Papa Francisco enfrenta críticas de católicos más tradicionalistas

Las entrevistas al Pontífice hicieron visibles los cuestionamientos a sus planteamientos y su estilo.




Desde que se asomó al balcón de San Pedro, el Papa Francisco comenzó a cautivar la simpatía y el cariño de muchos católicos. Sin embargo, mientras su espontaneidad y la renuncia a algunos de los símbolos del papado -la muceta o la cruz dorada- conquistaba a algunos, también preocupaba a los católicos más tradicionalistas. A los pocos días, volvió a pasar lo mismo, cuando el Papa se despidió de los periodistas acreditados para el cónclave, con una bendición silenciosa, con tal de "no herir la sensibilidad de nadie". La mayoría quedó emocionada, pero algunos se inquietaron.

Los ejemplos pueden seguir en forma casi diaria en los ocho meses de pontificado. Las voces de algunos católicos se escucharon más fuertes este último mes: el Papa declaró en una entrevista a una serie de revistas jesuitas  que los católicos no deben estar "obsesionados con imponer las doctrinas". En entrevista con el periodista de izquierda y fundador del diario La Repubblica, Eugenio Scalfari, dijo que "cada uno debe perseguir lo que en su conciencia es el bien". Al final de su viaje a Brasil, declaró a los periodistas: "¿Quién soy yo para juzgar a un gay?".

La forma espontánea de hablar del Pontífice obtuvo un innegable efecto en las bases católicas: "El factor F" conquista a las masas. Basta con acercarse un miércoles a la Plaza de San Pedro, donde celebra sus multitudinarias audiencias. Pese a ello, el Pontífice está enfrentando varias voces críticas. 

"No vamos a esconder -se lee, por ejemplo, en la web tradicionalista Messainlatino.it- que a veces nos sorprendemos por ciertas praxis del Papa. El rechazo de los símbolos visibles del pontificado, la preferencia de no definirse ni siquiera Papa, el rechazo del departamento pontificio, nos llevan a vislumbrar el peligro de desacralizar y disminuir el papado como institución (de origen divino, cabe recordarlo)". Paolo Rodari, vaticanista del diario La Repubblica, define estas voces como parte de "grupos tradicionalistas que se sienten desorientados por un Papa que borra el anatema de su pastoral".

TRES CATEGORIAS DE CRITICAS

El prestigioso vaticanista estadounidense John Allen divide estas voces críticas en tres categorías: 1- "Algunas personas que trabajan en el Vaticano, que han hecho todo lo que podían y que ahora se sienten desanimadas escuchando al Papa hablar de la Curia infestada por el afán de hacer carrera, de un vaticano-centrismo y de 'lepra". 2- Algunos católicos pro-vida, que sienten haber trabajado siempre "para llevar agua al molino de la Iglesia sobre temas poco populares, como el aborto o los gays", y ahora experimentan cierta frustración por las aperturas del Papa, que considera estas cuestiones doctrinales como de secundaria importancia. 3- Algunos católicos -tanto clérigos como laicos - que han luchado para afirmar una fuerte identidad católica que ahora ven al Papa decir que el "proselitismo es una solemne idiotez".

Vittorio Messori, renombrado escritor católico, muy vinculado con los ambientes más tradicionales y reconocido por su libro El Informe Ratzinger -extensa entrevista de 1985 al entonces prefecto para la Doctrina de la Fe y futuro Papa-, publicó un editorial en el influyente diario Corriere della Sera señalando que "muchos en la Iglesia están perplejos por un estilo donde creen ver un matiz populista, típico de un sudamericano que de joven sufrió la fascinación del carisma demagógico de Perón". Messori concluye evaluando que más allá de la simpatía personal, un Papa es el vicario de Cristo en la Tierra, así es que hay que respetarlo y serle fiel. Pero esto no lo retuvo al escribir su tribuna, donde revelaba una cierta "nostalgia" hacia el "emérito profesor alemán" (en referencia a Benedicto XVI) que precedió al Papa argentino.

Paolo Mastrolilli entrevistó para el medio Vatican Insider a Michael Novak, uno de los más famosos filósofos católico de EE.UU.: "Las declaraciones de Bergoglio -dice-, en particular el uso de la palabra "obsesión", hiere a los fieles que arriesgaron su vida para proteger la doctrina".

A los pocos días de la visita a Asís, se unieron a los escépticos también dos periodistas desde siempre vinculados con el mundo católico más tradicional. Alessandro Gnocchi y Mario Palmaro firmaron juntos un artículo en el periódico conservador Il Foglio -dirigido por un íntimo amigo y asesor de Silvio Berlusconi- que tenía un titular muy claro: "Este Papa no nos gusta". En el editorial acusaban a Bergoglio de "recitar un guión -bien escrito y bien interpretado- para rescatar la imagen de la Iglesia que sufre los escándalos y el cambio de valores de la sociedad contemporánea". A los pocos días de publicarse el texto, Radio María suspendió el programa que Gnocchi y Palmaro conducían en su  frecuencia.

Pietro De Marco es catedrático de Sociología de las Religiones en la Universidad de Florencia. El 2 de octubre una reflexión suya fue recogida por el prestigioso blog de Sandro Magister, veterano vaticanista del semanal progresista L'Espresso. De Marco dice: "El Papa -que tiene responsabilidad hacia muchos- no puede hablar como se conversa en el día a día. Por ejemplo, si dice: '¿Quién soy yo para juzgar? en privado o al principio de ejercicios espirituales es una cosa, pero frente a la prensa y al mundo entero, esta frase choca con la entera historia y con la naturaleza profunda de la función petrina".

"El desafío ante este panorama -plantea Marcello Veneziani, columnista diario conservador Il Giornale- es acercar a los lejanos sin alejar a los cercanos".

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