Nicolás Eyzaguirre: "Tenemos tan mala pata que el mejor crecimiento se verá hacia el próximo año, entonces van a decir que es obra del futuro gobierno"

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El ministro Eyzaguirre dice que si la actual administración fuera de otro sector político, "no hubiera hecho una gran diferencia en el tema económico y habría tenido una baja popularidad, tanto o mayor que la que ha tenido la Presidenta".




Lleva 10 años como ministro en distintas carteras. Y a partir de marzo, cuando finalice el gobierno, quiere hacer una pausa. No sabe cuánto tiempo durará su retiro público de la actividad política, pero por ahora está concentrado en cumplir con la agenda comprometida.

Cuando le quedan menos de siete meses en La Moneda, el ministro secretario general de la Presidencia, Nicolás Eyzaguirre, hace un balance de lo que han sido estos casi cuatro años al lado de la Presidenta Michelle Bachelet. "Ha sido un gobierno extremadamente difícil, en que hemos encontrado obstáculos que no previmos, desde económicos a políticos, para llevar adelante reformas que son de un calado mayor y que consideramos imprescindibles para que Chile llegue al desarrollo. Los obstáculos han sido enormes, y ha sido difícil", dice.

No obstante, señala entusiasmado que "al fin del día no nos dejamos abatir, y la Presidenta va a llegar al fin de su gobierno cumpliendo su palabra empeñada".

¿Usted cree que esto ya debería empezar a reflejarse en la mejora de popularidad de la Presidenta?

Se ha estado notando. La Presidenta ha estado subiendo, y muy posiblemente, sobre todo ahora que se han logrado triunfos importantes en temas que son muy ciudadanos, como la despenalización de la interrupción del embarazo en tres causales.

La educación también es un tema ciudadano…

Los temas educacionales tienen una maduración lenta. Entonces, no se alcanza a apreciar por la ciudadanía el contenido profundo de esas reformas. Pero en los otros casos la apreciación es más inmediata, y eso contribuirá, primero, a que la gente vea que la Presidenta cumple y, segundo, conforme se acerca el fin del gobierno las personas comenzarán a hacer una evaluación más global y no tan centrada en aspectos coyunturales que pudieron haber sido difíciles.

¿Lograr la despenalización del aborto en tres causales en estos momentos significa para el gobierno anotarse un golazo?

Significa que el país logra avanzar hacia umbrales civilizatorios que teníamos claramente desfasados y, por tanto, es simbólicamente un tema de la mayor trascendencia, que tiene que ver con limitar el poder coercitivo del Estado en decisiones que son de carácter privado. El país evoluciona hacia una sociedad más libre con las personas más empoderadas y más responsables de su destino.

¿Fue un paso atrás que el TC no haya votado favorablemente la objeción de conciencia?

No conocemos exactamente el tenor del fallo. Hay versiones de prensa. Sabemos que en el tema de la objeción de conciencia hubo una votación masiva: ocho a dos por corregir algunos aspectos del proyecto del gobierno, pero no sabemos exactamente cuáles son. Esa pregunta la puedo contestar cuando conozcamos el fallo.

¿El gobierno ya empezó a delinear su plan de cierre?

Hace tiempo que estamos tratando de priorizar con el objeto de saber cómo termina la última foto de esta película, y puedo decir que tenemos una fundada satisfacción de que la Presidenta cumple. En lo más emblemático, hemos cambiado el binominal; eliminamos la segregación escolar con la Ley de Inclusión; hicimos una reforma completa a la educación parvularia, a la carrera docente; estamos en el segundo trámite en la nueva educación pública; vivimos la última parte de la discusión de la gratuidad y la educación superior. En materia de descentralización, estamos avanzando muy rápidamente, no obstante que no podrá haber elecciones de gobernadores regionales el 2017, sino que en la próxima oportunidad, pero la ley de transferencia de competencias y la ley orgánica de elección de gobernadores quedarán despachadas en este gobierno; terminamos con la despenalización de las tres causales y, por tanto, si se hace el listado y se compara con el programa de la Presidenta, se verá que es casi una canasta limpia. Virtualmente, todos los compromisos que hizo con el país los llevará adelante.

En la derecha tienen la sensación de que el proyecto de matrimonio igualitario se puede transformar en la recordada reforma laboral del ex Presidente Frei, cuando se acusó que se había enviado a último momento para gatillar un pronunciamiento de Lavín. ¿Por qué se presenta ahora el matrimonio igualitario?

