Obispo de Temuco y presidente del área educación de la Conferencia Episcopal de Chile: "Si no hay un cambio, es probable que algunas comunidades educativas deban cerrar"

Héctor Vargas Bastidas criticó el manejo político, en la Cámara de Diputados, que derivó en el rechazo a la opción de arriendo de establecimientos para sostenedores.




"Viendo la votación de ayer (martes), es difícil pensar que esto se hizo con seriedad. No digo que el trabajo de la Cámara de Diputados no sea serio, porque lo es. Sin embargo, a la luz de todos los comentarios que uno observa, en esta votación de última hora pareciera haber una suerte de ajuste de cuentas. Y no puede ser que la educación chilena sea tratada de esa manera", sostiene el obispo Héctor Vargas (62), jefe de la Iglesia Católica de la diócesis de Temuco y presidente del área de educación de la Conferencia Episcopal (Cech).

La autoridad religiosa, quien ha sido una de las principales voces del episcopado frente a la reforma educacional que impulsa el gobierno, expresó su desacuerdo con la votación efectuada recientemente en la Cámara, donde se despachó el proyecto que elimina la selección, el copago y el lucro. Con aquel "ajuste de cuentas", Vargas se refiere a que en aquel trámite legislativo se rechazó penalizar el lucro con cárcel. Situación frente a la cual, a modo de represalia, la bancada estudiantil, más algunos PS, PPD y PR, no entregaron su apoyo al mecanismo que les permitiría a los sostenedores de colegios -muchos de ellos ligados a instituciones católicas- continuar arrendando las sedes de sus establecimientos. Así como quedó la norma, que ya se discute en la Comisión de Educación del Senado, todos tendrían que ser dueños de la infraestructura.

"El porcentaje de colegios de Iglesia que tienen situaciones de arriendo no es tanto, lo que más nos preocupa es el principio detrás de todo esto", subraya el obispo.

¿En qué sentido?

En que existe un desorden en la forma cómo se ha venido votando, en los criterios para votar, en los cambios a última hora respecto de los temas, en que integrantes de las bancadas del Ejecutivo entran en una situación de conflicto con el propio Ministerio (de Educación). Uno queda desconcertado. Me imagino que forma parte del juego de la política, pero cuesta entender cómo un tema tan delicado, sobre nuestros niños y jóvenes, termina siendo normado en este clima. Lo considero lamentable.

Ustedes habían acercado posturas con el gobierno frente al tema de los arriendos...

En muchos de estos temas, el Mineduc ha trabajado y avanzado escuchando a diferentes sectores, no sólo a la Iglesia Católica.

¿Pero les preocupa?

Este es un problema para todos los colegios particulares-subvencionados, no solamente para los católicos. Y además, tiene dos protagonistas: quien arrienda y el arrendador. Y este último perfectamente puede decir que, a partir de ahora, con las nuevas exigencias que vienen no se sentirá cómodo. Los colegios buscarán la forma de comprar la infraestructura, pero quien arrienda tiene la libertad para no hacerlo más y venderle su propiedad a un condominio, un mall o algo que económicamente produzca mucho más que dedicarlo a un espacio educativo.

El tema será visto por el Senado.

Por supuesto, pero si sigue así,  muy probablemente va a haber colegios que no van a estar en condiciones de comprar ni construir. Es algo muy complejo. Si no hay un cambio en esto, es probable que, efectivamente, una cantidad importante de comunidades educativas deba cerrar. Pero insisto que, en este minuto, el tema realmente relevante para la Iglesia tiene que ver con los principios.

¿Se refiere al fondo de la reforma?

Sí. Me preocupa que durante el año, desde marzo, muchos actores, no sólo de Iglesia, hemos insistido en que es fundamental inyectar al proyecto otros elementos, no sólo económicos, sino de aprendizaje, de currículo, de pedagogía, para mejorar la calidad y la equidad de la educación en Chile. Y después de cinco agotadores meses, nada de eso fue considerado.

Como representante de la Iglesia, ¿se siente decepcionado? 

Es que, al final del camino, nos encontramos con un proyecto muy similar al del inicio. Se ha dado un debate rico en aportes para que la iniciativa realmente sea emblemática, pero la gran mayoría de esos aportes no fue considerada, y nos quedamos con este tema del copago y el fin al lucro. Nos parece bien que sean abordados. Como Iglesia, compartimos una parte importante de esos objetivos, pero los consideramos insuficientes. Por lo tanto, en este punto, sí hay una cuota de decepción.

¿Considera que otros actores le doblaron la mano al gobierno? 

No, no creo que sea una doblada de mano. Lo que nos preocupa fuertemente es que esta gran reforma educacional, de todo el sistema, desde los jardines infantiles hasta la educación superior, aún no la conocemos. Ignoramos de qué tratan los otros proyectos, no vemos lógica ni orgánica en el proceso ni que haya una secuencia lógica que apunte hacia dónde caminará la educación chilena en su conjunto. Por ahora tenemos esta parte, que la consideramos muy insuficiente (...) nos hemos desgastado en temas técnicos, económicos e ideológicos y, además, con una mirada hacia la educación particular-subvencionada que ha sido negativa y muy injusta.

También se eliminó todo tipo de selección, hasta sexto básico. 

Eso nos parece bueno. Todos los niños deben tener las mismas posibilidades. Hay que eliminar al máximo cualquier tipo de discriminación. Nuestra única preocupación es que los padres conozcan el proyecto educativo a la hora de matricular a sus hijos y estén de acuerdo en que el niño sea educado de esa manera y no de otra.

¿Solicitará una reunión con el ministro Eyzaguirre?

Vamos a seguir reuniéndonos y aportando hasta el final, más allá de esta votación. Queda camino y los tiempos están acotados.

¿Qué espera que ocurra en el Senado?

Desde un principio he estado convencido de que los objetivos del Ejecutivo para este proyecto se pueden cumplir perfectamente,  sin la necesidad de una gran cantidad de cosas que se le han agregado al proyecto. Al contrario, se lo debería alivianar.

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