Premier iraquí culpa a sunitas por atentados que dejaron 95 muertos

Nouri al-Maliki dijo que el gobierno debe revaluar los planes de seguridad para enfrentar los desafíos terroristas.




El primer ministro iraquí culpó a insurgentes sunitas por una ola de ataques mortíferos en Bagdad y dijo que el gobierno debe revaluar la seguridad para hacer frente al desafío.

La declaración de Nouri al-Maliki es la primera admisión oficial de fallas en la seguridad después de un aumento de ataques desde el retiro el 30 de junio de los soldados estadounidenses de las ciudades iraquíes.

Las bombas que estallaron el miércoles dejaron por lo menos 95 muertos y más de 500 heridos.

Al-Maliki dijo que los atacantes quieren socavar los esfuerzos del gobierno por abrir calles y puentes y levantar barreras de concreto.

Agregó que el gobierno "debe revaluar nuestros planes y mecanismos de seguridad para enfrentar los desafíos terroristas y para aumentar la cooperación entre las fuerzas de seguridad y el pueblo iraquí".

Fueron los ataques coordinados más mortíferos este año y se producen mientras arrecian los temores de que los soldados del gobierno no estén preparados para imponer seguridad.

Las autoridades iraquíes culparon a Al Qaeda en Irak y otros insurgentes sunitas de los atentados, al igual que el alto mando estadounidense tras advertir que el grupo islamista intenta causar un nuevo baño de sangre para minar la confianza pública en el gobierno encabezado por los chiitas.

"Los terroristas intentan reactivar el ciclo de violencia de años anteriores al crear una atmósfera de tensión entre el pueblo iraquí", dijo el Presidente Jalal Talabani en una declaración. "Nuestras fuerzas de seguridad deben estar más alertas y firmes. Además, los grupos políticos deben unirse".

Los ataques en la capital iraquí ocurrieron poco después de las 10 de la mañana, primero cerca del Ministerio de Hacienda en el norte de la ciudad y 10 minutos más tarde cerca de la cancillería, dentro de la intensamente vigilada Zona Verde, donde se encuentran varias oficinas importantes del gobierno y la embajada estadounidense.

Las autoridades indicaron que la explosión que causó el mayor número de muertes, cerca de la cancillería, mató por lo menos a 59 personas e hirió a otras 250.

Agregaron que otras cinco explosiones, en su mayor parte mediante vehículos cargados de explosivos, fueron detonadas en otras partes de la capital, matando por lo menos a 12 personas e hiriendo a decenas más.

La fuerza de la explosión arrancó trozos de hormigón del edificio de 10 pisos, rompió ventanas y aplastó autos estacionados en la calle. Decenas de autos fueron destruidos por el fuego.

La onda expansiva dañó edificios vecinos, y una gran zona en torno del ministerio quedó cubierta de escombros y vidrios rotos.

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