Lo descarto absolutamente. Por el contrario. El haber fallado en presentar este proyecto hubiera significado renunciar a lo que hemos planteado por mucho tiempo debido a consideraciones políticas coyunturales. El problema fundamental es que cada cual puede tener sus convicciones, pero el matrimonio es un contrato frente al Estado y éste no puede hacer una diferencia entre unos y otros según su orientación sexual. Es un tema muy de principios.

También hay un acuerdo con el Movilh ante la Comisión Interamericana de DD.HH., que se arrastra hace varios años. ¿Por qué no se presentó antes? Queda la sensación de que se enviará sólo por cumplir...

El tema de la despenalización tomó más de tres años. Y algunos dicen que ha tomado 27, porque los primeros proyectos parten en cuanto se recupera la democracia. Estos temas son muy profundos. Por tanto, pensar que se van a resolver de una plumada y que iba a quedar resuelto en este gobierno, en el caso del matrimonio igualitario, según lo hubiéramos presentado a principios de año o a mediados de año, es absurdo. Va a demorar más tiempo.

¿Cree que el gobierno ha tenido que ceder mucho para lograr los consensos con la oposición?

La Presidenta acuñó como a medio tiempo una frase que fue el "realismo sin renuncia". Entonces, nosotros no hemos renunciado a ninguno de nuestros postulados, porque creemos que representan un paso necesario a la modernidad, pero obviamente los contratiempos que fuimos encontrando, tanto económicos como políticos, llevaron a que graduáramos el paso. Un ejemplo, lo más elocuente posible, fue haber planteado un paso mucho más gradual en alcanzar el 100% de gratuidad en la educación superior.

¿Pero esa gradualización responde a una necesidad de ceder o a una realidad distinta a la estimada inicialmente respecto de las reformas?

Tendería a pensar que en la cancha se ven los gallos, como se dice. Cuando se tiene un programa y después se empieza a aplicar, se comienza a ver que a veces las cosas son más complejas de lo que se imaginó con el papel en blanco, que la cantidad de intereses que hay que armonizar y las dificultades administrativas de llevar adelante las reformas y también los costos de hacerlas en términos financieros. Diría que ha sido un ejercicio de realismo, no un ejercicio de falta de convicción o de concesiones, lo que también en política incorpora las resistencias que uno va encontrando para ir logrando los votos.

Usted dice que el gobierno tiene una fundada satisfacción de que la Presidenta cumple. ¿Cuál es la "fundada satisfacción" si el país con suerte este año crecerá un 2%, si la Presidenta cuenta con una popularidad muy baja en relación a como partió y, además, existe una Nueva Mayoría que enfrenta una elección dividida?

Vamos punto por punto: en primer lugar, el tema del crecimiento económico. He dedicado una vida completa a estos temas, por tanto, no estoy improvisando. El menor crecimiento está predominantemente ligado al ciclo de precios de las materias primas. Si se compara lo que ha crecido América Latina en estos cuatro años con el mismo período del expresidente Sebastián Piñera, la verdad es que Chile no ha decaído más que el promedio de la región. O sea, hemos sido más resilientes que el promedio de América Latina. Pero si queremos otra variable de control, revisemos el África Subsahariana, que también son productores de commodities, un continente entero. Vean cuánto creció en los cuatro años de Sebastián Piñera y cuánto ha crecido en estos años. Si ya eso no convence, digamos que difícilmente alguien podrá argumentar que África Subsahariana y América Latina han decaído por las políticas de la Presidenta Bachelet.

Los empresarios dicen que son las reformas de este gobierno las que han causado incertidumbre y no han ayudado a incentivar la inversión...

Lo que pasa es que un sector importante, legítimamente, plantea que no le gustan las reformas y usan la desaceleración económica como una forma de llevar agua a su molino, tratando de establecer una relación causal entre las reformas y la desaceleración económica. No obstante, esa relación causal es solo espuria. Es más, afirmo acá que independientemente de cuál sea el gobierno que venga, Chile, América Latina y el África Subsahariana van a tener crecimientos más importantes en los años que están por venir. Entonces, si esas cosas ocurren usted me dará por lo menos el beneficio de la duda de si este menor crecimiento tuvo que ver con las reformas.

