Roberto Ampuero bucea en los archivos secretos de la Stasi

A 20 años de la caída del muro, el autor de Cayetano Brulé se encuentra en Berlín, donde vivió entre 1980 y 1983.




Roberto Ampuero caminaba de noche por Berlín con Carlos Cerda. Nevaba. Era principios de los años 80, la ciudad estaba dividida por el muro y los escritores chilenos transitaban por el lado oriental. Volvían de una reunión de intelectuales y, mientras avanzaban a la estación del tranvía, se preguntaban si habría en el círculo algún colaborador de la policía política.

"Se sabía en la RDA, y los archivos de la Stasi lo corroborarían un decenio más tarde, que los soplones estaban por doquier", escribió en una columna en La Tercera. Como en el aplaudido filme La vida de los otros, Ampuero supo la respuesta muchos años después. Uno de los agentes que lo espiaba era una mujer. Su chapa era Libertad.

Ex militante de las JJCC, Ampuero se exilió en Cuba en 1974. Cinco años después, abandonó la isla desilusionado de la revolución. Llegó entonces a la RDA, donde vivió hasta 1983. Y tal como salió de La Habana, dejó Alemania Oriental decepcionado de los socialismos reales.

A 20 años de la caída del muro,  Ampuero ha regresado a Berlín con una misión especial: investigar en los archivos de la Stasi. Diez años después de publicar Nuestros años verde olivo, donde relató su exilio en Cuba, Ampuero prepara la secuela. Con el título Detrás del muro, el escritor planea narrar su vida en la Alemania de Erick Honecker.

El futuro novelista aterrizó en Alemania Oriental en un momento difícil: la Guerra Fría atravesaba una fase crítica, con fuertes tensiones Este-Oeste, el régimen de Pinochet se consolidaba en Chile y él, que había renunciado al PC y había caído en desgracia en Cuba, llegaba como un renegado.

MORIR EN BERLIN
La residencia de Ampuero en la ex RDA comenzó en septiembre de 1979, cuando "un automóvil ruso con chofer de mejillas translúcidas y chaqueta de cuero, parco en palabras y, supongo, agente de la Stasi, me condujo desde Berlín Este a un complejo de edificios de arquitectura estalinista oculto entre bosques espesos, a orillas de un lago de aguas oscuras, en el noreste de la ciudad", agrega el autor. Era la Escuela de cuadros Wilhelm Pieck, centro de formación marxista.

Ampuero vivió un año allí. Al salir debía volver a Cuba, pero quería evitarlo a toda costa. Le recomendaron contactarse con un escritor chileno "muy influyente" que podría ayudarlo. Era Carlos Cerda, entonces casado con Eva Grünstein, hija del viceministro del Interior, poderoso funcionario que -apoyado en la Stasi- estaba a cargo de espiar a los alemanes.

Ampuero le envió algunos cuentos a Cerda y este lo invitó a su departamento, en uno de los mejores barrios de la ciudad. "Carlos, que leía entonces fascinado un manuscrito de Volodia Teitelboim, me recibió con afecto". Y pasando por alto sus problemas en Cuba, lo recomendó para seguir un posgrado en la Universidad de Humboldt.

Así, Ampuero se quedó en la ex RDA, donde veía a menudo a Cerda, quien temía que su suegro lo espiaba. En 1983 cruzó el muro definitivamente. Cerda, en cambio, se quedó y una vez en Chile, ya en los 90, publicó Morir en Berlín. Pero entonces ya no se veían.

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