Las mil peleas de Carolina "Crespa" Rodríguez

La boxeadora podría convertirse hoy en la primera mujer chilena en obtener el título mundial. Para llegar al día más importante de su vida, eso sí, tuvo que vencer todas las trabas que el destino puso en su camino.




Carolina Rodríguez (29) salta una y otra vez. Con los ojos cerrados, lanza golpes de puño a un rival invisible. Se mueve, gesticula, parece enojada, pero no lo está. Su concentración es total: está a las puertas de enfrentar uno de los desafíos más importantes de su vida.

"La Crespa", como le apodan, parece ajena a las más de 40 personas que, en la Escuela de Boxeo de Constitución, la observan y fotografían mientras trabaja.

Rodríguez, que hoy acapara la mirada de todos en una ciudad que se ha llenado de afiches con su rostro, lleva dos semanas en el balneario de la Séptima Región, donde hoy disputará -ante la venezolana Ana María Lozano- el título mundial gallo de la Asociación Internacional de Boxeo (20.30 comienza la velada). Sin embargo, llegar aquí no ha sido fácil.

El primer asalto

A fines de 2000, uno de los hermanos de Carolina fue asesinado en la población La Pincoya -donde crecieron los cinco hermanos Rodríguez- por un grupo de cuatro individuos, tras la celebración de fin de año del Perla del Pacífico, equipo de fútbol al que pertenecía. La "Crespa" tenía recién 16 y ese fue el primer aviso de que los obstáculos serían frecuentes.

Siete años antes, Erik, su fallecido hermano, enseñaba los primeros golpes a quien hoy podría transformarse en la primera mujer chilena en obtener el cetro mundial de boxeo.

"Carolina tiene una personalidad muy humilde y sacrificada. Siempre quiere ir por más y estoy seguro de que puede llegar muy lejos", dice Moisés Rodríguez, su padre.

"A ella la marcó la muerte de su hermano… él le enseñó a pelear. Es que en La Pincoya había que ser choro, no dejarse pasar a llevar; no había dos opciones", agrega el progenitor de Carolina.

De niña, la "Crespa" peleaba con hombres. No le importaba si eran chicos, grandes o incluso mayores. Ella se defendía. "Siempre fui callejera y peleadora", confiesa la pugilista.

El inicio del camino

En 2007, tras abandonar sus labores como contadora, decide dedicarse profesionalmente al kickboxing, donde rápidamente obtiene títulos a nivel nacional e internacional. Luego, a partir de la recomendación de su técnico y mentor, Claudio Pardo, optó por cambiarse al boxeo donde encontró nuevos obstáculos.

"Primero fue el machismo chileno que miraba con malos ojos que una mujer intentara profesionalizarse en una actividad aparentemente reservada para hombres. Luego, a raíz de lo mismo, vinieron las dificultades para encontrar rivales y de a poco fui perdiendo la esperanza. No veía un futuro", reconoce Rodríguez.

Además, debió convivir con la negación de su mamá. "Ella no quería que me dedicara a esto, pero es obvio, en Chile no hay educación al respecto, además lo que se ve en los medios es fútbol y tenis. La gente no sabe que, con mucho esfuerzo eso sí, otros deportistas sí pueden vivir del deporte", complementa.

Nacer para triunfar

Claudio Pardo es uno de los principales impulsores de la carrera de Rodríguez. "Ella es una campeona de la vida. Tengo mucha fe en que va a triunfar. Ella ya ha peleado contra el destino y ganó. Ha sabido sobreponerse a todas las adversidades. Estoy muy confiado en que puede hacer realidad su sueño de ser la mejor del mundo", augura el coach.

"Ha sido tan difícil todo", reitera Carolina, con la vista perdida. "Imagínate que en esta pelea es la primera vez que cuento con aporte económico externo, gracias a Casas Buin que creyó en mí. Hasta ahora todo había salido de mi bolsillo y del de mi familia", reconoce.

"He hecho de todo. Miro para atrás y ni yo la creo. Aparte de las clases de kickboxing, he trabajado desde repartiendo volantes hasta de guardia de seguridad. Fue el esfuerzo que tuve que asumir, porque a veces no tenía plata ni para la micro", recuerda.

Una nueva etapa

Hoy, el estadio Enrique Donn de Constitución será testigo de la pelea entre la chilena y la venezolana. "Ya no hay nervios. Ahora que pase lo que tenga que pasar. Como sea -reflexiona Rodríguez- estoy disfrutando esto a cada momento y estoy segura de que será el comienzo de una nueva etapa y, con resultados concretos, podré tener el apoyo para mantener el título".

Constitución se presenta frío y gris, pero Moisés, el padre de Carolina, camina por la playa sólo con polera. Mientras pierde su mirada en el horizonte y fuma un cigarrillo reconoce que "sólo quiero que ella sea feliz. La verdad es que hasta me da lo mismo lo que pase en la pelea, puede ganar o perder, pero lo que no puede pasar es que deje de darlo todo. Yo me quedo tranquilo, porque sé que mi hija es feliz haciendo lo que hace".

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