¿No es nivelar para abajo el compararse con los países de África y de América Latina y no con la Ocde?

Nos comparamos con los países de la Ocde en términos de sus instituciones y políticas. Estamos hablando de crecimiento. Y si usted mira las estadísticas, en los primeros cuatro años de esta década los que más crecían eran los países de América Latina y del África Subsahariana. Por lo tanto, nos estamos comparando con el parámetro más exigente. O sea que nosotros vamos a crecer más que el promedio de la Ocde es obvio, porque ellos tienen un ingreso per cápita mucho más alto que nosotros, por lo que tenemos que pillarlos.

¿Por qué cree que habrá un crecimiento mayor más adelante?

Vea lo que ha ocurrido con la inversión en los países exportadores de commodities, vea lo que ha ocurrido con la inversión minera, compárela con lo que le ocurrió a Chile y verá dos gotas de agua. Compare la Bolsa y vea que desde Canadá, pasando por Brasil, Perú, Colombia y Chile, todas las bolsas cayeron hasta un mínimo a comienzos de 2016, y todas han subido notablemente desde enero de 2016 a esta parte. ¿Por qué puede ser eso? Porque el ciclo de materias primas se está revirtiendo. Cómo puede haber ocurrido que en todos esos países pasara lo mismo, si no es porque aquí estamos en presencia de un problema sistémico. Y, por eso, afirmo con certidumbre que Chile va a comenzar a crecer cada vez más. Desgraciadamente, tenemos tan mala pata que el mejor crecimiento se verá con más nitidez hacia el próximo año, entonces van a decir que es obra del futuro gobierno.

¿Para ustedes, no hubo efectos de las reformas en la economía?

En general, un proceso de reformas relativamente estructurales trae incertidumbre. Que eso tiene un cierto efecto en la economía, lo tiene, aunque no creo que sea el principal, pero tampoco digo que sea cero. Ahora, ¿cuál era la alternativa? No hacer esas reformas. Pero si no se hacían, eso también tiene un efecto en la economía, porque produce falta de cohesión social, huelgas, y manifestaciones.

¿Cree que el efecto de las reformas es que se evitara una mayor insatisfacción social?

No sé si la evitó, porque hay muchos temas pendientes, pero la tensión social para los años por venir habría sido aún mucho mayor, no me cabe duda. Creo que igual va a ser fuerte, por la crisis de legitimidad de la política y los problemas que tiene nuestro ordenamiento político actual. Y se lo digo a todos mis amigos de la oposición, si es que ellos esperan ganar el gobierno, cosa que todavía no está clara: prepárense, porque el gobierno ahora es un caballo mucho más difícil de cabalgar.

Usted dice que desgraciadamente el mayor crecimiento se va a ver en el futuro gobierno. ¿Cree que la centroizquierda tiene posibilidad de ganar la elección presidencial?

Absolutamente. Es más, le afirmo que la segunda vuelta va a ser voto a voto. No sé para qué lado, pero va a ser voto a voto.

¿Y qué voto marcará usted en la presidencial?

El voto que marca un ministro de esta Presidenta es secreto, porque si lo digo arrastro a la Presidenta con eso.

En la Nueva Mayoría admiten en privado que es difícil ganar la elección presidencial, y la principal apuesta de ellos es la parlamentaria. ¿Hay un pesimismo en el gobierno respecto del resultado de la elección?

El resultado de las parlamentarias y las presidenciales depende cada día menos del gobierno. Entonces, quienes tienen que ganar esa elección son ellos. Nosotros lo que tenemos que hacer es cumplir con lo prometido, a objeto de que sus candidaturas sean creíbles, porque ellos formaron parte de esta coalición que le prometió al país un conjunto de cuestiones.

¿Hasta ahí, a su juicio, llega el rol del gobierno?

Y, desde luego, administrar bien el país, pues. Que no es solo leyes. Esto es gestionar, es terminar carreteras, hospitales, agua potable rural y subsidios que se comprometieron. Ser probos, evitar cualquier sospecha de intervencionismo excesivo.

Se desprende de eso que la forma que tiene el gobierno de ayudar a la elección de su sector es haciendo bien la pega…

Gobernando bien.

¿Pero cómo se hace eso cuando en su sector hay dos candidatos presidenciales que tienen visiones distintas? Guillier se ha planteado como continuador, y Goic ha marcado algunas diferencias. Entonces, ¿a quién se termina ayudando al final?

