrillero, quien supo pronto cuál era su cometido en Atacama.

El santiaguino asumió las riendas del conjunto minero y lo hizo campeón. "Fue un gran torneo, y eso nos dio la posibilidad de jugar en Primera", reseña, de manera escueta, el técnico de 76 años, con ese punto de humildad que suelen tener quienes vivieron siempre con los pies en la tierra. Pero la gesta no terminó ahí, y en el año del debut del equipo en la máxima categoría del fútbol chileno, el elenco albinaranja acarició el título con los dedos.  Fue segundo, tras Universidad Católica.

Un año más tarde, en 1985, Cobresal selló, de la mano de Rodríguez, su boleto a la Copa Libertadores, luego de doblegar a Cobreloa en la final de la liguilla, instancia que se jugó a doble partido. Lo acontecido en la única participación de la escuadra minera en dicho torneo es ya de dominio público. El equipo terminó tercero de su grupo, siendo eliminado, pero no claudicó ante ningún rival, lo que convierte a Cobresal en el único conjunto de Sudamérica invicto en la máxima competencia continental de clubes. Ante el inminente retorno de los de El Salvador a la Libertadores, el Guerrillero advierte: "A aquel torneo llegamos preparados. Veníamos de campeonatos largos, con más rodaje y cohesionados. El problema al que se enfrenta este Cobresal es que probablemente tendrá que volver a armar un equipo que sea competitivo. Para jugar un torneo como la Libertadores tú tienes que conservar a tus jugadores y reforzarte mejor, no desmantelarlo".

En 1987, llegó el primer título, tras un histórico triunfo por 2-0 ante Colo Colo, por la final de la Copa Chile, con anotaciones de Sergio Salgado e Iván Zamorano. Sucedió un año antes de que el Guerrillero decidiera abandonar el barco, después de firmar un nuevo subcampeonato nacional en 1988.

La misma esencia

"Si tú comparas los planteles, te das cuenta de que quizás tenían más nombre los jugadores de aquella época. Martínez, Salgado o Zamorano eran goleadores natos. Los tres salieron goleadores, pero la esencia del club es un poco la misma", comienza a analizar Rodríguez. "Lo que es fundamental aquí es la transformación que vivió el equipo  y que partió del cambio de técnico. Cobresal pasó a ser un grupo mejor elaborado en la parte defensiva, se fortaleció con el paso de las fechas y les ganó a los que estaban en la punta. Eso tiene mucho mérito", apostilla.

Volviendo a los 80, tras la salida de Rodríguez, llegaron tiempos difíciles que terminaron por precipitar el descenso del club. El teléfono del Guerrillero, volvió a sonar entonces en 1993. El conjunto cobresalino estaba nuevamente en Segunda, y el DT acudió a su rescate para devolver a la institución al lugar que le correspondía. Un año más tarde, el santiaguino abandonó El Salvador para siempre.

Un nuevo campeonato de Segunda, en 1998; el último ascenso logrado por el equipo, en 2001; y una testimonial participación en la Copa Sudamericana 2014; fueron los principales hitos cosechados desde entonces. Tal vez por eso, la corona conquistada tiene tanto valor.  Un título que, aunque materializado por Giovagnoli y los suyos, empezó a gestarse en aquellos maravillosos años 80: "Yo soy cobresalino de corazón. Ver nacer a un club y ver que se ha mantenido hasta ahora, con todas las dificultades que afectan a los equipos del cobre, es algo muy grande", confiesa el ex técnico.

"Cuando vas a El Salvador y miras a tu alrededor, lo ves al principio como un lugar desértico, inhóspito, pero yo con el tiempo comprendí que hasta los cerros cambiaban de color a lo largo del día", termina, con voz temblorosa, el Guerrillero.

Si uno contempla el paisaje con atención, tal y como lo hacía Manuel Rodríguez, descubrirá que, detrás de los cerros, brilla desde ayer en el cielo de El Salvador una nueva estrella. La más luminosa de todas. Bienvenidos a la nueva Edad del Cobre.

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