Sacrificada siempre

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A Bárbara la conozco hace muchos años. La veía siempre entrenando en la piscina de Santa Rosa, donde entrenaba junto a otros chicos iguales que ella. Todos soñaban con ser los mejores. Uno no imaginaba que, pese la tenacidad y con las ganas que entrenaba, podía llegar a ser una gran deportista. Es increíble cómo una persona puede proponerse algo y conseguirlo. En esos años, la Barbarita, con 12 años, nos miraba como sus referentes, y ahora; casi 20 años después, es totalmente al revés.

Me recuerda a mí, claro. Porque entregábamos un hándicap por nuestro biotipo, ya que éramos más chicos que nuestros rivales. Pero ella tiene una cualidad especial, que es su enorme fortaleza mental. En los Juegos Olímpicos, Gwen Jorgensen, la campeona en Río, la superaba por lo menos en 15 centímetros, pero esa desventaja no se expresó en el resultado final.

Me acuerdo que cuando era niña, ella me decía que quería ser atleta profesional, que amaba lo que estaba haciendo y que quería correr el Ironman de Hawai.... Que quería ir a Mundiales. Yo le respondía que todos podíamos llegar hasta donde quisiéramos, pero que para eso había que, primero, recorrer un largo camino. Ahora, que la veo haciendo lo que le gusta, ganando carreras en todo el mundo, dimensiono la huella que uno puede dejar en las personas.

Lo que quiero decir es que en Chile hay mucho talento, porque como Bárbara habían muchos, pero lamentablemente no todos tienen la constancia y la dedicación para entrenarse, sacrificarse y alcanzar los sueños. Bárbara está entre las mejores del mundo y lo que la llevó a ese nivel, como a cualquier persona, es que trabajó para alcanzar el éxito desde siempre.

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