¿Los cuñados(as)? Más detestados que las suegras

Siempre se dijo que la suegra era el peor familiar que uno debía enfrentar, pero las cosas están cambiando. En una encuesta hecha por La Tercera, un 56% respondió que los cuñados(as) son a quienes menos soportan.




Martina ya se acostumbró. Cuenta hasta 10 e intenta mantener la calma. Pero le cuesta, aunque ya aprendió que, en ciertas circunstancias, hablar le juega una mala pasada, como cuando le comentó a la hermana de su marido que la relación entre ellas no era del todo buena. La respuesta que encontró no fue la que esperaba. "Es que todas las pololas de Pedro han sido locas", le contestó. Martina le respondió que ella no era así. Su cuñada le sonrío y dijo: "Tú eres la primera". Después de eso, el desmadre: cada vez que podía, la cuñada en cuestión le mandaba mensajes públicos a su hermano a través de Facebook diciéndole que había cometido un gran error casándose con Martina o que era manipuladora. En ese escenario, cada vez que Martina se topa con la cuñada, la tensión es evidente. Y ella tiene claro que de todos sus familiares políticos, la relación con su cuñada es la más complicada. Incluso, mucho más que con la suegra.

"Un caso aislado", podrán decir unos. "Una muestra de lo que realmente ocurre", podrá decir la mayoría. Porque de acuerdo con una encuesta online de La Tercera, donde participaron más de 600 personas, el 56% de los participantes respondió que el pariente político que menos soportan son sus cuñados, tanto los hermanos del  marido o la mujer, como la pareja de alguno de los propios hermanos. La suegra, que tradicionalmente era el estandarte del personaje odioso en la familia, quedó relegada a un digno segundo lugar, con el 32% de las afirmaciones como los parientes políticos más detestables.

¿Las razones de tanta odiosidad con los cuñados(as)? Los especialistas dicen que una de las principales explicaciones de por qué la relación entre cuñados puede ser más conflictiva que con la suegra tiene que ver con que la "figura de los padres ha perdido el protagonismo irrestricto de antes y los hijos, hoy, forman un clan más potente. Además, las relaciones actualmente son más horizontales", dice la sicóloga de la U. Diego Portales, Paula Sáez. En ese entendido es que los cuñados aparecen como pares y también como integrantes activos de las nuevas generaciones que dicen lo que están pensando.

Cuentas pendientes

¿Los cuñados(as), entonces, tienen la culpa? No, o al menos no siempre. Los expertos explican que el conflicto con ellos, muchas veces, es una extensión de problemas no resueltos entre hermanos o del tipo de relación que han tenido durante toda la vida. Es decir, hay circunstancias específicas entre los hermanos que complican la relación con los nuevos parientes políticos. Eso es lo que plantea la sicóloga Terri Apter en su libro ¿Qué quieres de mí? Aprender a llevarse con la familia política.

Para ella, la competencia entre hermanos  siempre existe. En su libro cuenta que mientras algunos envidian a sus hermanos, otros están orgullosos de los logros y les gustaría obtener lo mismo. En esta competencia casi inconsciente, los cuñados pueden ser también puntos de comparación. Es por eso que como estrategia de defensa, las personas tienden a minimizar la envidia con la crítica. Finalmente, es más fácil encontrarle un defecto al cuñado que reconocer la rivalidad que hay con el hermano. "Muchos conflictos entre cuñados están delimitados por las rivalidades entre hermanos que nunca se acabaron", dice Apter a La Tercera.

Pero más allá de la envidia, los roles adquiridos entre hermanos desde niños también pueden ser causa de una mala relación con el cuñado. Según Apter, los hermanos sobreprotectores suelen tener problemas de este tipo. "Se da, por ejemplo, cuando hay hermanos que tienen la costumbre de opinar sobre la vida del menor. Cuando este último tiene una pareja cambian los códigos de la relación y los mayores sienten que pierden autoridad, lo que conlleva amenaza y, luego, conflicto. Y el nuevo integrante, por su parte, siente que ese hermano en cuestión es muy entrometido", dice Juan Pablo Westphal, sicólogo de Clínica Santa María.

En este tipo de circunstancia, de acuerdo con los estudios de Apter, la fricción se da más entre cuñadas que entre cuñados, sobre todo porque las mujeres "son más mandonas y sobreprotectoras".

En esa misma línea y tras investigarlos directamente, los especialistas también han detectado que hay situaciones puntuales, como el dinero, que contribuyen a complicar la relación con los nuevos integrantes de la familia.  "La gente no entiende que cambian las dinámicas con la formación de una nueva familia. Por eso hay que poner límites, tal como en la relación con los suegros, nueras o yernos", dice Sáez.

Como si nada pasara

El problema existe, está estudiado, analizado, pero nadie lo enfrenta: ocho de cada 10 de los encuestados afirmaron que la relación con su cuñado(a) no es abiertamente conflictiva. Y probablemente tampoco lo será, porque prefieren mantener las apariencias. "Cuando reina la sabiduría, se trata de guardar las relaciones cordiales porque priman las relaciones con el hermano o pareja, para cuidarlo y no tener problemas. Aunque primen las relaciones cordiales, dentro de la familia es un secreto a voces", dice Sáez.

El problema está en que en  ocasiones, el conflicto se traspasa a la pareja. Mientras un 37% de los encuestados decía que no había tenido roces con su pareja porque disimulaba bien su desagrado, un 42% afirmó haber peleado con su pareja por culpa de un cuñado. "Una persona que observa tensión entre su pareja y hermano(a) siente sus lealtades divididas. En ocasiones pueden ser más leales a su pareja, pero en otras -si son cercanos a sus hermanos y se identifican con ellos- sienten que su pareja también los está criticando", concluye Apter.

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