Pandillas centroamericanas siembran el terror en Estados Unidos

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La madre de ́ngel Soler lo trajo a Estados Unidos cuando él era pequeño, segura de que las cosas serán mejor allí­ que en Honduras, donde viví­an en una de las ciudades más violentas del mundo. El padre de Javier Castillo tení­a apreciaciones semejantes cuando sacó a su propio hijo de El Salvador. Pero la vida en los suburbios de Nueva York no resultó más segura.




Los cadáveres de los dos adolescentes, las más recientes ví­ctimas de la pandilla centroamericana MS-13, fueron hallados a pocos kilómetros uno del otro en zonas apartadas de Long Island el mes pasado. La policí­a halló también los restos de otro joven, Kerin Pineda quien, al igual que Soler, habí­a sido alumno de la escuela Freeport High School.

Más de dos docenas de personas al parecer han sido asesinadas por la MS-13 en los suburbios de Nueva York en los últimos dos años: jóvenes centroamericanos que vinieron a Nueva York en busca de una vida mejor, pero desaparecieron y fueron hallados muertos poco después.

"Estoy destrozado", dijo el miércoles Santos Ernesto Castillo, el padre de Javier, frente a la funeraria donde se velaban sus restos. "No tengo otra palabra para describirlo. Estoy destrozado porque traje a mi hijo para que logre su potencial, y lo que ha pasado es esto".

Amigos y familiares asistieron al velorio, en una funeraria en Brentwood. El padre, quien era policí­a en El Salvador, pidió que no se le tome foto porque temí­a por la seguridad de él y de sus familiares. La tí­a de Javier trajo orgullosa un retrato del chico, que portaba una enorme sonrisa en la foto, tomada en la playa Robert Moses, en Long Island.

Javier, quien fue alumno de la Central Islip High School, tení­a 16 años cuando desapareció el 11 de octubre del 2016.

"Durante cuatro meses, cada noche salimos a buscarlo, pensando que lo í­bamos a ver, pero nunca lo encontramos", dijo el padre a la prensa. "Yo pensaba que la policí­a estaba haciendo algo, pero dejaron pasar mucho tiempo".

Los restos del joven fueron hallados más de un año después, el 24 de octubre, en una zona boscosa de un parque cerca del agua en Freeport, más de 40 kilómetros (25 millas) de su hogar. La policí­a no ha divulgado qué les llevó a ese lugar o su hipótesis de cuándo murió. Hubiera cumplido 17 años en el tiempo que estuvo desaparecido.

La tí­a de Javier, Marí­a Lezema, lo describió como un chico humilde. "Si nadie se metí­a con él, él no causaba problemas. No molestaba a nadie. Era un niño tranquilo, vení­a de la escuela derechito a casa".

Tres dí­as después de hallar los restos de Javier, las autoridades hallaron los de Kerin Pineda, en un denso bosque, cerca de una laguna a pocos kilómetros de distancia.

La madre de Kerin, Lilian Oliva-Santos, dijo a los periodistas que su hijo tení­a 19 años cuando desapareció en mayo del 2016. Se dijo que el joven estaba comunicándose con una chica en Facebook, y ella lo invitó a encontrarse con ella en una zona boscosa.

"Lo traje de Honduras pensando que aquí­ la vida aquí­ serí­a mejor, que aquí­ estarí­amos más seguro, pero, supongo, me equivoqué", declaró la madre al canal de televisión News12 de Long Island.

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