Lo que ellos le plantean al país como su ideario a partir del 11 de marzo es su exclusiva prerrogativa. Pero no he escuchado a ningún miembro de los comandos o parlamentarios asociados a las candidaturas de Guillier y Goic que no vayan a acompañar a la Presidenta hasta el 11 de marzo con el conjunto de las reformas que hemos planteado.

El segundo factor en este análisis es la baja en la popularidad…

El tema de la baja popularidad puede tener que ver, en parte, con el menor crecimiento económico. Pero en lo fundamental, el problema de popularidad de los gobernantes tiene que ver con la crisis de la política. Todo el tema del financiamiento irregular ha golpeado muy duramente a la política en general, y más en particular al gobierno, porque es al que sindican como el más visual. Entonces, si el gobierno hubiese sido de un signo distinto, no hubiera hecho una gran diferencia en el tema económico y habría tenido una baja popularidad, tanto o mayor que la que ha tenido la Presidenta.

Hay un tercer factor en todo esto: la situación de la Nueva Mayoría…

Creo que cuando se tratan de hacer reformas más profundas, los matices son más evidentes y se producen muchas más tensiones al interior de una coalición. Y cuando eso está acompañado de una baja muy importante de popularidad del gobierno, la tendencia a luchas intestinas en la coalición de gobierno se potencia al máximo.

¿Todo este escenario trascenderá más allá de marzo próximo?

El próximo gobierno, cualquiera que sea, va a enfrentar problemas ojalá menores, pero similares, porque aunque la economía creo que va a ayudar un poco, la crisis de la política está lejos de abatirse. No creo, cualquiera sea el Presidente o Presidenta, que vaya a tener índices grandes de popularidad. Y por tanto, el desorden que va a tender a tener en sus bancadas va a ser significativo. Estoy completamente convencido de que la centroizquierda es la única que le puede dar gobernabilidad al país, por lo menos en esta parte del tránsito hacia el desarrollo. Creo que cuando Chile logre umbrales civilizatorios de menor desigualdad, mayor inclusión y menores abusos, es posible que puedan itinerarse sin problemas gobiernos de centroderecha con gobiernos de centroizquierda. Todavía le faltan tiempos a la centroizquierda para llegar a ese umbral civilizatorio. En el intertanto, es posible que la gobernabilidad sea extremadamente compleja.

Pero en el caso de este gobierno, más allá de los factores que usted explica, hubo hechos puntuales que afectaron la popularidad de la Presidenta, en particular el caso Caval…

Todos los problemas de financiamiento de la política y el caso Caval en el ámbito político fueron, sin duda, lo que produjo este punto de inflexión de falta de credibilidad de la ciudadanía en las elites gobernantes. Entonces, uno se pregunta: en el problema del financiamiento irregular de la política usted no va a convencer a la gente de un día para otro que todo es perfecto y prístino, pero tiene que actuar. Nosotros hicimos 12 leyes de probidad y hemos llevado adelante, contra viento y marea, aquellas cuestiones que le prometimos al país. Por tanto, del punto de vista de la centroizquierda, la consecuencia entre lo que se dice y lo que se hace es lo fundamental si queremos que ese proyecto continúe vivo, más allá de los avatares de una elección u otra.

¿Usted cree que estamos frente al término de la centroizquierda como estábamos acostumbrados a verla?

Para nada, para nada.

¿Por qué?

Chile no ha logrado todavía tener umbrales civilizatorios en materia de educación, salud, regulación de los abusos, cortafuegos completo entre el dinero y la política, y protección social que generen un contrato social consensual. De paso, la Presidenta va a terminar su mandato enviando un proyecto de nueva Constitución. Y todavía quedan muchos resabios de un modelo económico social que fue impuesto, durante los 17 años de dictadura, y que no es legítimo.

Hablando de la centroizquierda por la Nueva Mayoría, por la DC y por el Frente Amplio, ¿qué llamado haría usted para la segunda vuelta?

Que se unan.

¿Cree que es posible?

Los intereses electorales hacen milagros.

¿Y si es la oposición la que gana el próximo gobierno?

Si llegáramos a perder la elección, que espero que no ocurra, le garantizo que en un abrir y cerrar de ojos nuevamente habrá una fuerte coalición de centroizquierda. Esa es mi convicción.

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