Las múltiples caras del Estadio Nacional en sus 75 años de historia

Desde su apertura en 1938, el recinto fue sede de un Mundial, escenario de megaconciertos y citas religiosas, pero también centro de detención y tortura.




La carta llegó al Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) el 1 de abril de 2003. Habían transcurrido días mucho más alegres y más trágicos en la historia del Estadio Nacional, pero aquel fue uno de los más significativos. Los arquitectos Marcelo Rodríguez y Claudia Woywood, hijo y nieta de Alejandro Rodríguez Urzúa, dirigente comunista desaparecido desde el 27 de septiembre de 1973, entregaron una propuesta para declarar el recinto como monumento histórico. En buena medida, el proyecto respondía a los dichos del alcalde de Ñuñoa, Pedro Sabat, quien había manifestado su intención de demoler el estadio, pero también a un ejercicio de memoria y justicia. El 21 de agosto, el CMN aprobó la iniciativa; el 11 de septiembre, a 30 años del Golpe, las 64 hectáreas del parque adquirieron categoría de monumento.

"Fue un gran salto. Algo muy especial para nosotros como arquitectos, pero también como familiares de un desaparecido. Es un lugar transversal para los chilenos y era importante que la gente supiera lo que allí había pasado", recuerda Rodríguez.

A partir de ese momento, la oscilante historia del Nacional quedó resguardada. Su silenciosa presencia, construida con dos millones de kilos de fierro, 230 mil sacos de cemento y 270 mil piezas de madera, aseguraba su avance a la par de la sociedad chilena. "Es una pieza clave de la ciudad por su complejidad. A partir de su estudio se pueden comprender el desarrollo suburbano, las políticas de planificación y el rol de un Estado desarrollista. Siempre hay algo en juego ahí. Es tribuna política constante", analiza Valentina Rozas, arquitecta y autora del libro "Ni tan elefante, ni tan blanco", que reflexiona sobre el lugar y sus diferentes dimensiones.

Entre pifias y aplausos

La historia del Nacional parte con una atronadora silbatina. Alrededor de las 14.35 del 3 de diciembre de 1938, el Presidente Arturo Alessandri intentó articular su discurso de inauguración, frente a 70 mil personas. Se le culpaba por la muerte de 59 personas en la denominada "Matanza del Seguro Obrero". Aprovechando un silencio en la pifiadera, Alessandri habló.

"Ya me puedo morir tranquilo",

dijo al final.

Cerca de 10 mil deportistas desfilaron ese día, encabezados por el maratonista Manuel Plaza, medallista olímpico en Amsterdam 1928. Al día siguiente, se jugó el partido inaugural que Colo Colo le ganó 6-3 a Sao Cristovao, de Brasil. La revista El Deporte de la semana siguiente describió el suceso como "el verdadero inicio del deporte espectáculo (…) Crea un espacio central para el football, atletismo y ciclismo, atrayendo grandes concurrencias. El deporte de élite ha encontrado su escenario".

Ubicado en los antiguos Campos de Sports de Ñuñoa, que antiguamente habían sido propiedad de José Domingo Cañas, la obra de los arquitectos Ricardo Müller, Aníbal Fuentealba y Alberto Cormatches tuvo un presupuesto inicial de tres millones de pesos. La línea arquitectónica se inspiró en los estadios olímpicos de Amsterdam y Berlín y ha sido clasificada dentro del art deco. A partir de su inauguración albergó los más diversos eventos deportivos. Se jugaron los famosos clásicos universitarios desde 1942, tres mundiales de básquetbol (1953, 1959 y 1966), varios sudamericanos de atletismo, dos importantes peleas de boxeo (la exhibición entre Arturo Godoy y Joe Louis en 1940 y el título mundial peso mosca entre Martín Vargas y Miguel Canto en 1978) y una final de Copa Davis en 1976. Por encima de todos estos eventos aparece la Copa del Mundo de 1962, un acontecimiento para el cual se aumentó su aforo de 40 mil a 70 mil espectadores.

"Fue la transformación más grande hasta ahora, pero el estadio perdió cierta gracia que tenía en su diseño", opina Rozas.

La gran mancha en las memorias del Nacional ocurrió entre el 11 de septiembre y el 21 de noviembre de 1973. Cerca de 40 mil personas permanecieron detenidas, muchas fueron torturadas en la "Caracola" del Velódromo y 46 fueron fusilados. Recién el próximo año se inaugurará un memorial en conmemoración de esos hechos (ver recuadro), tal como lo solicitaron los arquitectos Woywood y Rodríguez y diversas organizaciones sociales.

Con los años, el recinto fue retomando su espíritu original, centrado en el deporte, pero también fue escenario de otro tipo de eventos. En 1987 acogió una concentración por la visita del Papa Juan Pablo II y en 1990 albergó los festejos del triunfo de Patricio Aylwin. También ha recibido un sinnúmero de conciertos y actos simbólicos, como la Teletón.

Otros grandes cambios han ocurrido en la última década. Más allá de los superficiales como el color de la pintura (ahora es blanco como en 1938), el aforo volvió a disminuir a 47 mil espectadores con la instalación de butacas en 2009 y luego comenzó la refacción de la infraestructura del paño completo para cumplir con las necesidades de los Juegos Sudamericanos Santiago 2014 y la creación de un Parque de la Ciudadanía, cuya segunda etapa será licitada el próximo año.

Recientemente, el MOP y el IND han finalizado los términos de referencia, la primera parte del estudio para devolverle al recinto central su antigua capacidad de 70 mil personas. Al mismo tiempo se construye una estación del Metro que estaría operativa en 2016, proyectando el Estadio Nacional hacia su centenario. El secretario ejecutivo del CMN, Emilio de la Cerda, resume así esta constante reinvención:

"Podemos pensar en un parque para 50 años más. El Nacional tiene un potencial urbano tremendo, no será nunca un 'elefante blanco', es un bien patrimonial que se mantendrá en uso. Hay Estadio Nacional para rato". 

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